EL SHOW DEBE TERMINAR

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Pensábamos que podría estar en una embajada, para dificultar su captura… Pero no…

Está en su museo recién reabierto.

Hay muchos civiles. La prensa está escandalizada porque Matt se pasea en libertad.

Cuando un periodista le pregunta porque lo dejaron en libre, el responde con descarado:

—No me soltaron. Yo escapé porque soy inocente. No pueden mantenerme en prisión.

Las últimas palabras son un reto.

Todo un operativo rodea el museo. Un despliegue militar impresionante.

Los mercenarios que montan guardia fuera del museo se apresuran a resguardarse en el interior al verse superados en número.

También  hay francotiradores en los edificios cercanos.

Hay un escuadrón de "Ángeles Libertadores", son nuestro SWAT.

El nombre de este grupo fue el origen del apelativo Los Ángeles De La Muerte.

La prensa sobrevuela el lugar como aves de rapiña en un campo de batalla, desean muertos.

Geena y McGill están presentes. Pero Geena me ha cedido el mando.

Hablo por los altavoces.

—Mathew Gillen, es la AIE, libere a los rehenes y entréguese. Nadie tiene porqué salir herido.

La gente sale lenta y tranquilamente, sin miedo, unas trescientas personas.

Casi que nos vamos de espaldas de asombro.

No tiene sentido. Se despoja de su principal arma de negociación. 

—Prepárense, vamos a entrar —digo a los Libertadores.

—Hola, hola a todos —es la voz de Matt en nuestros altavoces—. Recomiendo a la AIE volver a los altavoces análogos. O aumentar la seguridad en las computadoras de sus patrullas.

La prensa, los curiosos y los visitantes del museo estallan en carcajadas.

Matt nos ha hackeado, nos ha dejado en ridículo.

Hijo de…

—No planeo dañar a nadie, pero tampoco someterme a una custodia fraudulenta. Así que si la AIE quiere atraparme, tiene que estar consciente de que mis escoltas abrirán fuego. Son soldados de élite que han estado en las guerras más importantes de los últimos tiempos…

>>Ahora bien, pueden asediarme mientras urden una estrategia para entrar a mi fuerte o podemos darle un desenlace rápido a esto.

>>Si optan por lo segundo, abro las puertas de mi museo para La Directora Shelly, la Teniente Armas y el carismático y seductor Subdirector McGill.

Esas últimas palabras…

Él está seguro de que nos acostamos. Y no va a desistir fácilmente de esa idea.

—Liberé a los ciudadanos que visitaban mi museo porque no soy un terrorista. Pero que la AIE no malinterprete eso como una debilidad. Tengo el control de las computadoras de las patrullas, si en cinco minutos mi invitación no es aceptada, calentaré los motores y todos los vehículos volarán en pedazos. Actualmente tengo control de cinco aviones de la fuerza aérea a los cuales les sucederá lo mismo. La pérdida será millonaria. Y cada cinco minutos diezmaré aviones, barcos y vehículos de las fuerzas militares. Fin del mensaje.

—¡Auuuh! —chilla un policía que estaba arrimado al tonó de una patrulla—. El motor está caliente.

—¡Todo el mundo aléjese de las patrullas! —grito.

Mi mirada se cruza con la de Geena y McGill. McGill está al teléfono.

—Confirmado, hay cinco aeronaves en el aire en piloto automático. El hackeo ocurrió hace cinco minutos.

Matt..., es impresionante su poder destructor. No hay un programador tan poderoso como él en el país. No solo controla personas, sino también máquinas.

Tengo un recuerdo.

Por la noche, en los baños de damas de un restaurante.

Al acabar de hacer el amor le pregunté:

—¿Cómo se controla a una persona?

—Imagina a una persona como una máquina, su cerebro es su computadora, al entrar a su computadora tienes acceso a su motor que son sus miedos y deseos, una vez que tomas control de esto, lo demás es pan comido.

—Hay que entrar —dice Geena, me saca de mi trance.

—No, no podemos someternos a ese idiota —dice McGill.

—Es una orden —replica Geena.

Caminamos hacia la entrada del museo.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now