#73 Amigo íntimo

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Alizze estaba sumida en una interesante conversación con Bestian, lo que me dejaba a mí en una esquina sin atreverme a sumarme pues, ellos se veían realmente cercanos.
Incluso más que yo con Alizze.

—Entonces, ¿como va todo por aquí? —preguntó la rubia, mirando al chico con curiosidad y a la vez preocupación.

—Pues, fuera de que todos estamos tensos debido a la dichosa fiesta que tu abuela se antojó a hacer —bufó, apretando con levedad el volante. —Algo me dice que dicha fiesta tiene que ver con ustedes dos —añadió.

—Pues equivocado no estás —suspiró la rubia, recostándose del asiento. —Solo diré que... quizás nos hemos portado un poco mal —sonrió con inocencia.
Yo los miraba de reojo, analizando sus facciones para saber si mi hipótesis sobre Bestian era correcta.

Ensimismada con el cielo azulado, no me percaté de que ya habíamos llegado a una enorme residencia, que estaba rodeada por un enorme y hermoso campo que pudo despejar mi tensión por algunos segundos.

—Bueno, hasta aquí llego yo —se despidió Bestian, aparcando en el elegante redondel. —Espero volver a verlas pronto, señoritas —añadió, lanzandole un guiño que hizo sonrojar a la rubia inmediatamente.

Ambas bajamos del coche con rapidez, yo, especulando que las palabras del chico tenían un doble sentido para la rubia, que aun se encontraba sonrojada por sus encantos.

—Buenos días, señoritas, por favor acompáñenme —la voz de un señor mayor nos hizo dar un respingo, aunque luego caminamos obedientemente detrás de el.
Me dediqué a observar minuciosamente los detalles de la casa, su decoración, pero me distraje de más con sus hermosas vistas. —El señorito Andrew se encuentra aquí, su habitación es la siguiente.

Minutos después de que el señor se fuera, Alizze y yo nos apresuramos a ir a la ventana, observando el lugar.

—Bonitas vistas —admití.

—Sí, sin duda es lo más que me gusta de este lugar —añadió, mirando embobada a través de la ventana.

—Mentirosa, Bestian te gusta más —me burlé, recibiendo un zapé de su parte que casi me hace caer. —¡Ay, perdón! —chillé riendo. —Solo quiero saber... ¿El es?...

—Sí —cortó con un gran sonrojo. —Por favor no le digas a mi hermano —suplicó, observándome a la misma vez con cierto tono de amenaza.

—No lo haré si no me das un motivo para hacerlo —respondí, ganándome otro zapé de su parte. —Oye, estás golpeando a una impedida —me quejé, empezando a tener un leve dolor de cabeza.

—¡Oh, perdón, perdón! —chilló, acariciando mi cabello. —Joder, se me había olvidado por completo...

—¿Bestian hizo que lo olvidaras? —pregunté con sorna, haciendo que se sonrojara de sobremanera nuevamente.

—Ya deja de molestarme —bufó, sentándose de mala gana en la cama tratando de ignorarme.

—¿Cómo fue? ¿Fue muy rudo? ¿Tierno? ¿Sexy? —pregunté, sintiéndome totalmente satisfecha con su creciente sonrojo. —Por lo que veo fue un poco de todo, ¿fue a la luz de la luna para que fuera más romántico? —reí.

—¡Fue maravilloso! —chilló. —El fue el que me desvirgó, ¿satisfecha? —se cruzó de brazos, tratando de que con eso pensara que no le avergonzaba admitir tal cosa.
Me quedé en silencio algunos minutos, dejándola pensar que mi bombardeo de preguntas por fin había cesado.

—¿Cuántos años tenías? —gracias al cielo, la puerta fue abierta justo antes de que la chica pudiera lanzarme una almohada. —Ah, Drew, mi salvador —reí, sentándome lejos de la amenaza rubia, emberrinchada y colorada.

—¿Por qué tanto escándalo? Desde mi habitación escucho sus gritos —bufó, entrando y cerrando suavemente.

—Nada importante —respondí, mirando que tenía una chispa de preocupación en la mirada. —¿Sucede algo? Te ves mas serio de lo normal —añadí.
Alizze se levantó, y se asomó por la puerta para ver que no hubiera ningún entrometido escuchando lo que no debía.

—Por lo que tengo entendido, hoy en la noche habrá una gran cena, donde estarán todos los invitados... —hizo una pausa dramática. —Incluida tu madre —solté un tenso suspiro cuando escuché eso, pero me prometí a mí misma que sería lo suficientemente valiente y calmada para no mandar todo a la mierda.

Valiente.
Siempre mandaba todo al carajo porque era una cobarde.
Porque no tenía el coraje suficiente para superar el pasado y enfrentar mi presente.
Pero ya no más, no quiero seguir siendo así.

—Muy bien, entonces manos a la obra —comentó la rubia. —Hermano, ve a prepararte, porque mucho te quejas pero tú te tardas más que yo —echó al chico sin una chispa de pena, y cerró.
Entré en pánico cuando vi a Alizze sacar miles de brochas y otras miles paletas de maquillaje.

Aunque las horas de tortura fueron un poco largas, el resultado sin duda fue completamente satisfactorio.
Restandole las largas pestañas, que si pestañeaba rápidamente podía irme volando, y los tacones que casi me hacían caer.

Yo sabía que tenía un buen cuerpo, no tan curvilíneo, pero no sabía sacarle provecho.
Y en esos Alizze realmente supo destacar, pues el vestido pegado al cuerpo pudo resaltar esas pocas curvas que poseía.

—Estoy totalmente satisfecha —admití, mirándome al espejo dispuesta casi a enamorarme de mí misma.

—Obviamente —respondió como si fuera obvio, mientras se sacaba algunos mechones de su rubio cabello para que cayera sobre su frente. —Bueno, yo voy a lucir este cuerpazo —caminó sin apuro por los pasillos, conmigo detrás sintiéndome algo fuera de lugar.

Odiaba admitir que Drew se veía ridículamente bien con un traje elegante, y ese perfume embriagante que solía echarse casi siempre.

—Vaya, hermanita esta vez te luciste —comentó el susodicho. —Se ven radiantes —admitió, sonriendo ampliamente.
Alizze y yo nos miramos, y soltamos algunas carcajadas que rápidamente se contagiaron al chico. —¿Qué? —preguntó con confusión.

—Nada —sonrió la rubia, preparándose para salir al público. —¿Listos?

—Listos —comentamos Drew y yo al unísono.

Cuando el resonar de nuestras pisadas se dejó oír a lo largo de la inmensa habitación, instantáneamente nos convertimos en el centro de atención de los comentarios hipócritas y los ojos críticos.
Alizze se tensó, Drew se tensó, yo me tensé, aunque tratamos de disimularlo lo mejor posible, claramente.

Me alivió ver que de un momento a otro, todos procedieron a ignorarnos y centrarse en sus conversaciones.

—Huh... —suspiramos, en un gran tono de alivio.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now