12

719 27 4
                                    


—La ciudad está siendo destruída y tú preocupada por un hombre. Has cambiado. Te has enamorado.

—No estoy enamorada. Estás loca.

Cuelgo. No quiero escuchar tonterías. No. No estoy enamorada.

¿Dónde se habrá metido este idiota?

Lo busco por los pasillos. Pregunto por él a cualquiera que se me atraviesa. Y de pregunta en pregunta. Llego a un almacén.

¿Qué puede estar haciendo en un almacén?

Una idea asalta mi cabeza. Espero estar equivocada.

Abro la puerta. Está a oscuras.

Pero a pesar de ello los veo.

Y ellos detienen sus besos al verme.

Mis sospechas eran ciertas.

Matt está en bóxer. Y la perra solo lleva bragas. Tiene sus tetas al aire.

Camino lentamente hacia ellos.

—Sal de aquí estamos ocupados —me dice ese imbécil.

Lo empujo a un lado y cojo a la mujer del cuello. Lo aprieto.

Se asfixia. Quiero molerla a golpes. Lo imagino. Le rompo la nariz. Le estalló los pechos. Sus costillas crujen. Maldita perra. Estaba besándose con Matt. Está desnuda. Iban a tener sexo. Es una perra facilona.

Quiero hacerle daño. Pero no es correcto. Es débil. No puede defenderse.

—Sueltala.

Matt me hace una llave al cuello por mi espalda. Aprieta.

Contraataco con un cabezazo hacia atrás. Lo tumbo.

—Vístete y vete. Antes que me arrepienta y te rompa cada hueso del cuerpo.

—Sí —dice ella chillando.

Me giro. Matt se está poniendo de pie. Con una mano en su frente sangrante. 

—Y tú. Te arrepentirás de haberme engañado.

—¿Engañado?

—Lo que me dijiste antes de que saliera el Sol. Que querías profundizar nuestra relación. Y yo como estúpida te creí. Y te encontré aquí, con otra mujer.

Matt se encoge de hombros.

—Pues olvídate de mí y quédate con tu McGill.

La chica sale de la habitación.

Matt busca su ropa a tientas en la oscuridad.

—Él y yo solo somos amigos.

Su cuerpo es esbelto. Su masa muscular no es excesiva, pero es súper definida. 

Los músculos de sus cuádriceps se marcan cuando sus pies entran en los pantalones.

¿Qué me pasa? ¿por qué siento esta admiración tan superficial?

¿Por qué estoy sudando?

—Amigos —sonríe con amargura, se abotona la camisa, coge la chaqueta—.  El problema es que tú y yo no llegaremos ni a amigos.

¿Qué? ¿qué es esta sensación de patada en el estómago? ¿acaso… me duelen sus palabras?

Pasa a mí lado, se va de largo.

Cojo su muñeca.

—Pero quiero que seas mi amigo…

Silencio.

Se suelta de mi agarre con violencia.

—No quiero ser tu amigo.

Me volteo y lo encaro. Hay lágrimas en mis ojos. Quiero creer que son de rabia.

—¿No quieres nada de mí?

Silencio.

Sus ojos brillan en la oscuridad.

—Quítate la ropa.

—¿Qué? —digo, helada.

—Quítate la ropa.

—Estabas a punto de cogerte a otra mujer… ¿Y me pides que me quite la ropa?

—Quítate la ropa o no volverás a saber de mí.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaOnde histórias criam vida. Descubra agora