#30 Mas o menos

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El día de ayer había sido una maravilla, exceptuando la parte donde desgraciadamente me encontré a Kitty en el dichoso restaurante al que fuimos.
Fue un típico encuentro donde me dijo lo mucho que me detestaba, y yo le dije que la detestaba el doble multiplicado por π.

Exceptuando también que Matthew, el integrante faltante de la fraternidad no me había molestado desde ayer, y sinceramente era lo menos que necesitaba ahora.
Escuché un pequeño rumor, aunque simplemente era eso, rumores.

Supuestamente, el pequeño Matthew se había ido a la universidad fuera del país, pero no había quedado en buenos términos con el resto de la fraternidad.
No dudaba de esta teoría ya que la tensión se sentía en el aire.

—Adiós —me encerré como de costumbre, queriendo darme una larga ducha para acostarme a terminar de ver Neón Génesis Evangelion.
Pero algo no me dejaba tranquila, y ese algo era una cabellera rubia que no me había escrito desde hace unos días, lo cual me preocupaba.
Aún teníamos una conversación pendiente.

El sonido de la puerta me desconcentró, pero regresé a la realidad al recordar que un degenerado dormía conmigo todas las noches.

—¿No puedes mudarte de habitación? —murmuré con cansancio mientras rebuscaba una pijama.

—En todo caso, tu tendrías que mudarte de habitación, cariño —se asomo a mi lado mirando la gaveta dónde guardaba la ropa interior. —Vaya vaya vaya, no sabía que ya tenías tus noches especiales —comentó, jugueteando con una braga de encaje que tenía por ahí.
Maldito degenerado.

—Dame eso, idiota —le arrebaté la braga de un golpe, poniéndola en su lugar. —Eres peor que una úlcera en el escroto que no tengo —lo empuje para caminar hacia el baño, pero otro rostro conocido se asomo por la puerta.

Era el rostro que quería ver en ese momento.

—¿Interrumpo algo? —la suave voz a la que estoy acostumbrada estaba totalmente distorsionada, parecía rasposa y débil.

—Alizze —me acerque con rapidez a ella, y la sostuve, sabiendo que algo no estaba bien en ese momento y lo único que necesitaba era algunas palabras de consuelo.

—Necesito hablar contigo —el silencio por parte del restante era realmente irritante. —A solas.

—Y me echan de mi propia habitación —bufó con molestia, pero obedientemente salió cerrando.

Me apresuré a prepararle a Alizze un lugar cómodo donde pudiera sentarse y soltar la bomba de tiempo interna que tenía dentro.
El temor y el pánico se apoderó de mi al verla con sus azules ojos cristalizados, conteniendo las lágrimas.

Me quedé en silencio, dejando que llorara lo que necesitaba.
Entendía ese sentimiento, era horrible, el tener ese nudo en la garganta que no te dejaba respirar correctamente, los ojos empañados por tanto llorar, ardiendo en dolor.

—Falleció —soltó de golpe, me quedé silenciada, sin saber exactamente a quien se refería. —Fue... Tan repentino, no puedo asimilarlo...

El primer error fue el quedarme en total silencio, sin saber cómo reaccionar ante tal confesión.
El segundo fue pensar instantáneamente en su hermano, Andrew, el cual repentinamente arrasó en mi mente cualquier pensamiento.

—¿Tu hermano? Dime que no, por favor —la abracé suavemente, tratando de calmar sus sollozos y su respiración acelerada.

—No, mi padre... él simplemente... había mucha sangre... —sus lágrimas eran la muestra del dolor que sentía en ese momento, y no era para menos. Incluso yo, una completa desconocida, que solo pudo conocer a su padre por unas horas, sufre una perdida como esa.

—No se qué decirte, Alizze —empecé a mecerme con suavidad. —Solo se que necesitas llorar, y necesitas un hombro para hacerlo, sin duda yo te prestaré el mío, compañera —sus sollozos no tardaron en convertirse en alaridos llenos de sufrimiento por la pérdida de su progenitor.

Luego de unos minutos de silencio, se separó de mí, secando sus lágrimas con las mangas de su desordenado abrigo y repuso sus ojos rojizos en mí.

—Creo... Que te debo una explicación respecto a mi familia —soltó un sonoro suspiro de pesar, e instantáneamente me sentí una gran carga con la que ella no estaba preparada para lidiar.

—No es necesario, no ahora —le sonreí levemente, posicionando mis manos sobre sus hombros para brindarle apoyo.

—No, debe ser ahora —se levantó sin darme tiempo para protestar, y se puso de espaldas a mi persona. —No estoy segura de que seguiremos siendo compañeras luego de que cuente esto, pero prometí que lo haría.

Tragué grueso, sentí miedo.
No por Alizze, por supuesto que no era por ella, si no por mí.
No quería huir, menos aún de mi amiga, si es que apenas podía llamarla de esa manera.

—Anteriormente te había dicho que mi familia pertenece a un prestigioso linaje de modistas, uno de los más famosos y del cual seguramente conoces la marca —la miraba tratando de adivinar a que marca se refería, o más bien, a qué se refería. —Los C.., Megan... —soltó otro suspiro.

Me quedé como una ridícula estatua observándola, no porque no creyera que fuera posible, pero... Joder, ¿Enserio?

—Oh Dios —empecé a caer en cuenta de la magnitud de la situación.

—No te alteres —añadió con rapidez. —No irás a prisión, no estás involucrada con una criminal y nada malo, o por el estilo —terminó, lo cual me tranquilizó un poco, ya que mi cerebro instantáneamente lo relacionó con algo "malo".

—No... Bueno, sí, es que... Vaya, no lo esperaba —admití sin dejar de observarla. —¿Te sientes mejor ahora que me lo dijiste?

—Realmente, es un más o menos.

—¿Que es eso de "más o menos"? ¿"Más o menos"? No me convences.

Soltó una pequeña risa, que poco a poco volvió a acabar en lágrimas de tristeza y de pena.
No esperé y tomé acción, sabía que lo menos que quería era estar en su casa en ese momento, así que le avisé a los animales de juntos que no interrumpieran.

Alizze necesitaba ayuda, necesitaba mí ayuda.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now