UN GALÁN MENTIROSO

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Se abre el ascensor.

Camino a la puerta de mi hogar. Meto la llave en la cerradura. Abro.

Y Linda está en mi sillón, recibiendo sexo oral.

—Sí, así, pequeño gra… ¡Diana, te he visto en la TV!

El chico se sobresalta. 

—¡Mierda!

Tiene la boca cubierta de… de… No puede ser. Desvío la mirada.

Los dos están desnudos.

El adolescente busca su ropa desesperado. Y Linda también, pero despacio, sin pudor, segura de su cuerpo.

—Linda, eres menor de edad. No puedes ir por ahí, haciendo cosas de adultos.

—Pero si ya tengo diecisiete. Además, estoy emancipada, ¿recuerdas?

El chico se ha vestido como puede, lleva la camisa al revés. Y mi amiga ya se ha puesto su ropa.

Él se despide de Linda. Y pasa junto a mí rumbo a la salida.

—Lo siento —dice, muerto del miedo.

Luce de la misma edad que Linda.

—Te llamo luego —le grita Linda. 

El chico desaparece en el ascensor.

Cierro la puerta.

—No vayas a regañarme.

—Deberías dejar de cazar a niños tímidos.

—Es que me encantan —dice, como niña regañada—. Vaya, en la TV se veía un golpe fuerte. Pero no imaginé que te quedaría tan feo. Voy por hielo.

Mientras ella va por hielo. Me echo en el sillón. Las bragas de Linda están junto a mí. Me levanto de salto. No puede ser.

Mejor voy al comedor. Linda me pone hielo en la cara. 

—¿Y?

—¿Y qué?

—¿Qué sentiste al arrestar a ese tipo tan guapo?

Me encojo de hombros.

—Le rompí la nariz.

Linda chilla de emoción.

—¡Fuiste tú! ¿Por qué?

Y a continuación digo algo de lo que me arrepentiré.

—Me besó.

Mi amiga estalla. Grita. Da saltos de alegría. Me hace sonreír.

—Es sexy, rico, famoso y pronto será muy poderoso. Confía en mí. Es el destino. Para éste has cuidado tu himen durante veinticinco  años.

—No. Claro que no. No es mi tipo.

—Claro que lo es.

—No me gustan los "chicos malos".

 —Claro que no. Porque tú eres la chica mala.

—¿Yo? Sí, claro. Soy virgen a los veinticinco.

—Sí, pero eres ruda. Y la razón por la que sigues siendo virgen es porque no habías encontrado a un "chico bueno".

—¿Matt Gillen, chico bueno? 

—Sí. Bajo esa fachada de playboy, solo hay un niño travieso. Y tú tienes complejo de mamá. Son el uno para el otro.

—Él me confunde. A veces es una mala persona, luego es bueno, luego malo y otra vez es bueno.

Me observa en silencio. De pronto sonríe maleficamente. 

—Hay algo que no me estás contando.

Suspiro.

—Te lo voy a contar pero es un secreto. No se lo puedes decir a nadie. ¿Lo prometes?

—Lo prometo por los chicos tímidos.

Me hace reír. Pero al segundo siguiente estoy seria, angustiada. Le cuento lo que pasó en los baños.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora