#57 Fuertes declaraciones

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Efectivamente y justo como prometí, no me levanté hasta el día siguiente, y apenas me di cuenta de mi existencia en este mundo, tomé mi teléfono para empezar a undirme en las redes sociales.
Entonces me di cuenta de que mi adicción al teléfono era realmente grave.

Pero me puse a pensar, ¿qué diablos se supone que hiciera si no era ver el celular? Exacto, nada útil, era una jodida adicción que no podía cambiar por otra.

—Mierda... —murmuré, lanzando el teléfono lo más lejos posible.

También me di cuenta de que mañana ya sería lunes, por lo que técnicamente solo tenía que ir a la escuela a recoger mis calificaciones finales.
Sí, aunque no he dejado mis costumbres de "nerd" desde que entré a esa fraternidad, pero sabía que había descuidado mis estudios debido a todos los problemas que habíamos tenido estos últimos días.

—¡Megan! ¡Joder levántate ya, tenemos cita en el doctor! —una cabellera rubia me quitó la calentit sábana del día sin una chispa de piedad. —¿El ejercicio de ayer ya te está haciendo daño? —bufó, dandome jalones para que me levantara de la cama.

—Es domingo Alizze, los domingos son sagrados, por eso se va a la iglesia —demandé, arrastrando las palabras pero obedeciendo sus mandados.

—Yo soy atea, ahora, levantate —me dio un buen jalón que me dejó completamente de pie. —Con todo lo que ha pasado estos días, quiero saber si estás bien —dejé de chistar cuando oí su voz llena de preocupación, y suspiré, caminando al baño lentamente.

—Y lo que no te he contado —añadí entre susurros, empezando a desvestirme para darme una ducha rápida, o un totowash, como yo le digo.

—¿Qué cosa no me has contado? —a veces esta chica podía sorprenderme con sus habilidades auditivas, le caía muy bien ese dicho de: "No le gusta el chisme pero la entretiene".
Realmente, a todos nos pega esa frase.

Solo bastaron algunos minutos en la ducha para que Alizze se pusiera al corriente de todo lo que había sucedido el día de ayer.
Algo tenían los sábados que se volvían intensos.

—¿Qué parte de "no sentir emociones fuertes" no te quedó clara, Megan? —me erizé cuando escuché su voz molesta, aunque entendía completamente esa molestia pues, si la situación fuera al revés también me molestaría.

Aunque tampoco era algo que pudiera controlar...

—Bueno, ¿lo lamento si? Es que todo pasó tan... no lo sé, solo pasó —admití, empezando a ponerme la ropa mientras veía su cara llena de seriedad e irritación.

El camino hacia el hospital a ver al doctor McGregory fue silencioso de parte de la rubia, pues, yo me la pasé cantando cada canción que la radio ponía.

—Solo espero que todo salga bien —susurró con suavidad, estacionándose y bajandose del coche sin siquiera esperarme.

—¡Oye! ¡Espérame! —grité, corriendo hacia ella con miedo de dar un traspiés y caerme de boca contra los estacionamientos.

Gracias al cielo, ya que teníamos una cita de seguimiento pudimos pasar rápidamente al consultorio.

—Buenos días doc —saludé, sentandome en la camilla mientras mecía mis piernas de adelante hacia atrás.

—Buenos días, Smith —contestó. —Espero que hayas seguido las indicaciones que te di —agregó, mientras veía de reojo como observaba la cara seria de mi acompañante. —¿Algo que decir, Cecé?.

—Se que no es su culpa, pero últimamente ha estado sintiendo más de lo que debería, e incumpliendo alguna de sus indicaciones —empezó. —La he regañado más veces de lo que usted imagina —bufó.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now