#46 Oportunidad única

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Hubiera querido decir que me levanté con un hermoso príncipe azul a mi lado, pero solo encontré una pálida cara llena de saliva y una cabellera rubia frente a mi rostro.
Pero realmente tampoco me molestaba, era un lindo rostro a pesar de las circunstancias.

La noche de ayer la habíamos tomado para reflexionar sobre todas los posibles escenarios donde aparecía la Familia C.
Y sobre Nick, ya que Alizze no dejó de joderme con eso hasta exprimirme la última gota de información.

Me levanté lentamente para no despertar a la susodicha, y caminé rápido a la salida para cerrar suavemente.
La casa estaba silenciosa, por lo que suponía que todos aún dormían.
Gracias al cielo.

—Que relajante —murmuré con una media sonrisa, caminando a la cocina para tomar alguna cuchería para mantener la boca ocupada.

—¿Que cosa? —me voltee al escuchar la voz de Jake, igual de seria y neutra que siempre. —¿No escuchar nuestras bocotas desde tan temprano? —lo miré, notando que tenía el labio morado y una curita en la nariz, justo en medio.
De algo tenía que servir Demian después de la decepción que me hizo pasar.

—¿Tú qué crees? —respondí, abriendo el frigorífico para buscarme leche. —Me sorprende que estén despiertos tan temprano.
Instantáneamente, Matthew salió de su gran escondite detrás de la pared que dividía la cocina de la sala.

—Eres intuitiva —contestó el susodicho, sentándose en la barra para mirarme fijamente. —De hecho, queríamos preguntarte algo. —Y no queremos incomodarte, que conste.
Los miré de reojo, mientras servía el cereal en el plato y buscaba una cucharsa.

—Todo dependerá del tipo de pregunta que sea.

Alcé la ceja cuando ambos se miraron entre ellos, como si ahora no supieran si deberían o no preguntar.

—Ayer en la noche llegaste acompañada —comenzó el mayor. —¿Quién era el? —preguntó.
Qué irónico.

—Se veían... cercanos.

Eché algunas fresas cortadas a los cereales, y me dispuse a caminar al comedor.
Tomé asiento con los dos chicos detrás esperando mi respuesta.
Quería pensar que se preocupaban por mí, pero eso se esfumó al ver como ambos estabban tan malditamente ansiosos por que respondiera.

—Es algo cruel que no puedan reconocer a su propio amigo —contesté. —Nick, el chico con el cual me enredé a puños y patadas en la cafetería —añadí con simpleza.
No me sorprendió cuando hicieron una cara de alivio y relajaron sus músculos.

—Estaba oscuro, ¿qué esperabas? —bromeó Matthew.

—Si estaba tan "oscuro", ¿cómo se supone que me vieron llegar acomapañada? —pregunté ahora cortante, teniendo la leve sospecha de que esa presencia que sentí estando con Nick no era una coinsidencia.
Bingo.

El silencio de parte de ambos me dejó saber que, efectivamente, me habían espiado el día anterior.

—Tiene que ser una maldita broma —murmuré, pasando los dedos por mi entrecejo para no mandarlos al infierno o lanzarles el plato de cereales en toda la cara. —Supongo que querían vigilar a su gran trofeo —añadí gruñendo amenazante, mientras los veía abrir y cerrar la boca sin saber qué decirme al respecto.

—¡Estabamos preocupados! Cuando terminó la dichosa pelea, Jake te buscó por toda la casa y no te encontró en ninguna parte, me pidió ayuda para salir a buscarte, y luego de un rato te encontramos con Nick...

—¿Y se supone que debo creerte?.

—Nosotros no tenemos porqué mentirte —cortó, dándose media vuelta y yendose escaleras arriba, dejándome con las palabras en la boca.
Gruñí con frustración al ver que Matthew se iba detrás de el, quedando solo yo, mi plato de cereales y muchas preguntas.

Cuando llegé a mi habitación, me dispuse a cambiarme y pensar en algo en lo que me creí incapaz de pensar alguna vez.
Invitar a los demás a salir.
Sí.

—¿En serio lo harás? —Alizze me miraba con preocupación, como si su compañera se hubiera descompuesto y quisiera repararla a toda costa. —¿Qué fue lo que sucedió para que hagas esta buena obra samaritana? —la miré de reojo sin saber si era una buena idea contárselo, pues Alizze solía ser bastante celosa conmigo respecto a las personas que circulaban a mi alrededor.

—Al parecer... Jake y Matthew me espiaron ayer, mientras estaba con Nick en la colina... —respondí.
He de admitir que su silencio me alarmó ya que ella podía ser bastante impredecible.

—¿Que hicieron qué?...

—Sí, yo también me enojé, pero... bueno, creo que después de los muchos problemas en los que los he metido, lo menos que puedo hacer es esto —añadí rápido, poniendo mi mano sobre su hombro para calmarla. —Así que me gustaría que en vez de que te enojaras, me apoyaras en esto, que de por sí ya es complicado.

Me miró por algunos minutos, y soltó un largo suspiro para después sonreírme.

—De acuerdo —se levantó sonriendo. —Hagamoslo.

Luego de un rato donde me aseguré que todos estuvieran despiertos (voluntariamente), me senté alrededor de ellos mirandolos a todos de cada uno.

—Bien... —comencé. —Yo... Realmente nunca pensé que les pediría esto, no tan pronto —continué con lentitud. —Me gustaría invitarlos a salir a alguna parte, donde ustedes quieran, por todos los problemas que les he causado últimamente.

El silencio de parte de ellos me dejó algo avergonzada, ya que no los conocía lo suficiente para decir si era bueno o malo.

—¿De verdad quieres invitarnos a salir? —respondió Steven con notable sorpresa. —Vaya... es muy...

—Entiendo si no quieren —corté mientras miraba mis dedos con nerviosismo. —Es solo que... me parece correcto.

—Yo digo que deberíamos ir a la heladería —añadió con simpleza Dylan, típica de el. —No voy a desperdiciar la oportunidad de conocer mejor a Megan, es muy misteriosa —sonrió, asintiendo varias veces seguidas a mi propuesta.

—Yo también voy —no me sorprendió que Jayden se sumara, puesto que no se despegaba de Dylan en ningún momento.
Gemelos al fin.

—¡Obviamente yo también iré! —exclamó Steven con entusiasmo. —Es la primera vez que nos invitas a alguna parte, una oportunidad única.
Me alivié inmensamente cuando los restantes se dirigieron a sus habitaciones para prepararse.
Excepto Cameron y Jake, que me observaban fijamente tratando de indagar en mi alma.

—¿No vendrán? —pregunté lentamente, mirando las reacciones faciales de los dos.

—No me gusta el helado —respondió Cameron. —¿Por qué debería ir, de todos modos? —se acercó peligrosamente a mi rostro, queriendo la respuesta a su pregunta.

—No tengo una buena razón para hacerte venir, si eso es lo que quieres escuchar —declaré. —Tú te lo pierdes —lo aparté con suavidad, y me levanté. Aunque no sin antes darle un último vistazo a Jake, que se mantenía en el mismo sitio sin mirarme. —Me gustaría verlos a los dos allí, pero si no quieren, nadie los obliga.

Y con eso, me fui escaleras arriba para prepararme.

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