LA PARTE DONDE TODO SE VA A LA MIERDA

96 5 0
                                    

Por la mañana.

Esto de la fama como que no me está  gustando.

Matt y yo desayunamos en un rincón del restaurante. Una esquina donde nadie va a molestarnos. 

Vamos de incógnitos. Vestimenta informal. Gorras. Gafas oscuras. Etc.

Disfrutamos de huevos revueltos, tocino y café. 

—Me siento tonta vestida así, yo no soy una celebridad. 

—Claro que sí. Eres la agente más conocida del país y tienes al novio más guapo. Más popular no puedes ser.

—¿Sabes? Podrías tratar de ser un poco más humilde.

Sonríe. De repente se pone serio.

—Diana...

—Hola. Son Matt y Diana Gillen, ¿verdad? —susurra la mesera.

Matt y yo la saludamos aterrados. Nos ha descubierto. 

Nos han descubierto...

—Matt Gillen y Diana Armas —aclara Matt.

Enarco las cejas.

—¿Qué? Cómo eres tan empoderada creí que te gustaría mantener tu apellido.

—Lo siento. No quiero molestarlos. No le he dicho a nadie que están aquí. Señorita Diana, ¿le importaría si me tomo una foto con ustedes?

Me gusta como esta chica me pide permiso a mí. No es como otras lanzadas. Entiende que Matt ya tiene dueña. Va llegar muy lejos en la vida. Le dedico mi mejor sonrisa. 

Matt mira en derredor. Todos los comensales están concentrados en llenar sus estómagos.

—No hay problema.

Matt se quita las gafas. Yo hago lo mismo. La chica posa junto a nosotros. Sonreímos. 

CHALKAK.

Ya está. La chica agradece y se va.

Nuestras gafas vuelven a su lugar.

Esa mesera educada es rubia.

—¿Te gusta? —le pregunto.

—Dios mío —dice Matt.

—¿Qué?

Silencio.

Parece molesto. Creo que ya lo estoy cansando con mis celos. Pero no puedo evitarlo.

—Ibas a preguntarme algo antes de que viniera la mesera.

—Iba a preguntarte cómo te enteraste de lo de tu mamá.

Agacho la cabeza, quisiera ser un armadillo en este momento.

—Preferiría no hablar de eso.

—No hay problema. Pero no nos acostaremos mientras tanto.

—Oye, se supone que yo debería chantajearte con eso.

Matt se encoge de hombros.

—No podrías aguantarte —digo—. Eres un adicto.

Sorbe de su café.

—Me voy a castrar químicamente.

—Tonto.

Lo golpeo en el hombro.

Pero de pronto las lágrimas me entorpecen la visión.

Me recuesto en su hombro.

—Tenía casi trece. Esa tarde me despertaron unos gritos. 

>Y mientras bajaba las escaleras escuchaba a mi papá decirle toda clase de insultos a mi... A esa señora. Zorra. Fácil. Callejera. Se había metido con una empresario de la ciudad.

>>Es sorprendente cuántos sinónimos de puta existen. 

>>Ellos me vieron. 

>>Esa señora estaba aterrada al saber que yo ya lo sabía todo. Mi papá no se detuvo. Estaba demasiado colérico. 

>>Siguió insultándola. Y cuando la cólera lo rebasó levantó su puño en alto. Mi papá sería incapaz de pegarle a una mujer, es algo que él nunca haría, jamás, pero esa tarde no era él.

>>Yo me puse en medio y le pedí que no lo hiciera. Se calmó. Me dijo que pronto los hombres comenzarían a rondarme y que yo no debería ser como mi madre. Debía darme mi lugar. 

>>Salió de casa. Esa señora intentó abrazarme. No lo permití. "No quiero verte nunca más", fueron las últimas palabras que le dije y desde entonces nunca más le he vuelto a dirigir la palabra.

Matt me enjuga las lágrimas con sus dedos.

Me besa.

—Yo nunca voy a hacerte lo que tú mamá le hizo a tu papá. Tienes que confiar en mí. 

Asiento y busco sus labios.

***

Al mismo tiempo en La Oficina de Geena.

McGill le pasa el reporte.

—Diana, no ha llegado. Ahora es una irresponsable —dice, sarcástico.

—Al final... Esto también le beneficiará a ella. La libraremos de esa mala compañía.

—Pero ella está muy encaprichada con ese princeso. Le va doler en el alma.

—Sí. Es por eso que ella nunca deberá saber sobre esto. 

—Nunca nos perdonaría.

—Pero es algo necesario. Hay que acabar con Matthew Gillen.

***

Productora, Prometheus Films.

Lanza miradas amenazadoras a cada mujer que ve, piensa Matt.

Andamos por los pasillos. La presento con el personal.

—Me vas a romper el brazo —digo.

—No te voy a soltar —dice, risueña—. Te descuido un momento y me haces madrastra.

Me saca una gran carcajada.

Me encuentro con el vicepresidente. Los presento.

—Es un placer conocer a la mujer que ha hecho que el jefe lleve una vida aburrida.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now