5

556 22 3
                                    

—Es un mal hábito… Cuando conocemos a alguien especial… Nuestro cerebro  libera  neurotransmisores, drogas naturales que nos hacen sentir bien. Ya no necesitaré  fumar más. 

Tiro la cigarrera de plata al río. 

Diana sonríe. 

—¿Te has vuelto loco? Esa cigarrera debe costar una fortuna.

Me encojo de hombros.

—Hay cosas más valiosas.

Viene hacia mí y me da un largo beso, sostenido. Le gusta besar así.  Más  que un beso parece un abrazo. Podría  acostumbrarme.

—Me disculpas un momento.  Necesito  saber cómo van las cosas en el museo.

—Oh, sí.  Claro.

¿Por qué  no habla delante de mí?, piensa Diana, ¿acaso es que a quién le va a hablar en realidad  es a esa rubia operada?

Él  se aleja hablando por el móvil. 

Saco el mío de mi bolsillo. Abro la cámara. 

Dios. Tengo el pelo hecho un lío. 

Me lo peino. Mi pelo es negro. Siempre me ha gustado. El negro es fuerza. Pero Matt solo sale con rubias. Cómo esa María.

¿Debería  pintarlo? Diana, ¿qué  te pasa? Tú  no cambias por nadie. 

—Demonios. Ahora te arreglas el cabello —Es McGill. 

—No te incumbe. 

—¿En serio, Diana… Matthew  Gillen? Creí  que eras mejor que eso. 

—Todos ustedes están  celosos de él porque ha logrado cosas que ustedes jamás podrán.

—¿Ah, sí? ¿qué  cosas? ¿acostarse con muchas mujeres?

Es un golpe bajo.

Lo miro con rabia.

—Escucha, Diana, te conozco hace ya varios años… —toma mi mano—. No quiero que salgas herida y menos en las manos de ese debilucho.

Retiro mi mano de las suyas.

—Si vuelves a tratar de hacerlo sentir mal insinuando que es débil yo te haré  a ti sentir débil, ¿entendido?

—Soy más  grande y más  fuerte que tú…

—Y también  más  lento y más  torpe.

Sonríe y sigue su camino.

—Por cierto, dicen que tu novio las prefiere rubias.

—Lo siento, María, pero ya no puede haber nada más que una amistad entre nosotros.

—¿Es por la machorra esa? —dice al otro lado de la línea.

—No le digas así. Ella es… Ruda.

—¿Es eso? Yo puedo ser más ruda.

—No, escucha. Lo nuestro ya no tiene futuro.

—Por Dios… Nunca has sido exclusivo. ¿Te la cogiste una vez y ya eres monógamo? Si te la coges de nuevo le pides matrimonio.

—No. ¿Cómo crees? Yo no soy hombre de compromisos ya me conoces. Es solo que ella no tiene experiencia en relaciones y no quiero lastimarla mientras dure lo nuestro.

—¿Tú si tienes experiencia en relaciones serias, Matt?

Me quedo de piedra.

—Eres un lobo, Matt, puedes jugar a la mascota. Pero al final volverás a morder. Es tu instinto.

Me cuelga.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora