#64 Cliché oficial

4.9K 353 25
                                    

Un buen café fue suficiente para despertarme por completo, y para prepararme mentalmente para el resto del día.

—Bebida hecha por los dioses —murmuró la rubia, tomando de la taza mientras acomodaba algunas cosas en la bolsa. —Es una pena que no se admitan animales, joder, justo cuando te tenía un regalo sorpresa —bufó.

—Pues ya ni tan sorpresa eh —admitió Nick, pasándose bloqueador solar por todo el cuerpo.
Llámenme pervertida, pero los abdómenes de los hombres siempre han sido mi punto débil, aunque Nick realmente no tenía demasiado que mostrar.

—No me digas —contestó la rubia, rodando los ojos.

Yo me dedicaba a llenar mi termo de agua fresca para el camino, y echarme algunas chucherías que pudiera masticar para la ansiedad de las tantas preguntas que me hacía en ese momento.
La más importante era la siguiente:
¿Cuando iríamos a confrontar a la familia C?

Una pregunta que me atormentaba todas las noches.

—Muy bien, vamos, ya programé toda una ruta turística —admitió la rubia, que sin duda se estaba pasando esas vacaciones mucho mejor que nosotros dos. —A ver si quitan esas caras de perros muertos que se traen —añadió entre bufidos.

Entre jalones y gritos de apuro, salimos al dichoso tour que Alizze tenía preparado, del cual no me desgastaría mencionando los lugares.
Solo diré que esperaba que fueran más que hermosos.

Algunas cuantas horas de caminatas eternas, por fin habíamos terminado ese recorrido, el cual no podría calificar como bueno o malo.
Digo esto porque para mí, una ermitaña de cinco estrellas, los lugares repletos de gente no eran totalmente de mi agrado (por no decir que los detestaba).
Pero las vistas habían sido verdaderamente placenteras, todo Australia era una maravilla ante mis ojos, que toda su vida habían visto solo edificios y poca naturaleza.

—Por fin a la playa —suspiró Nick, poniéndose de pie y saliendo con Alizze y conmigo detrás del autobús público.

Me resultó difícil creer que había una playa tan hermosa como esa tan cerca de nuestra residencia, era una locura.
Y aún más ver que estaba casi vacía.

—Esto es hermoso —sonreí, caminando con cuidado por la ardiente arena.
He de admitir que una de las cosas que más detestaba de la playa era sentir que la arena se me metía en lugares donde no debería.
Ya saben a qué me refiero.

—Separation Creek, así se llama este sitio —Alizze, en algún momento que desconocía, ya se había instalado en un sitio accesible, marcando ese territorio suyo al anclar su enorme sombrilla. —¿No es una pasada? De nada, mortales

—Gracias —rió Nick, poniendo su silla junto a la de la rubia. —De no ser por ti jamás hubiera venido a Australia —añadió con un tono sincero, mientras yo pasaba el protector solar por mis brazos con concentración. —De hecho... ¿No es raro que tu supuesta familia psicópata no haya venido a buscarlas?

—A mi también me parece raro, pero realmente quiero aprovechar esto mientras dure —la rubia se puso sus lentes de sol, y procedió a ignorar todos los quejidos de O'Brien.

El silencio relajado por parte de la rubia, la cual seguramente ya se había dormido, nos dejó a mi y al chico solos.
Joder, y yo siendo tan mala para iniciar conversaciones normales.

De repente, el chico se rió, como si hubiera recordado algo.

—¿De qué te ríes? —pregunté alzando mi ceja con curiosidad.

—Bueno, la primera vez que me viste no dudaste en contestarme cuando te insulté, así que me parece raro que ahora no digas nada —me miró con una sonrisa derrite corazones. —Sí que haz cambiado —añadió, poniéndose de pie. —¿Qué te parece si damos un paseo?

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora