#14 "Hola, soy Makeyla"

12.1K 822 38
                                    

Maldecía mis pensamientos.
Maldecía la hora en la que mi madre me había llamado.
Maldecía también el momento en donde me había levantado antes de que sonara la alarma.

Mis pensamientos no me dejaban en paz, deseaba estar tan ocupada que no me diera tiempo de pensar, enserio.
Vagaba en el tema de mi madre, mi infancia, etc.

Pensaba en que mi vida era un cliché.
Una madre maltratante.
Una pérdida significativa.
Un amor que no fue correspondido.
Engaños.
Lágrimas.

Era aburrido, yo sentía que era aburrido.
La laguna mental terminó en cuanto me di cuenta de que estaba por sonar la alarma, por lo que me levanté, me duché con agua helada para despertar y escogía mi vestuario.
No tengo que aclarar que ni siquiera me fijé qué me puse, ¿O sí?

Tomé mi mochila y bajé las escaleras sin apuro, yendo a la cocina y tomando una merienda.

Mientras caminaba al instituto me entretenía escuchando música, la que fuera con tal de no pensar demasiado en nada, solo en las letras que flotaban en mi cabeza.
A ese son me dirigí a mi aula, encaminándome a mi asiento y tirándome en el como si fuera una cama.

Mi paz se acabó en cuanto una bola de papel diminuta se enredó en mi cabello.
Fruncí el ceño con desagrado y la tomé.
Odiaba las notas, las odiaba por el hecho de que siempre me tiraban con ellas para que les hiciera la tarea o alguna otra estupidez.

Aún así, la curiosidad me atrapó, por lo que no me resistí a abrirla y leer su contenido.

"Hola, soy Makeyla, la chica sentada unos pupitres atrás" —miré sin una pizca de disimulo hacia atrás, encontrándome con una chiquilla con una tierna sonrisa.

Levanté mi ceja con molestia y le hice una seña, preguntándole con mis manos que quería.
La chica me hizo una seña de silencio, rogando porque no mirara demasiado a ella o la hiciera resaltar entre la gente.
Rodé los ojos soltando bufidos y arranqué un diminuto pedazo de papel, escribiendo un seco: "¿Puedo ayudarte en algo?"

No puedo negar que casi me orino de la risa cuando la bola de papel impactó justo en su ojo.
Aunque no sabía si debía agradecer al karma instantáneo.

En el transcurso de la clase, seguimos, no, más bien, ella siguió lanzando notas sin cesar.
Descubrí los inútiles datos de que era lesbiana, y que necesitaba mi ayuda (?) para conquistar una chica.
Sinceramente no sé que tengo que ver yo en sus problemas amorosos, no lo sé.

Recalco, que no tengo nada en contra de las lesbianas.

En un intento por cortar el tema, le lance una nota que expresaba mi incomodidad por la situación.
Tristemente el grito de la profesora me detuvo en el acto.

—Megan, Makeyla, si mi clase no les parece interesante con gusto pueden tomar sus cosas y salir —pronunció mientras escribía con su tiza desgastada en la pizarra verdosa.

Tomé mis cosas y salí disparada a la salida, huyendo (o tratando) de Makeyla y sus notas.

—¡Megan, espérame! —el grito hizo que me detuviera, aunque deseé no haberlo hecho.

—Escucha, Makeyla, no sé porque me escribiste esas notas, pero quiero aclararte que no soy buena con mis propios problemas amorosos para lidiar con los de otra personas —corté mientras acomodaba mi mochila con lentitud.

—Claro que puedes —no se en que momento estaba siendo arrastrada por la tal Makeyla hacía algún lugar de la escuela.

—Si me sigues molestando te llevaré a la dirección.

—Solo necesito que me acerques a ella —suplicó.

—¿No puedes hacerlo tú sola? No es más que un: "Hola XXXX, soy Makeyla".

—Si es tan fácil, ¿Porque no quieres ayudarme?

—¿Porque es tú problema? —corté con irritación mientras quitaba mi brazo con brusquedad. De repente ví que se quedó helada mirando a algún punto en las gradas, entonces me di cuenta.

Naia era una chica muy popular, aunque ciertamente algo irritante y malcriada.
Como la mayoría ahí.
Pobre chica, le deseaba suerte.
Aprovechando la distracción, me escabullí entre la gente y caminé rápidamente a la casa, a mí casa.

Cuando por fin entré a mi "lugar seguro", me quedé observando como dos humanos se devoraban las bocas cual animales. Para ser más precisa, Keegan y Kitty.
El hombre con la mano dentro de la camisa de la fémina, y la fémina comiendo sus labios como si fueran un total manjar.

No lo sé, los sentimientos que sentí en ese momento fueron de tristeza, aunque ciertamente el asco también se apoderó de mí por un largo periodo.
Por el rabillo del ojo ví como la innombrable sonreía con autosuficiencia mientras daba un casto beso que el varón no dudó en corresponder.

Cuando por fin se dieron cuenta de mi presencia, Keegan se levantó con apuro, y yo bajé la mirada instintivamente al dolor entre sus piernas.
Con los ojos entrecerrados, subí con lentitud la escalera procesando la horrible imagen que ahora se repetía en mi cabeza como un disco rayado.

—Joder... —musité, pensando en porque mi mente simplemente trataba de recordar cada detalle.
No sabía el porque sentía esa pizca de molestia en mi interior, él y yo no tenemos, ni tendremos nada; para aclarar.

Aún así, tampoco es mi problema que planearan tener sexo frente a mis narices, es asqueroso.
Afortunadamente, mis irritantes pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta.
Y del otro lado me sorprendió la mano que tocaba.

—Eh, hola Cameron.

—Hola —soltó al tiempo, casi al instante.

—¿Pasó algo?

—¿Eh? Ah, no, de hecho quería pedirte algo —respondió saliendo de su ensoñación, mientras yo levantaba la ceja con algo de molestia, preguntándole con expresiones faciales que quería. —Queríamos saber si te apetecía ir a jugar billar un rato.

Lo miré por unos segundos, y luego empecé a procesar la información en mi cabeza.
No tenía nada mejor que hacer, y ayudaría a mi mente perversa a despejar esos pensamientos molestos.
Y, por supuesto, podría beber una cerveza con tranquilidad.

—De acuerdo, pero no conduciré ni me haré cargo de ustedes —respondí seca, cerrando la puerta para alistarme.

—Saldremos a las 6:00.

Y eso se llama ser un gran hijo de la gran perra.
Eran apenas las 5:36.
Seguramente me invitaron porque ni siquiera yo sé si me de tiempo de arreglarme.
En un salto me metí a la ducha, pase el jabón por mi cuerpo dejándolo caer varias veces por todo el suelo.

Espero no ser la única a la que se le caen las cosas cuando menos lo necesitamos.

Justamente a las 5:40, termine de arreglarme.
Justamente a las 5:43, tuve que ver la cara de Keegan para que me revolcara esos desagradables recuerdos.

Joder, solo quiero una cerveza.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now