#47 Uno en un millón

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Keegan Pov's

He de admitir que sentía envidia pura de que la pelirroja hubiera pasado la noche con Nick, aunque técnicamente eso no era lo que había sucedido.
Tristemente, tuve que venir a desquitar mi ira con una persona, una mujer para ser exactos.

—Había olvidado lo grueso que era —se mofó Kitty. —Oye, ya ni siquiera me llamas por estar detrás del culo de esa chica —añadió con su tono de voz más meloso posible. —¿No es algo injusto? Soy yo la que te complazco, la que deja que la llenes de semen, no esa maldita.

Me detuve al escuchar lo que decía, y voltee a verla terminando de abotonarme los pantalones.

—Esa "maldita" tiene algo que tú no tienes —me acerqué lentamente a su cuerpo desnudo, y la tomé de las muñecas para que no se me escapara. —Es difícil —lo siguiente fue su mano en toda mi mejilla, y luego sus uñas enterrandose en mi cabello.

—Escúchame bien, maricon —me dio un jalón haciendo que nuestros rostros quedaran a centímetros, lo suficiente para ver como sus ojos se oscurecían por el placer que le ocasionaba maltratarme. —Ella no fue, no será, y no podrá ser mejor que yo cuando se trata de darle placer a una persona —apretó mi cabello con fuerza haciendome titubear por algunos segundos,
Sí, Kitty es un tanto... Sádica, y también masoquista.

—Lo dices como si supieras como se siente tener sexo con ella, ¿me perdí de algo? —espeté, sabiendo que eso solo la haría enojar más.
Otra bofetada, más fuerte que la anterior.

—Tengo mejores gustos que los tuyos, cariño —me dio un doloroso beso donde jaló mi labio inferior con todas las ganas de arrancarmelo de la cara, lo que solo podía significar una cosa.
Y aquí vamos otra vez.

Varios momentos intensos después, ahora sí, dejando a la fiera dormida, salí silenciosamente y me dirigí a mi casa, queriendo descansar luego de esa intensa sesión de relajación.

Me detuve frente a un espejo que me encontré en un semáforo, dándome cuenta de que me veía realmente demacrado, lo cual no podía permitir.
Si Jake se llegaba a enterar, me mataría.
Así que prefiero prevenir que lamentar.

Me quedé fuera de contexto cuando ví salir a todos de la casa, incluidas la maldita rubia del demonio y la pelirroja, totalmente listas para salir.
Joder, incluso Cameron estaba ahí.

—Oigan, oigan, ¿de qué me perdí? —pregunté con confusión, mirándo como todos me ignoraban completamente y se iban a encender los autos. —¿Qué diablos está pasando?.

—No creo que el sea necesario —comentó la rubia ignorando mis preguntas. —Joder, apestas a látex y cigarrillo —bufó. —¿Estabas cogiendo?, al menos podrías haberte duchado —hizo una mueca de asco y pasó por mi lado, dejándome a solas con un rostro neutro que detestaba.

—Déjame adivinar —comenzó. —Hueles a zorra, pero no a cualquier zorra, si no una que usa perfumes ridículamente caros y látex ultra fino para que se le rompa y en días te llegue con la noticia de que serás padre —cortó con irritación.
No sabía porqué, pero eso me hizo sentir bien.

—Entonces puedo ahorrarme la parte donde te digo quién es —sonreí ladino, viendo como rodaba los ojos con molestia y se disponía a abandonarme nuevamente, lo cual claramente no le permití. —Oye, oye, detente ahí cariño —la tomé del antebrazo y la acerqué a mí sin ninguna pena. —¿Puedo hacerte una pregunta?.

—No.

—Perfecto —reí suavemente, y me acerqué a su inmutable rostro. —Si dices que yo no soy importante para ti, ¿por qué te pones de esta forma cuando descubres que cogí con alguien? —pregunté con simpleza.
Su rostro mostró confusión por algunos minutos, pero después se encogió en enojo puro del cual me asusté un poquito.

—Porque quizás sí me importas —contestó, dándome un leve vistazo de frente y alejándose de mi de un empujón, mientras yo procesaba lo que acaba de escuchar. —Ah, y, por si te interesa. Invité a todos a salir, tristemente la palabra "todos" te incluye, así que ve a cambiarte y mueve tu trasero hasta acá —añadió.

Asentí rápidamente y corrí escaleras arriba para darme un baño indecente, ponerme algo decente y salir corriendo nuevamente escaleras abajo.

—Por fin, te tardas más que una mujer —gruñó la rubia, que estaba en el asiento delantero de mi auto.

—¿Qué haces en mi auto? Lárgate —bufé, subiéndome al mismo mientras gruñía y hablaba entre dientes diciéndome a mi mismo lo mucho que la detestaba.

—¿Crees que yo quiero estar aquí? No princesita, es lo que queda, la basura del final —espetó, poniéndose el cinturón de seguridad de mala gana. —Mira, no se que le dijiste a Megan pero solo... Déjala en paz, ella no necesita de tus mierdas ahora.

Levanté mi ceja al oírla, y detuve lo que estaba haciendo para girarme hacia ella.

—Dime algo, ella te gusta mucho, ¿Verdad? —sonreí. —Es una pena, porque ya caíste en la familyzone.

—Al menos caí en algo, tú nisiquiera estás en su lista de pretendientes —reí a carcajadas al escucharla decir tal cosa, y arranqué siguiendo a los demás.

—Ella acaba de decirme que era importante en su vida, rubia engreída.

Megan Pov's

Para ser totalmente sincera, me preocupaba lo que pudiera pasar en el auto de Keegan estando Alizze allí.
Tomando en cuenta que ambos se llevan tan, tan bien.

—¿Estás bien? —di un respingo al escuchar a Cameron de repente, sí, de todos los autos, de todas las personas, me tocó Cameron.

—Sí, es solo que Alizze y Keegan no se llevan especialmente bien para meterlos en un auto juntos —suspiré, recostandome del asiento para tratar de despejarme.

—No te preocupes, pueden ser dos incordios pero no llegará a otro nivel —respondió, lo que me dio bastante curiosidad.

—Puedo preguntar, ¿Desde cuándo conoces a Keegan?.

Ví como apretó el volante, y su silencio me indicó que era el tipo de chico al cual no le gustaba compartir.

—Nos conocimos desde... Quinto o sexto más o menos —comenzó. —Él era el típico popular que le gustaba a todas las niñas, y yo el misterioso que le hacía contrapeso —añadió, mirando fijamente la carretera. —Hasta hoy, sigue siendo así.

Solté una leve risa al darme cuenta de que tenía razón, Keegan seguía siendo el mismo chico popular que le gustaba a todas las chicas, y él seguía siendo el chico misterioso que cautivaba silenciosamente.

—Estoy de acuerdo, aunque con tu parte más que nada —respondí. —Tipos como Keegan hay muchos, pero tú... Bueno, podría decirse que eres uno en un millón —sonreí asintiendo varias veces, mostrándole una facción de mi que no muchos habían visto.
La curiosa, por supuesto.

—Uno en un millón —me sorprendí de sobremanera cuando lo vi sonreír, aunque fue efímero, ligero y pasajero.
Vaya sonrisa mojabragas. —Llegamos —miré la heladería con una sonrisa, y me dispuse a bajarme con rapidez ansiosa.

Voltee a ver a Keegan y Alizze como instinto, notando que había bastante tensión entre ellos, pero no más que eso.
Milagrosamente nadie se había llevado una bofetada en la cara.

—Entremos, muero por algo frío con este maldito calor —bufó Steven, acercándose rápido a la puerta y entrando con el entusiasmo de un niño.
Y fue ahí cuando recordé quien trabajaba en ese lugar.

Marion.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora