#27 Tómalo o déjalo

10.7K 649 41
                                    

Y nuevamente me encontraba en la misma situación, con una persona que preferiría no estarlo.
Estábamos en su habitación, en encima mío a horcajadas, sabía cómo terminaría si no lo detenía.

Aunque él era más fuerte en fuerza bruta, lo que me dificultaba un poco el asunto.

—Quítate o los noticieros tendrán una jugosa noticia de una chica que fue violada —lo aparte con brusquedad ante el casi beso que estábamos por tener.
Wakala.

—No lo arruines —gruñó con desesperación, observándome.

—No es cuestión de arruinarlo, es simplemente que me das asco, y ahora más, pervertido —usé la fuerza de mis piernas y lo aparté, dándole una patada en el abdomen que sin duda alguna lo había dejado sin aire.
Satisfactorio.

Caminé coja hacia la puerta y salí cerrando.
No intento que lo malpiensen, más bien, tuve un pequeño accidente la noche anterior mientras escuchaba a hurtadillas la discusión que tenían los dos hombres de la casa.

¿Recuerdan cuando Jake le dio un empujón a Keegan y el susodicho tiró un jarrón al suelo? Al parecer un pedazo de vidrio se me había encajado en la planta del pie, y no me había dado cuenta suponía por la adrenalina del momento.

Ahora entiendo porque las abuelas siempre decían: "No estés descalza".

En consecuencia a todo lo que acababa de decir, lo menos que quería ahora era ver a Keegan o Jake, porque sin duda alguna se darían cuenta de que estaba haciendo algo que no es bien visto hacer.
Aunque estaba buscando un vaso de agua, eso no es nada sospechoso, ¿O sí?

Pero había alguien a quien quería encontraré aún menos.
Cameron, con quien había compartido ese momento tan... Meh.

Por lo que sabía, Hunter no era un chico pervertido, así que estaba segura de que estaría relativamente a salvo si entraba a su habitación.
Aunque no habíamos quedado muy bien desde la última vez que hablamos, por lo que también aprovecharía esta oportunidad para entablar el comienzo de una "amistad".
Una de mis metas de vida estaba a punto de cumplirse por fin.

Toqué con suavidad, esperando la respuesta de la persona dentro, o esperando que siquiera estuviera allí.

—Adelante —entré con rapidez y cerré con lentitud, empezando a examinar las cuatro paredes cubiertas de pósters, tablillas con figurillas de personajes de videojuegos, y la mayoría de decoración negra o grisácea. —Ah, eres tú, ¿Que quieres?

—Mmm, bueno, quería pedirte algo...

—No.

—Nisiquiera he empezado a hablar.

—Entonces ahórrate la saliva.

Respiré profundo, sabiendo que no sería nada fácil penetrar esa coraza.
Menos ahora que tenía un empeño conmigo y el incidente de Liam.

—¿Puedo quedarme a dormir aquí esta noche? Solo esta noche, lo prometo —mecí mis pies de un lado a otro recostada de la puerta, observandolo sin saber que estaba pensando, ya que su rostro era bastante inexpresivo, incluso más que el de Jake.

La verdadera pregunta es, ¿Porque siempre termino hablando de él? Es irritante y horroroso.

—¿Cada día planeas quedarte en una habitación diferente o qué? —atacó, con un toque de molestia que conocía bastante bien viniendo de el.

—Así puedo saber que les gusta y sobornarlos —me encogí de hombros, diciendolo con tanta naturalidad que su ceja alzada me indicó que poco a poco dejaba de mirarme con ojos de cazador.

—¿No ibas a quedarte con Cameron? —preguntó burlesco, me tense levemente, pues ese tono que utilizó me dejaba muchas cosas a la imaginación.

—Ahora me quedaré contigo, ¿Puedo o no? —contraataque.

—¿Quieres?

—¿Tú quieres? —respondí, un poco harta de ese jueguito de palabras.

—Pues no, pero si te digo eso no dejarás de joderme —se recostó en su cama nuevamente, y siguió observando su teléfono con irritación.

Sonreí victoriosa, encaminando mis piernas a la cama para recostarme para bajar el estrés, aunque fui detenida.

—Dormirás en el suelo, y no puedes tocar nada.

—¿Es enserio? —gruñí ofendida.
Sabía que era un precio justo a pagar, pero me negaba, ¿Acaso saben lo incómodo que es dormir en el suelo?.

—Tómalo o déjalo.

Bufé.

—Bien, ¿Al menos tienes algo que me puedas prestar para poner en el suelo?.

—No, ve y busca algo —se levantó, para luego sentarse y encender lo que entendía era una play.

—No quiero ver a Keegan —respondí con sinceridad, mientras me sentaba a su lado y tomaba el otro control, encendiendolo como el lo hacía.

—¿Que parte de no tocar nada no entendiste? —me decía eso, pero tampoco hacia el esfuerzo para quitarme el mando, así que seguí con lo mío con tranquilidad.

—Veamos, vamos a hacer lo siguiente —me acomodé en el asiento de tal forma de que nuestros cuerpos quedaran frente a frente. —Si yo gano, no podrás negarme quedarme en tu habitación nunca más —añadí, mirándolo.

—Enserio, no quieres apostar.

—Y si tú ganas, puedes rechazar esa oferta.

—¿Solo eso? Eres una pésima negociante —rodó los ojos con frustración, mientras presionaba los botones del mando e iniciaba un juego que conocía como Fortnite. —Si yo gano, tienes que irte de mi habitación —volteó a verme por el rabillo del ojo. —Y regalarme La Guadaña.

Levanté mi ceja triunfante, aunque internamente, porque para mí significaba que poco a poco nos estábamos tolerando mutuamente.

—Le añado a mi oferta, si gano, tendrás que regalarme a Ghoul Trooper, y si pierdo, cumpliré tu petición y te regalaré la guadaña —extendí mi mano, dispuesta a cerrar ese doloroso trato.

—Hecho, que comience la matanza.

Media hora después, hasta para mí era surrealista la forma en la que había perdido.

Uno de nosotros estaba herido ya en círculo demasiado pequeño para ambos, mientras el otro intentaba disparar.

Adivinen qué pasó.

—¡Hiciste trampa! ¡Hiciste trampa! —vocifero con fuerza mientras se levantaba, viendo en la pantalla como ponía que la ganadora de la partida era yo.

—Técnicamente no hice nada, moriste a causa de la tormenta —levanté mi ceja mientras una gran sonrisa adornaba mi rostro. —Entonces, adelante, una apuesta es una apuesta —señalé la pantalla con el mando, esperando que hiciera lo necesario para darme lo que ahora me pertenecía.

—No puede ser... —murmuró, mientras pasaba sus dedos por su cien y cerraba los ojos.

—Acepta que eres un mal perdedor, Hunter —me acomodé en el sofá mientras apagaba el mando y cerraba los ojos. —Mañana en la mañana revisaré si mi nueva skin está donde debe estar.

Escuché a lo lejos como salía de mala gana, supongo que a desquitarse con algo por su humillante derrota.
Menos mal.

Antes de poder darme cuenta, ya había caído en los brazos de Morfeo y estaba lista para dormir una placentera siesta.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora