#41 Pensar solo en mí

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—¿Puedo preguntar hacia dónde vamos? —sonreí, viendo que Alizze había logrado relajarse un poco en el camino hacia... donde sea que fueramos.

—¿Podríamos decir que quiero una locura, y que tengo el lugar ideal para ello? —levanté mi ceja con notable curiosidad, pues odiaba que me dejaran con dudas. —Ya lo verás.

Sonreí confiando en su juicio.
Tenía fe en que ese bendito lugar también me hiciera olvidar esa horrible imágen de Keegan besuqueandose con una chica totalmente random de esa puta gala.

—Oye, esa chica con la que se enredó Keegan se parecía mucho a ti —miré de reojo como torció los ojos, como si sintiera irritación solo de pensar en esa chica.

—¿Te refieres a Camile? —soltó un sonoro suspiro. —Bueno... Es una larga historia, pero en resumidas cuentas, es la hija del hermano de mi... padre, Alexandre, también el padre de Dimitri, el chico que te llevó a nosotros en la gala.

Empecé a atar los cabos, dándome cuenta de que esa tal Camile era muy parecida a Dimitri (por no decir que se parecía a Kitty).

—Me gustaría contarte la historia a detalle, pero no me siento preparada.

—No te preocupes, me lo contarás cuando sea el momento y el lugar, este no es el momento —posicioné mi mano sobre la suya con suavidad. —Ni el lugar.

—Gracias —asentí entendiendo eso, cuando alguien no quería hablar de un tema en específico. Quizás porque le traía malos recuerdos o porque simplemente era algo que quería olvidar.
Experimentaba ese sentimiento bastante seguido, para ser sincera.

Llegamos a un pequeño establecimiento que se veía demasiado bohemio entre todos los edificios modernos, enormes rascacielos a decir verdad.
Al menos no se veía un lugar de mala muerte.

—Llegamos —seguí a Alizze cuando se bajó del Uber y caminó a la entrada con total confianza. —No te preocupes, no nos encontrarán aquí, al menos aún no —no sabía si eso debía reconfortarme o alarmarme.

No sabía que era exactamente ese sitio, tenía pinta de bar o punto para fumar, aunque suene vulgar.

Las vibras del lugar eran algo alocadas, gracias a la cantidad excesiva de pósters que adornaban todas las paredes, las plantas también le daban un poco de vida al lugar.
Era un lindo lugar.

—¡Alizze! ¡Cuanto tiempo! —pegué un salto cuando un muchacho salió de la nada y abrazó a Alizze como si fueran amigos de toda la vida.

—¡Fer! Sí, ha pasado mucho, estaba ocupada con ya sabes qué —la chica correspondió el abrazo, separándose pasados unos minutos y hablando algunas otras cosas con el tal Fer. —Oh, sí, esta es Megan Smith, mi compañera.

—Megan Smith... Me suena ese nombre —sonreí levemente, extendiéndole la mano para no verme tan pendeja en esa situación. Miré a Alizze con algo de miedo, ya que Fer no dejaba de repetir mi nombre una y otra vez. —¡Por supuesto que te conozco! ¡Tu eres la nueva integrante de la familia C?

—Vaya, las noticias vuelan —rasqué mi nuca sin saber que decirle.

—Las noticias sobre ti vuelan —una segunda voz masculina hizo que inevitablemente diera un salto ya que no me la esperaba. Voltee hacia un segundo chico, que saludó a Alizze con un beso en la mejilla, lo cual realmente me sorprendió. —Antes de que preguntes, en latino américa acostumbramos saludar a nuestros conocidos con un beso en la mejilla.

Ah, con razón, vaya susto.

—Todos hablan de mi al parecer.

—Es normal, de la noche a la mañana tu ingresaste a la familia, una noticia muy jugosa para los medios de comunicación, y aún más para la prensa —solté un suspiro recordando la horda de paparazzi que llegó a la casa aquella vez.

Eso hizo que inevitablemente pensara en Jake, la última vez que lo vi le había dejado los dedos marcados en la mejilla por hacerse llamar "Mi dueño", y vaya que no me arrepiento.
Ambos hablaban de mi como si fuera un jodido trofeo.

Y eso también me hizo pensar en Keegan, que iba por el mismo camino.

—En fin, vinimos aquí para despejarnos de eso, no para discutirlo —concluyó la rubia, acercándose a lo que suponía era una barra. —Martí, sirve lo más fuerte que tengas.

El chico latino, o más bien, Martí, se acercó a la barra y empezó a preparar una bebida de apariencia muy exótica.
Dios mío, y yo que me embriagaba de solo pensarlo.

—Fer, prepara todo allá atrás, hoy quiero llegar al límite —se me erizaron todos los pelos al escuchar a Alizze decir eso, y mi imaginación tomó vuelo en un santiamén.

—¿Estás segura? Sabes que te meterías en muchos problemas —advirtió Fer, mirando a Alizze como si fuera su... hermano mayor.

—Por una vez quiero que se vayan al carajo y pensar solo en mí.

—Oigan, oigan no sé de que mierdas están hablando, pero me apunto.

—Bueno, queda bajo su propia responsabilidad.

Algunas horas más tarde, estábamos sentadas con botellas de cervezas y algunas... marcas nuevas. Ni siquiera estaba consciente de lo que hacía, estaba tan ridículamente borracha que si me levantaba me caía.

Sí, a ese nivel.

—Ya quiero ver esto cuando salga en las noticias —comentó Fer, mientras pasaba la maquinilla por mi piel y trazaba las líneas que quedarían marcadas de por vida en la misma.

—No creo que su familia deje que las noticias o cualquier persona se entere de eso —ese era Green, otro de los muchachos que vivían en ese establecimiento.

—¿Se... supone que debe dolerme? —pregunté, con la voz gruesa y arrastrada que tenía cuando me pasaba de copas.

Los muchachos soltaron risas de burla al verme en ese estado.
Malditos.

—Al menos ella todavía está despierta, Alizze ya está en el más allá —Martí movió a la rubia de un lado a otro, verificando si estaba con vida.

Afirmativo pues, la chica se removió mandándolos a todos al infierno y acomodándose nuevamente en la silla.

Solo se que nos estábamos metiéndonos en un embrollo del que nos costaría salir, pero empecé a pensar en lo que Alizze había dicho: "Por una vez quiero que se vayan al carajo y pensar solo en mí".

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now