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Pero no me queda de otra.
—No hay ninguna bomba. Se supone que solo destruyes "cánceres". No sería propio de ti lanzar un virus que se llevará a malos y buenos por igual.
Guardo el arma en la parte trasera de mi cinturón. 
—En una quimio también mueren células buenas —dice nervioso.
Su lenguaje corporal lo pone en evidencia.
Me mira. Desesperado.
—Tú… La gente debe saber lo que en verdad eres…
Mierda. Va a hablar.
No me queda otra. No quiero hacer esto. Pero no tengo opción. 
—Diana, sé que nunca me lo vas a perdonar. Lo siento.
Lanzo la pistola a El Cirujano.
—Extirpame. Si soy un mal para esta nación, debo ser eliminado. Hazlo tú,  porque no lo hará  Diana, no lo haré  yo. Y ambos sabemos que estos dos se suicidarán antes de matarme.
El Cirujano levanta el arma. Loco. Desquiciado. Feliz porque va a acabarme.
—Eres idiota, Matthew  Gillen.
Apunta, pero antes que tire del gatillo, Diana le revienta el corazón con tres balazos.
Diana no se duerme y se pone alerta ante los dos custodios, pero ellos están ocupados saliendo del trance.
Lo que Diana no observó es que el arma que le dí al Cirujano, ya no tenía cargador.
Perdóname.
Diana apaga la cámara. 
Se terminó. 
Quizá  la gente festeja en su casas, ya no hay nada que temer. 
Voy hasta Diana y la beso como si no hubiera un mañana.
—Tranquilo. Mis labios no se van a acabar. Cualquiera diría que es nuestro último beso.
Sonrío.
—Lo siento. Es solo que bueno… Uno de los dos podría  haber muerto, ya sabes…
—Matthew Gillen está sentimental,  eres tan tierno.
—Te amo.
—Yo te amo más. 
—No lo creo.
—Pues creetelo.
Me besa.
Diana conduce el yate hasta el puerto. Donde nos espera un horda de periodistas. 
En la orilla distingo  a Linda y a Karl.
Linda se echa sobre Diana,  muy preocupada.
Karl  me da un abrazo.
Los periodistas  no perdonan, comienzan su verborrea.
***
Linda me abraza. Estaba muy preocupada.
Pero le pido que se tranquilice. 
Ya todo está  bien.
Bajo del yate.
Echo un vistazo por última vez al occiso. Y algo llama poderosamente  mi atención. 
Su arma. El arma que Matt le pasó. Está  en el piso. Sin cargador.
¿Por  qué?
—Por fin se acabó  el reinado del terror. Y no hubiera sido posible sin la agente Armas. Ella planeó  toda la estrategia.
Es Matt.
—¿Cuál  fue exactamente  su papel en esta operación, Señor Gillen?
—Bueno, yo era esencialmente  la distracción  y al mismo tiempo el señuelo. Takeru era un sujeto muy dado al melodrama y a Diana se le ocurrió que una buena forma de atraparlo sería  fingir que ella y yo éramos  novios, ella dedujo que este sádico gustaría de hacer que nos mataramos. 
—¿Qué? —dice Linda a mi lado—. ¿De qué  está  hablando, Diana?

Miénteme A Ver Qué  Te PasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora