EL SHOW DEBE COMENZAR

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Soy Diana Armas y no he conocido el amor.

Y no voy a conocerlo si no logro zafarme del abrazo del oso de este gigante.

Siento que mis costillas están a punto de romperse.

Mierda.

Recuerdo la vez que le rompí la nariz a un maestro.

Faltaba poco para que yo cumpliera dieciocho.

El Profesor se había burlado de un estudiante, lo había llamado retrasado.

Todos se burlaban del pobre chico.

Eso me hizo enfurecer. Y el catedrático conoció el sabor de mis puños.

Me llevaron a la Dirección.

Mientras llamaban a mi padre, fue la primera vez que me palpitó el pecho.

Mi Padre nunca tomaría esa llamada.

Unos traficantes de armas lo masacraron en la calle.

Y ahora yo seré  destripada.

Pero antes, regresemos unos minutos en el tiempo, como en una película.

***

Desde que entré al museo, mi pecho no ha parado de palpitar.

Un momento, ¿esa señora lleva nalgas falsas?

En fin, esta es la inauguración del museo auspiciado por Matt Gillen.

En el interior hay una gran ceremonia.

Bebidas y festines.

La crema innata de la nación ha dicho presente. Solemnes caballeros y virtuosas damas, nunca había visto tanta porquería junta.

Este salón en particular, trata sobre la mitología griega.

Hay pinturas y estatuas de deidades por todas partes.

-¿Te apetece?

Es el gigante McGill, mi superior en la AIE (Agencia de Inteligencia y Estrategia para la seguridad nacional).

Trae dos copas. Me pasa una.

-Estamos en servicio. No creo que debamos tomar.

-Es vino sin alcohol.

Tomo la copa. Y doy un sorbo.

Estamos encargados de la seguridad. Hay mucha gente importante aquí reunida. Llevamos auriculares. Trajes. Y armas bajo los trajes. Estos pantalones ajustados me están matando. No por incómodos. Sino por las miradas lujuriosas que atraen.

-Llevas un buen rato observándolo -dice McGill-. ¿Acaso te gusta?

-No seas idiota. No me gustan los fanfarrones.

McGill se refiere a un sujeto de 1.83, con traje totalmente negro. Es esbelto. Cabello negro engominado. Y la cara sonrisa de un galán de cine. Me encantaría desbaratarla.

Se siente el rey de la fiesta. Y en efecto lo es. Está rodeado de chicas fáciles que se acostarían con él todas a la vez si les promete que saldrán en su próxima película.

Nunca había visto a un hombre rodeado de tanta sífilis y clamidia.

Él es Matt Gillen.

Mi pecho palpita.

"¿Acaso te atrae?"

No.

Un recuerdo me ataca. El chico que me gustaba en el colegio. Divertido. Fanfarrón. Era el único que no temía hacerme enojar.

Y era el único que no golpeaba, hasta que lo encontré besando a la estúpida porrista.

-Él va llevarme al asesino de mi padre. Solo debo esperar que cometa una equivocación.

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