☥ ‣ Capítulo 34

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Salsa Brava.

Elaine

Paradise&Hell se lució en la ambientación del club nocturno. Abunda el color rojo y negro bajo un intervalo de flashes, la zona VIP tiene nuevas mesas y las barras están repletas de gente, al igual que la pista. Pusieron un nuevo piso de láminas flotantes y ya están bailando para precalentar. Avisaron por los parlantes que, en media hora comenzará el concurso.

Mientras tanto, la gente baila al ritmo del género musical axé. Con las chicas llevamos algunos minutos bebiendo tragos en la segunda planta. Para una noche así, decidí disfrutar en zona VIP, deseo pasarla al máximo, así que no estimaré gastos.

—Como que me pica la garganta —comenta Nahia rascándose el cuello—. Pongámonos a cotillear, para pasar el rato.

—¿No iba a venir Jason y Lourdes? —dice Sharon con una botella de licor en la mano.

—Vienen en camino —contesta Carla con la vista en su móvil—. Oscar tuvo que pasarlos a recoger, se perdieron en el trayecto.

—¿Y cómo son sus compañeros? —pregunta Nahia interesada—. ¿Les caen bien o mal?

—¡Deja de cotillear! —le propino un codazo.

—Ah, entonces háblame de tus problemas amorosos —replica—. ¿No ibas a venir con tu novio?

Recalca las últimas palabras con un tono de voz pícaro e interesado. Blanqueo mis ojos.

—¡Ay, nini! Cuéntame... —se acerca un poquito más—. ¿Seguiste mi consejo? Bloquear a tu novio y cogerte a tu cuñado.

—Ya te pusiste hablar estupideces...

—No se juega con dos amores —habla Carla, mientras come aceitunas—. Además, Elaine no actuaría así, ¿Verdad cariño?

Sharon suelta una risa grotesca y todas la quedamos mirando.

—Lo siento —se cubre la boca ante el eructo—. Es que me acordé de alguien.

—¡Nah! —exclama Nahia—. En la vida todo es cambiante. Desde la gente hasta los amores.

—¿Cambiarás a Izan si te enamorarás de alguien más? —le pregunto.

Nini guarda silencio con la expresión nula.

—¡Cariño! —Carla se levanta a recibir a Oscar, que llega acompañado de Lourdes y Jason.

Saludo a los tres y le ofrezco tragos. Jason está de pantalones holgados y camisa verde que combina con el vestido de Lourdes.

El ambiente entre nosotros es grato, por ello la conversación fluye sin preguntas incómodas o cotilleos innecesarios. Descubro que Oscar tiene un gusto por el maní salado, así que pido permiso para ir en busca de más licor, aceitunas y maní.

Bajo a la primera planta y voy a la barra. Le pido al barman un cóctel de tragos distintos y pocillos de maní y aceitunas, en lo que espero me siento en el taburete.

—Asumo que actúe como imbécil... —dicen a mis espaldas.

Giro hacia él, en ese mismo lapso de segundos. Observa mis ojos, pero transita una mirada ávida por mi cuerpo hasta enganchar una sonrisa difícil de ocultar.

—Mi vida, estás divina... —susurra—. El amarillo engrandece tu belleza. Jamás me cansaría de contemplarte con ese vestido puesto.

—Los halagos no van a remplazar lo que dijiste en la tarde —contesto a la defensiva—. Será mejor que te vayas, Kayden.

APARIENCIAS AFRODISÍACAS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora