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***

Aterrizo el helicóptero  en una cancha de fútbol y continúo a pie.
Corro hasta llegar a un complejo de edificios pequeños.
Y repentinamente, desde la oscuridad, un puño viene hacia mí.
Puedo sentir que es poderoso así que opto por esquivarlo.
—Cobarde.
La mujer sale de las sombras.
—No tengo tiempo para pelear contigo —digo.
Es la tal Riu.
—¿Qué haces aquí? —me pregunta.
—Lo mismo te pregunto yo.
—Matt me habló para decirme que lo traían hacia aquí.
—Es tu jefe. ¿No deberías referirte a él como Señor Gillen?
Sonríe, sarcástica.
Matt le habló. Quiere decir que pudo hipnotizar a su captores y pedirles una llamada.
¿Pero por qué la llamó a ella y no a mí?
Acaricio el dije de caballo sobre mi pecho.
—¿Qué es eso?
No me llamó como tampoco lo hizo cuando lo secuestró la coalición. Solo dejó una pista porque sabía que yo podía lograrlo.
Aprieto el dije. Sonrío.
—Por hoy no pelearé contigo. Necesito tu ayuda… Te ofresco una tregua —digo a esa idiota.
Asiente. 
Me lleva a un apartamento con vista al puerto. Es su base improvisada.  Una docena de mercenarios me ven con recelo.
—Es la novia del jefe —murmulla alguien.
—Creo que ya conocen a esta mediocre agente de la AIE —dice la imbécil.
—¿Mediocre? ¿acaso creen que son superiores a la AIE solo porque han estado en unas cuantas guerras?
—No es solo en combate, los superamos también en informática.
Es un chico que no alcanza ni el metro sesenta y cinco. Lleva lentes y está frente a una computadora que parece sacada de un cómic futurista.
—Fuiste tú —digo—. Tú hackeaste el satélite de la coalición.
Sonríe.
—Así es, El Insecto lo hizo.
Todos estallan en carcajadas.
Asumo que le dicen insecto por su tamaño. Pero él no parece ofendido.
—Eres un genio. Puedes acabarlos con un clic, ¿por qué dejas que te traten así?
—Oh. No hay problema. Insecto es mi alias.
—Sí. Todos tenemos un alias relativo a un animal o a un adjetivo que se use para describirlo. Yo soy Rata.
Lo miro confundida.
—Las ratas son las primeras que abandonan el barco… Y son asquerosas —digo.
—Puros prejuicios. Las ratas son animales con metacognición, es decir, son capaces de pensar. Evalúan riesgo y recompensa.
—En realidad le dicen rata porque ama los libros polvosos.
Todos estallan en carcajadas. Menos el ofendido.
—Incluso hay un alias para el jefe…
—¿Cuál es? 
Estoy intrigada.
—El Semental —dice esa perra—. Yo misma se lo puse.
Silencio. La tensión es palpable.
—¿Recuerdas la tregua que te ofrecí? Creo que deberíamos olvidarnos de ella.
Sonríe.
—¿Sabes cuál es mi alias?
—No me interesa.
—Me dicen La Fiera.
Camina alrededor de mí.
—Porque soy una fiera en combate —se acerca a mi oído—. Y una fiera en la cama… Para cuando termine con Matt tú tendrás que recogerlo con cucharita.
Se acabó. Levanto mi pie como un hacha y lo lanzo con todas mis fuerzas sobre ella.
Lo cubre con su antebrazo. Pero no resiste. Su brazo se sacude como un trapo. Su defensa ha caído. Pateo con mi otro pie y lo esquiva por poco.
Me pongo en guardia. Lista para seguir.
Ella sonríe, le divierte provocarme.
—¡Eso es impresionante! Ya me habían hablado de la poderosa patada que casi noquea a La Fiera —dice La Rata—. Pero hoy la he visto con mis propios ojos. Eres como una… Potra salvaje.
—Sí, es una potra.
—Ese debería ser su alias.
—¡Potra! ¡Potra! ¡Potra!
—Me gusta ese alias —dice la idiota—. Sobre todo porque una Potra es la presa de una Fiera.
Sonríe. Silencio. Todos están boquiabiertos por la provocación. Cada par de ojos está clavado en mí. Esperan una respuesta.
—Me gusta Potra —digo—. Después de todo esta Potra ya tiene a su Semental le duela a quien le duela.
—¡Ohhhhh!
Se burlan de esa idiota que tienen por líder.
Ella me mira con odio.
—Ya basta de tanta cháchara. La vida de su jefe, y miiii no-vi-o, están en riesgo.
El Insecto proyecta la pantalla de su computadora con un data. Es una visión  térmica  del puerto.
—Según  el dron deben haber al menos trescientos  enemigos.
—¿Acaso es la marina? —pregunto.
—No. El Señor Matthew nos dijo que son de la Guerrilla.
—Mierda.
—Hay muchas señales térmicas  en la zona de carga de contenedores en la parte norte del puerto.  Deben ser los rehenes. 
—Son demasiados —digo—. No podemos tomar el puerto por asalto. 
—Sí, podemos —dice Riu—. Lagartija y Viuda Negra. Ya saben que hacer. Y háganlo  rápido. 
Esos dos salen del edificio. Dejan atrás  un simple "entendido".
—¿Qué  van a hacer? 

Miénteme A Ver Qué  Te PasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora