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—¡¿Pero qué dices?! Entre McGill y yo no hay nada —digo escandalizada.

Pero Matt no oye mis palabras. Está en un duelo de miradas y sonrisas agresivas con McGill.

—Si le haces daño te dejaré en estado vegetativo.

McGill es veinte centímetros más alto que Matt. Y muchísimo más musculoso.

Matt da un paso al frente. Se quita su chaqueta y la arroja al suelo. Procede a desabotonar su camisa.

Me interpongo. 

—Matt, cálmate… McGill, déjanos a solas por favor.

—Sí, claro. Adiós, galancito. No dañaré tu cutis exfoliado, por hoy.

Matt se revuelve en mis brazos. Pero logro contenerlo.

McGill ha entrado de nuevo a la Sala De Emergencias.

—Ya cálmate. ¿Estás loco o qué?

—Hasta para mí  sería  difícil vencer a McGill en un combate cuerpo a cuerpo.

—Imagino que deben tener muchos combates "cuerpo a cuerpo".

—¿Qué estás insinuando? —digo molesta.

—Soltaste mi mano cuándo él nos vió. Defendiste sus ideas por encima de las mías.

—Es que él es como mi hermano mayor y pues… Tú no le agradas.

—Claro. Entiendo.

Matt recoge su chaqueta. La sacude. Se la pone.

Mete su mano en el bolsillo. Saca algo. Lo pone en mi mano.

—Ten. Ve con él. Termina lo que estaban empezando.

Miro lo que está en mi palma. Un condón. Lo boto.

Miro al idiota frente a mí. Y le estrello mi rodilla en el estómago.

Cae al piso. Ahogándose. Lo dejo ahí.

Entro a la Sala.

Geena gira instrucciones. Su boca se mueve. Pero no la escucho.

Es un idiota. Yo soy una idiota. ¿Qué me está pasando?

Ya me han gustado chicos en el pasado. Pero no me he sentido así. Con una necesidad angustiosa de verlo. 

¿Me ha hipnotizado? No. Bueno, se supone que soy inmune.

—Eres una buena mujer. Aléjate de ese sujeto —es McGill.

Asiento a su comentario.

Pero, ¿me habré pasado con el rodillazo?

Salgo de la Sala. Pero él ya no está en el pasillo.

Cojo mi móvil y llamo a Julie.

Le cuento todo.

—¿Y bien qué diría tu maestro de psicología sobre esto?

Se echa la carcajada.

—Diría que Matt se está muriendo de celos porque solo te quiere para él. ¿En serio se iba a enfrentar a McGill?

—Sí. 

—Pero si McGill es un gigante.

—Lo sé. Le hubiera dado una paliza.

—Uhm…

—¿Qué?

—Entre dos hombres… ¿Te gusta el que perdería la pelea?

—¿Qué? McGill es como mi hermano mayor.

—Pero no lo es. Y es un madurito bien guapo.

Me quedo en silencio unos segundos.

—¿Y qué tendría de malo si me gusta el perdedor? Tú rechazas a los populares para salir con chicos tímidos —digo riendo.

—Lo sé. Tenemos gustos parecidos.  Somos iguales. Bueno, yo soy más guapa.

Estallamos en carcajadas.

 —¿Crees que debería ir a buscarlo?

—¿Por qué no? 

—Bueno, el hombre es el que debe llevar la iniciativa. No quiero ser una buscona.

—Pues te la pasas dándole patadas y puñetazos. Lo mínimo que puedes hacer es buscarlo para disculparte.

—Tienes razón —digo seria.

Linda se muere de risa.

—¿Por qué te ríes?

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now