#11 Sexy Desconocido

13.8K 853 31
                                    

Nuevamente, aquí estamos. Esta vez no en una estación de policía, si no en algo mucho peor.

Un supermercado.
Sola, en un jodido supermercado donde el 50% eran ancianas y el otro 50%, ancianos. No me malinterpreten, no tengo nada en contra de los ancianitos, solo que a veces empiezan a hablar contigo sin razón y no sabes que responder a sus anécdotas de cómo iban a la escuela en el pasado.
Era impresionante, parecía que habían vivido en la era Jurásica.

Justo ahora, ese era mi caso. Un anciano detrás de mí no paraba de hablar sobre que antes este supermercado no existía, y que tenía que ir a pie por toda la calle, sin saber que peligros podría encontrarse en su ardua ruta. Podría haber sido secuestrado, o quizás hubiera muerto. Jamás lo sabremos.

Ahora, imaginen mi paciencia estando en el periodo.

—Siguiente —la melodiosa voz se la cajera hizo que mis pies reaccionaran y se pusieran frente a la caja, lejos del anciano que tampoco respetaba el espacio personal.

Veía como la cajera pasaba los productos y como resonaba el "Biiip" cada vez que uno pasaba. Era satisfactorio, aunque no en exceso.

—Puede pasar su tarjeta —anunció mientras me miraba neutra. La entiendo, lidiar con ancianos todos los días debe ser agotador.

Pasé la tarjeta con tranquilidad.
Tranquilidad que se me fue al escroto cuando me di cuenta de que no me sabía la contraseña de la tarjeta, ya que no era mía, si no de Jake.

La cajera me miraba para que me corriera rápido, ya que había mucha fila.

—Eh... Yo- —fui silenciada cuando un pecho grande y fornido se puso literalmente encima mío. ¿Esto es el cielo? No lo sé, pero el cielo es muy aplastante, pesa mucho.

—¡Querida! ¿Dónde te habías metido? Te estaba buscando. Tenga el dinero, ahora vamos cariño —mi rostro decía claramente "¿Y tú qué?", a lo que el de él me respondió un "Sígueme la corriente". Solo asentí vagamente sin prestarle mucha atención a que un desconocido me estuviera ayudando.
Soy tan juiciosa, ya lo sé, lo sé.

Mientras empacaba la dichosa compra, miraba de reojo al sexy desconocido, un lindo adolescente de rubio cabello e hipnotizantes ojos verdosos azulados.
Ya se que me iré al infierno por ser tan lujuriosa.

Caminé rápidamente a la salida esperando poder largarme a mi... Casa, pronto. Lamentablemente no era tan descarada como para no agradecer la acción de buen samaritano al sexy desconocido.

—Huh, bueno, gracias por ayudarme —asentí sin percatarme mucho de su rostro, no quería verme como una demente obsesiva por los rostros salidos de Pinterest.

—Por supuesto, las buenas personas ayudan a las buenas personas —una sonrisa ladina se asomó por su rostro. —Cariño.

No lo negaré, estuve a punto de estamparle la bolsa con puras cajas de cereal en toda la cara, hasta que lo miré realmente bien.

—¿Demian? —susurré sin estar completamente segura de mi hipótesis.

—Hasta que al fin te das cuenta, te has olvidado de nosotros —una mirada llena de tristeza inundó sus lindos ojos. —Perra, te hemos extrañado mucho —sonrió sin dejar de mirarme.

Probablemente mi cara parecía un dilema, estaba procesando todo.

—¡Demian! —tiré las bolsas al suelo, sabía que me arrepentiría luego, pero en ese momento no me importó. —Dios, mírate, ya eres todo un hombre —mi voz salió nostálgica, y con razón. Había conocido a Demian durante años, es como ese mejor amigo empalagoso del que nunca te puedes separar, aunque lleves años sin verlo o saber de él.

—Y tú toda una mujercita —respondió mientras me dejaba nuevamente en el suelo y recogía las bolsas. —¿Todo esto es para ti? —levantó su ceja incrédulo mientras caminaba conmigo detrás.

—No, y sí, hay muchas cosas que debo contarte, pero primero lo primero, ¿Cómo están tus hermanos?.

—Bah, ni me hables de ellos —rodó sus ojos con notable molestia. —Están en esa etapa donde se creen los muy muy.

—Uff, como si tú no hubieras tenido esa etapa, idiota —bufé.

Seguimos charlando por varios minutos, aunque se detuvo unos momentos para llamar a alguien y hablar por teléfono, que indignante.

—¿Me estás reemplazando por tu teléfono? Dame eso —se lo arrebate de la oreja y colgué con molestia, mientras lo ponía en mi bolsillo trasero.

—Ya verás, cariño.

—Si no quieres que mi puño quede encajado en tu boca, cierrala.

—Las amenazas no van bien contigo —rió burlón.

—Ya no soy esa niña de antes, Demian, ubícate por favor —rodé los ojos.

El tiempo pasó rápido, solo unos cuantos minutos hasta que una furgoneta negra aparcó frente a nosotros. ¿Demian me iba a secuestrar y no lo sabía? La puta madre.

De la camioneta salió un chico que reconocí de inmediato como Logan King. El hijo de perra me asustó bastante.

—Pero mira eso, si es el gran Logan King —dije ladina mientras inclinaba mi cabeza mirándolo.

—Creí que no me reconocerías, menos mal —un suspiro de alivio se escapó de entre sus labios, mientras me envolvía en sus brazos en un lindo abrazo.

Logan era como un pan relleno de ternura, realmente era un buen chico. Aunque a veces podía salir su lado serio y sobreprotector o tóxico.
Siempre las cosas buenas deben tener un lado oscuro, y si no las tiene, preocúpate.

—Te extrañé mucho —asintió haciendo un tierno puchero, el cual totalmente derritió mi pendejo corazón.

—Yo también los extrañé —sonreí de lado y me asomé por su hombro, viendo como Damian, el mellizo de Demian, me ignoraba como si no supiera de mi existencia.

—Oye tú, idiota, ¿No vendrás a saludarme? —articulé con molestia de que ni siquiera volteara a mirarme.

Damian siempre había fingido tener ese aura misteriosa, de que el mundo le valía mierda y que no le importaba nada ni nadie.
Era estúpido, pero lo dejaba ser.

—¿Y tú quién eres? —respondió seco, me recordaba bastante a Jake.

Le arrebate el teléfono guardándolo junto al de Demian y de un jalón le di un fuerte abrazo.

—No seas ridículo y abrázame, idiota —gruñí aferrándome a su cuerpo, no sean cochinos.

Un suspiro pesado salió de el y me abrazó desganado, pero me abrazó.
Cabe aclarar que Damian y yo habíamos tenido varios encontronazos en el pasado, pero eso no quitaba el hecho de que lo quería tanto como a sus hermanos, fue una parte de mi infancia donde pude relacionarme con gente como ellos y aprender cosas nuevas.
Bonitos recuerdos.

—Ahora que estamos aquí, veo que no tienes coche y que hiciste una compra monumental —la voz de Logan interrumpió nuestro abrazo.

Entonces caí en cuenta de que había venido a pie, pensando que no sería demasiado lo que compraría ya que no había visto la infinita lista que Jake me había proporcionado antes de salir.
¿Porque diablos me había pedido incluso shampoo de perro? No había mascotas en la casa...

—Tonta —Demian tomó todas y cada una de las bolsas y las lanzó sin cuidado a la furgoneta, subiéndose al asiento de conductor. —Muevan las piernas, o los dejaré aquí —bufó.

Todos subimos rápido ya que sabíamos que él sería perfectamente capaz de dejarnos ahí hasta el día siguiente.
Al menos pude llegar a casa sin necesidad de caminar tanto.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now