#10 Código 932

13.9K 861 39
                                    

Y aquí estamos.
En el cuartel de la policía cuando ya está amaneciendo.
Mí perfecto currículo...

Seguramente quieren saber qué carajos fue lo que sucedió, para eso debemos indagar un poco en el pasado.

Flashback...

—¡Alto, policía! —fui abruptamente detenida por el guardia.

No lo negaré, estaba huyendo como toda una rata.
¿Me importaba? JAJAJA, pues no.

—Estás detenida por el uso de drogas —esposó mis manos sin poder siquiera dejarme hablar.
Cabe aclarar que estaba tratando de asimilar lo que me dijo.

—¿Drogas? ¿Enserio me veo como una chica que se mete drogas? —pregunté indignada. —Además es una fiesta universitaria, son cosas comunes viniendo de adolescentes estúpidos —añadí con molestia. —La casa ni siquiera es mía, ¿Porqué me estoy metiendo en problemas por culpas de los demás?.

—Necesito interrogarla aún así, por favor acompáñeme.

Fin del Flashback...

Y así fue como acabé aquí.
Aunque ya estábamos saliendo luego de una larga charla con los oficiales, para que dictaminaran que al final era una pobre chica arrastrada a la masacre.
Aunque nos hicieron pagar una multa, sinceramente ya me olvidé por qué, pero estaba muy indignada.

No perdí mi tiempo y con lo poco que quedaba en mi masacrada billetera, pedí un Uber, yendo directamente a... Mi casa.
Aún me siento rara diciéndole así.

Para mi suerte, había robado unas llaves que no me importaba a quienes le pertenecían, solo sabía que eran de mi casa.
Así que entré cerrando y me encaminé a la habitación, deseando solo descansar luego de la larga y tediosa noche que había tenido que sufrir.

Pero claro, ¿Como podría el universo darme un regalo tan precioso como ese?
En cambio tengo que soportar a Keegan tirado en toda la cama.
¿Porqué me ve así?

—¿Dónde estabas, cariño?

—Eso no te incumbe, idiota —corté mientras tiraba mi teléfono, hace ya algunas horas muerto, por algún lado.

—No regresaste anoche, estábamos preocupados —escuché como la cama se movía, y volteé a verlo con los ojos entrecerrados.

No confío nada en este hombre.

—Estaba vendiéndome en un prostíbulo —respondí con simpleza, mientras caminaba hacia el baño con cansancio.

—¿Y no me invitaste? —su tono burlón solo me dejaba saber que si le respondía solo me molestaría más, así que simplemente lo deje hablando solo y me encerré a darme una larga y refrescante ducha.

A la mañana siguiente, me encontraba tranquilamente sentada sobre el retrete haciendo mis necesidades.
Hasta que me di cuenta de que esos días habían llegado.

—¡Me cago en Andrés! —grité con furia. —¿¡Porqué hoy!? ¿¡Porqué!? —estampé mis puños contra mis muslos, realmente enojada.

—¿Qué diablos dices? Despertarás a todos —el regaño del idiota solo hizo que me enojara aún más.

—¿¡Y a mi que me importa esa banda de estúpidos?! —grité con histeria. Decía la verdad, ¿Que componían ellos en mi vida? Exacto, absolutamente nada. —Haz algo por tu mierda existencia y pásame el teléfono.

—Eso es una petición un tanto atrevida, cariño.

—Código 932, jodido idiota, código 923.

¡Una Pelirroja, 8 Chicos! ✓ Where stories live. Discover now