#9 ¡Policía!

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Ya habían pasado unos días desde que tuve algunos encontronazos con Kitty en la biblioteca.
¿Quién creen que ganó?
Pues yo, obvio.

Desgraciadamente, estábamos todos ajetreados ya que hoy era la dichosa fiestecita, que conste, que iba porque quería y por complacer a Alizze.
Pero temo que el ambiente será un asco.

—¿Enserio debo ir? —me quejé nuevamente.

—Ya me dijiste que sí, ya te maquille y también te peine, así que te callas y caminas —bufó mientras se pasaba algo de polvo por el rostro.

—Si es que no me mato bajando las escaleras —bufé mientras miraba las plataformas que Alizze me prestó. —¿Tienes trabajo de stripper y no lo sabía?

Rodó los ojos mientras se pasaba mascara y me miró, para luego asentir a modo de aprobación.
¿Detalles de mi vestuario?.
Lo único que tenía de Alizze eran las plataformas, los vestidos que me ofreció no me gustaron en lo absoluto, así que me fui más... Yo.

—Aunque me hubiera gustado más que usaras un vestido más curvilíneo, te ves bien —sonrió de lado mientras lo acomodaba. —¿Siempre tuviste todo eso? —preguntó con sorpresa mientras me miraba el escote.

—No seas idiota —bufé caminando a la puerta, aunque cuidando de partirme una pierna. —Vámonos, mientras más temprano más rápido me podré ir —empecé a bajar las escaleras mientras acomodaba mi cabello.

Todos estaban esperando.
Me vieron por un largo rato.
¿Como me sentí?
Como diosa potra empoderada.

Vi como algunos abrían la boca para hablar.

—Guárdense los halagos para quienes les interese —corté tomando un abrigo y pasándolo por mi espalda. —No me toques. —gruñí mirando a lo que creía sería Keegan, más fue un Jake con un rostro muy neutro.

—Bien, entonces te dejaré con la pelusa —rodó los ojos y caminó saliendo de la casa.

Cuando salimos, el frío de la noche me azotó en todas las piernas, las cuales me había asegurado que estuvieran impecables para la ocasión.

—Rawr, arrasando con la competencia eh —susurró Alizze hacia mi mientras sus tacones resonaban en la acera.

—Por favor, cierra la boca —supliqué sonriendo de lado. —No me interesa ninguno de ellos, mejor me hago lesbiana y te obligo a ser mi novia.

—No es una mala oferta por si me parten el corazón —suspiró exageradamente.

—Entonces no dejes que te partan el corazón —me burle, y el revoltijo que se me formó en el estómago cuando miles de aromas diferentes chocaron con mis cosas nasales casi hace que vomite lo poco que tenía en el estómago.

Alcohol, cerveza, látex, sexo, y alguna otra cosa que preferiría omitir.

"La pasarás muy bien"
"Tienes que divertirte"
"Las fiestas de este tipo son increíbles"

Sí, sobre todo, lo serían si hubiera alguien que me acompañara, pues los dichosos niños se fueron por su lado y Alizze mágicamente desapareció.
¿Qué más podría hacer? Simplemente seguí mi camino a lo que creía era la barra.
Menos mal que sí que lo era.

—Tú, dame un trago, lo que sea —tomé asiento con aburrimiento mientras veía a muchos adolescentes subidos en la pista de baile.

Cuando tuve el trago en frente me lo tomé sin siquiera respirar, ¿Supo bien? No, supo como la mierda.
Aunque nunca he probado mierda.

Seguí tomando, el segundo, el tercero, el cuarto, también el quinto e incluso un sexto, hasta que perdí la cuenta.
Diferentes personas me invitaron a bailar, pero mi ego de sentirme diosa inalcanzable me obligó a rechazar sus invitaciones.
Aunque después me fui a bailar yo sola.

La música era electrónica.
Al menos era música de mi gusto.

Movía mi cuerpo de un lado a otro disfrutando del sonido, ignorando todos los gritos y ruidos de los tacones.
No me importaba que nadie me viera, simplemente quería disfrutar el momento.
Vivir la música y dejar que mi cuero haga lo que quiera.

Bailé hasta que mis pies dolieron, tanto que en un momento de locura lancé las plataformas que Alizze me había prestado a alguna parte.
Espero que me perdone.

Busqué un lugar para sentarme desesperadamente, y nada mejor que estar al lado de un Jake medio ebrio.
Nótese el sarcasmo, por favor.

—Te veías feliz.

—Lo estaba hasta que me topé contigo —escupí bufando mientras me estiraba en el mismo asiento. —Tristemente ya se fueron los efectos del alcohol —suspiré con pereza.

Un grito que saliera de mi cuerpo hizo que ambos volteáramos a ver.
Matthew.
Se me había olvidado que existía...

—¿Quieren jugar verdad o reto? La vieja confiable —jaló a Jake sin que siquiera pidiera responder, mientras que yo simplemente me encogí de hombros y los seguí hasta un círculo, en el que parecía que iban a invocar a un demonio.

Si lo hacían, por favor que fuera un demonio como en ese libro que leí, del que ya no recuerdo el nombre.

Me senté junto a Jake, ya que al menos era de los pocos que conocía.
En unos pocos minutos vaciaron una botella de cerveza y la pusieron en el medio del círculo, a lo tradicional.

—¿Quién empieza? —pregunté mirando a todos los presentes. Ni me fijé en quien comenzó, solo deseaba que no me tocara elegir el reto.
Mi carencia de imaginación no me lo permitía.

La botella giraba sin parar, por unos cuantos segundos antes de que se detuviera.
¿Creyeron que caería en mí?
Pues sí que lo hizo, pero me eche a un lado haciendo que el reto cayera en Jake.
Fue una movida muy inteligente.

No escuché ni lo que dijeron, realmente no lo hice.
Hasta que la botella quedó hacia mí en el punto de reto.
Interesada me dicen.

—Bien, ¿Verdad o reto?

—Verdad —respondí seca. Lo menos que quería era tener que hacer alguna idiotez.

—¿Es verdad que estás tratando de tener sexo con Keegan?

¿Cómo?
Mi cara creo que se desfiguró por completo.

—No sé quién carajo está diciendo eso, pero no. —espeté con un dije de molestia pura. —¿Cómo voy a tener sexo con alguien que me cae como la mierda?

—No parece —añadió Jake mientras le daba vuelta a la botella con el mismo rostro neutro que siempre.

—Nadie pidió tu opinión.

—No eres mi dueña para decirme cuándo puedo hablar —cortó mirándome frío.

—No eres mi amigo para opinar de temas que no te importan.

—No tengo que serlo.

Gruñí con irritación mientras me levantaba acomodando el vestido, me alejé de ese maldito círculo infernal y me senté en el primer lugar que vi donde no había demasiada gente.

—¡Policía!

Mierda.


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