3

87 5 1
                                    

—Pero se confirmó que ese sujeto seguía en prisión.

—Sí, así es, pero según unos vídeos de vigilancia… El Guerrillero sale de prisión escoltado por unos guardias. El Señor Gillen se arrepintió. Y devolvió al Guerrillero a prisión. Pero el delito ya estaba cometido.

 —Esos supuestos videos son fabricados. Solo quieren sacarme del juego.

—Déjenlo ir.

—No. Mi deber es hacer cumplir la ley.

Me volteo hacia Matt.

—Por favor, Diana, no puedes confiar en la palabra de una asesina.

—¿Tú lo hiciste?

—Claro que no.

—Júralo por nosotros —digo, al borde del llanto.

—Lo juro por nosotros.

Me volteo hacia Geena.

—Él no lo hizo.

—Diana, vas a confiar en la palabra del hombre que es aliado del asesino de tu padre.

Silencio.

—Anda. Dile que jure "por ustedes" que no es aliado de Russo.

Me volteo hacia Matt. Le pido que lo jure.

Pero agacha la cabeza.

Silencio.

—Matt…

—Lo sien…

Lo cojo por el cuello. Y aprieto. La rabia me consume.

—Me habías dicho que no, maldito mentiroso.

Le doy un rodillazo a la tripa con todas mis fuerzas.

Y un segundo después me derrumbo en el suelo. Gimoteo como una viuda.

—Vamos, hay que llevarnos a este criminal —dice McGill.

Le leen los derechos a Matt mientras lo suben a una camioneta.

—Diana, déjame explicarte, por favor.

No quiero verlo. No quiero oírlo. No quiero saber nada de él. ¿Qué diría mi papá si supiera que me acosté con el aliado de su asesino?

Una mano acaricia mi espalda.

Es Geena.

—Lo siento mucho, Diana. 

Silencio.

—Sé que tienes la peor impresión de mí. Y no te culpo, a decir verdad he hecho muchas cosas malas. Y me arrepiento de todas ellas.

>>Pero una cosa de la que jamás me arrepentiré es de haberte apadrinado. Tú eres el futuro de este país. La seguridad de todos los ciudadanos quedará en tus manos cuando yo ya no esté. 

>>Es por eso que debes ser fuerte.

No digo nada.

—Tómate el tiempo que necesites.

Geena se marcha junto con Matt.

Debo salir de ahí.

¿Pido un taxi? 

Veo las llaves en la puerta del auto de ese bastardo. 

El auto de ese idiota.

¿Entro al carro de ese mentiroso?

No.

Voy a la calle y detengo un taxi.

Abro la puerta. Y cambio de opinión. 

Regreso al estacionamiento. Y cojo su auto.

Conduzco hasta una licorería. Tomo una botella de un estante. Un vodka. Voy a pagar, me detengo, lo pienso mejor, retrocedo. Devuelvo la botella a su lugar.

Malditas dudas. Cojo dos botellas.

Cuando voy a pagar, la dependienta mira mi cara y me dice que sería mejor que no tomara.

—Voy a llevarme estas botellas, usted decide si me las cobra o no. Dese prisa.

Las cobra.

Bebo mientras conduzco. Mientras lloro. Mientras tengo a todo volumen música de Adele.

¿Por qué tengo su auto? ¿Por qué si lo odio? 

El auto huele a él.

¿Qué hago ahora? ¿voy al apartamento? ¿para qué? ¿para recordar cómo me acosté con uno de los asesinos de mi padre?

Porqué aunque él no lo mató y aunque quizá no estuvo involucrado… A pesar de ello es colaborador de ese hijo de puta.

No. No debo ir al apartamento. Debo ir a buscar a Matt y sacarle el paradero de Russo, así sea a golpes.

Doy un timonazo y tomo el otro carril. Voy de regreso. 


Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now