#52 Consejos maternales

6.2K 408 15
                                    

Había perdido la cuenta de las horas que llevaba escuchando a Nick hablar, y peor, haciendo las miles de tareas que tenía atrasadas, aún más porque solo faltaban algunos días para que las clases terminaran temporalmente, así que los maestros se estaban encargando de dar los trabajos finales.

—No tienen una pizca de compasión —bufé, terminando de escribir el interminable párrafo dando una opinión sobre cosas con las cuales no los aburriré.

—Para serte sincero, jamás imaginé que estudiaras para convertirte en diseñadora gráfica —admitió mi compañero. —¿De verdad es lo que te gusta?.

—¿Crees que lo estudiaría si no me gustara? —reí hacia su pregunta, terminando de guardar mis lápices, plumones, stickynotes y todo lo que usaba para poder aprenderme lo que escribía.
La verdad era, que me distraía ridiculamente fácil, con el viento, una hoja, el suelo, una mosca pasando frente a mí.

Sí, a ese nivel.

—¡Por fin terminamos! —chilló con entusiasmo, recostandose en mi cama sin una chispa de delicadeza.

—¿En qué momento te di permiso para recostarte en mi cama? Muévete —bufé, poniendo mis libretas en la mochila y tirando los papeles garabeteados al basurero.
El chico obedeció entre quejidos y otras cosas que preferí ignorar, pues estaba demasiado concentrada observando por la ventana a Lia. —¡Lia! —chillé con entusiasmo, bajando lo más calmada posible a recibirla.

—¡Megan! ¡Que alivio! —gritó, acelerando su paso y abrazandome un poco más fuerte de lo que los doctores me sugirieron. —No sabes lo preocupada que estaba —me tomó de los brazos con suavidad, mirandome buscando la herida que le dije me habían hecho.

—No está visible —sonreí. —Lamento haberte preocupado —añadí, llevandola dentro para que el momento por el cual me había preocupado tanto se hiciera realidad.

Presentar a Lia y Alizze.

—¡Lia! ¡Qué gusto verte! —admitió Dylan desde la sala, mientras movía su mano a forma de saludo. —Hace mucho que no venías —la chica respondía a lo que el chico le preguntaba sin ninguna objeción, lo que me daba algo de miedo.
¿Tanto era su supuesto amor hacia el?.

—Oh, bienvenida —murmuó Alizze, saliendo de la cocina con las manos llenas de lo que suponía era harina para hornear.
Sus ojos pararon en mí, buscando respuestas a sus especulaciones.

—Vaya, no creí que hubier otra chica en esta fraternidad —Lia se acercó con lentitud a la rubia, recibiendo algunas miradas neutras por su parte. —Soy Lia, es un placer.

—Alizze —contestó, soltando un suspiro pesado y formando una leve sonrisa en su rostro gracias a la posible cara de súplica que le hacía. —El placer es mío —añadió, para perderse en la cocina con un acompañante muy peculiar.
Hunter.

He de admitir que hay unas cuantas cosas que no les he contado.
Como mis trasnochadas con Hunter, trasnochadas donde el se dedicaba a contarme cosas sobre el, a abrise conmigo respecto a sus sentimientos por esa intensa rubia.

Lo recuerdo como si fuera ayer.

Flashback

Me centré en escuchar a Hunter toda la noche, a escuchar todo lo que sentía para que por fin pudiera dar un paso adelante en su vida.

—Hunter, ¿qué es lo que quieres? ¿Por qué estás tan desesperado por conseguir a alguien que te ame? —pregunté, manteniendo mi vista clavada en cada una de sus reacciones.

Quiero... Quiero que alguien se enamore de mí, de mi actitud, de mi horrible lenguaje, de mi tono de voz, de mi manera de salirme de tema, de mis muecas, de mi manera de confundirme porque soy muy lento, de mis chistes malos, de mis carcajadas; Porque quizás así me sienta seguro y deje de dudar de mi físico.

Me quedé en silencio, observando como su rostro se distorsionaba en muecas.
Ignoré el hecho de que no hubiera respondido mi última pregunta, y me dispuse a tratar de apoyarlo en la medida que el mismo me lo permitiera.

—El primer paso no te lleva a donde quieres ir, pero te saca de donde estas —comenté, poniendo mi mano con suavidad sobre su hombro para darle un poco de apoyo moral.

Fin del Flashback

Esas fueron exactamente las palabras que salieron de su boca la última vez que lo ví, y, aunque no sabía porqué tenía ese increíble desespero porque alguien lo amara, simplemente lo escuché, y dejé que se desahogara esa noche.
Su noche.

Esa vez traté de animarlo diciendole algunas bobadas que jamás hubiera imaginado una ignorante como yo pudiera decir, bobadas que milagrosamente funcionaron.
Desde ahí, empecé un trato del diablo con el.
Yo le ayudaba con Alizze, y el me mantenía al tanto de todo lo que sucediera en la casa, puesto que con esto de la familia C, estaba segura de que no tendría mucho tiempo para chismear.

—Lia, me alegra verte —me sorprendió saber que Lia y Nick ya se habían conocido anteriormente, enterandome que en algún momento, ellos habían sido una tierna y empalagosa pareja.

—Joder, jamás me lo hubiera imaginado —admití mientras los observaba. —¿Cuando sucedió? —pregunté con notable curiosidad.

—Decirte una medida de tiempo exacta sería una mentira, pero creo que cursabamos noveno en ese entonces —contestó Lia con tranquilidad, y me di cuenta de que no había pasado mucho desde que ellos estuvieron juntos.
Lia tenía apenas 16, yo 17, por lo que era obvio que cursabamos el undécimo grado juntas.
Nick, por otro lado, estaba en el duodécimo grado, por lo que cuando saliera de la preparatoria, iba directamente hacia la universidad.

—¿Y porqué se separaron?.

—Creo que necesitabamos un balance, ambos eramos demasiado cariñosos, por lo que pasar tiempo juntos se volvió un fastidio —respondió Nick, encogiendose de hombros como si fuera tan simple.
No pude descifrar si a Lia le había dolido lo dicho, o simplemente aparentaba que le daba igual.
O realmente le daba igual.

—Bien, a veces puede pasar —sonreí tratando de cambiar el tema drásticamente. —Iré a ver que hace Alizze, enseguida regreso —caminé rápidamente a la cocina, encontrándome una escena que toda mujer desearía vivir.

Alizze riendo, mientras cocina un plato que se ve bastante prometedor.
Que linduras.

—Vaya, vaya, vaya —susurré a sus espaldas, haciendo que ambos dieran un respingo y voltearan a verme. —Me alegra ver que se llevan mejor —sonreí, acercandome a ambos para que el increíble aroma a carne me nublara la conciencia.

—Eso... creo —sonrió la rubia, acomodandose en la encimera esperando a que esas prometedoras galletas estuvieran listas. —Hunter no es tan idiota como los demás —añadió con simpleza.

—Sí, concuerdo con eso —me acomodé junto a Hunter, que solo nos miraba incrédulo de que dijeramos tales cosas con el presente. —Deberías sentirte privilegiado —bufé.

—Chicas... ¿Qué harán cuando acaben las clases oficialmente? —preguntó el chico, mirandonos a ambas como si hubiera esperado mucho tiempo para preguntarlo.

—Aunque yo no esté tomando clases... Probablemente tengamos asuntos pendientes con mi familia, hablando de ello, me sorprende que no hayan venido ya —soltó un pesado suspiro, remeneando la sartén donde habían algunos vegetales.

—Ni me lo menciones, entre eso y mi madre no he podido dormir en tranquilidad estas últimas semanas —gruñí, acercándome a la estufa para olfatear mejor ese exquisito aroma.

—Tu madre eh, ¿demasiado sobreprotectora? —inquirió Hunter, mirandome con cierta curiosiddad que relucía en esos grises ojos.

Me quedé en silencio por algunos segundos, pensando cual era el término correcto para dirigirme a mi madre sin que sonara tan mal, pues nunca hablaba de ello con nadie y prefería que se mantuviera así.

—Demasiado interesada, diría yo...

Ambos se vieron de reojo, y se centraron en cambiar de tema con brusquedad, llevandome a la sala de estar donde se encontraban todos, incluso Nick y Lia a esperar que estuviera la supuesta "especialidad" de Alizze.

Podría decirse que ese momento había sido casi perfecto, excepto por el sonido del timbre...

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now