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—Ya te dije que entre menos sepas mejor nos irá, en el trágico caso de que nos lleven a la corte.

Silencio.

—Quizá la AIE ya me vinculó a ti. 

Es el fin.

Me enciendo un cigarrillo. Doy una calada, en busca de calma.

—Tranquilo. No debemos suponer nada. Tienes que investigar. En todo caso si tuvieran pruebas ya te hubieran arrestado o irrumpido en este lugar. Investiga qué tanto saben.

—Bien.

Me doy media vuelta. Entró en el ascensor. Más tranquilo.

—Matt.

—¿Sí?

—Quiero que lleves a mi chica a una discoteca con sus amigas.

—Sí, claro.

—Está un poco aburrida aquí.

—¿Y tú no te aburres?

—No. Las burlas de la gente me enseñaron a disfrutar el aislamiento.

Brinda. Brindamos. Bebemos. Se cierra el ascensor.

Dos días después.

Un hombre bien vestido me guía a un palco especial del estadio.

¿Por qué vine? Este tipo, puede ser un impostor. Un asesino.

Fuí a la primaria. La Directora dice que no hay forma que este showman sea Matthew Gillen. Mathew era demasiado tímido, más que tímido era un niño lleno de fobias.

El día que nos enfrentamos dijo que no siempre fue exitoso. Pero quizá solo se anticipaba al descubrimiento del verdadero Matt Gillen.

En las fotos escolares siempre tiene la cabeza gacha y cubierta por su largo pelo. No pude identificar su cara.

¿Este tipo es un asesino?

Llego al palco. Matt observa el partido de fútbol en cómodos asientos. En compañía de dos fáciles. Buenas bebidas y comida.

Mierda. Está acompañando.

Mi guía me anuncia. Y se retira.

Matt viene hacia mí. Sonriente. 

—¿Qué pasa? No tienes esa cara de quién quiere partir narices. La mía ya está mejor, esperaba que volvieras a arruinarla.

Sí. Ya está mejor. Apenas un leve rasguño sin curar. Por otro lado lleva un soporte de brazos. Recibió una puñalada en el bíceps para salvarme la vida.

¿En verdad es un impostor? Por favor, no.

—No te preocupes mi brazo ya está mejor. Creo que me da estilo.

Sonrío culpable y nerviosa.

—¿Para qué me hiciste venir?

—Dicen que despreciaste mi limusina.

—Tengo auto y no soy impresionable como esas dos de ahí.

—Bien te haces la difícil. Me gusta.

Sonrío sarcástica.

—¿Me vas a decir para qué querías verme? O me voy.

—¿Viste las noticias?

—Sí. No se aprobó la reforma. Tu edad no te impedirá aspirar a ser senador.

—Es algo tonto. Qué la edad determine las capacidades de genios como nosotros. Tú eres de mí misma edad. Debes entenderlo. Seguramente las misiones más importantes se las asignan a mayores que tú.

Me encojo de hombros.

—¿A cargo de cuántas misiones has estado?

—Solo de tu rescate. 

—Pues te he conseguido tu segunda misión. He pedido que tú estés a cargo de la cacería de El Cirujano.

—¿Qué?

—Tus jefes aceptaron el trato; no hay reforma, me eximieron del horror del museo. Y me pidieron ayudar para cazar a ese demente. Y dije qué sí, siempre y cuando tú estuvieras a cargo. O no había trato.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now