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—Es una sorpresa. Nuestro as bajo la manga… Halcón, busca tu nido.
—Entendido.
Un sujeto alto con aire de pocas palabras se marcha con su rifle de francotirador y una mochila.
La Rata se dirige a la proyección. Pensativo.
—Diría  que el ochenta por ciento de la fuerza enemiga se concentra cerca de la entrada principal en el norte. Cerca de los rehenes. Donde el jefe debe de estar.
—Lancemos explosivos a la entrada principal. Acabemos con la mayoría  con un golpe rápido. ¿El helicóptero al que  venías  tiene suficiente  combustible?
Asiento.
—Es un sucicidio —dice La Rata—. Estos sujetos deben estar armados hasta los dientes. Deben tener armamento antiaéreo.  Y tampoco podemos atacarlos por el suelo. Nos atacarían  con explosivos como nosotros a ellos, la diferencia es que nos superan en número. Es obvio que caeríamos  primero.
—¿Qué sugieres? —pregunta Riu.
—Dos de nosotros atacan con explosivos por la entrada sur. Y esperamos que desde el norte envíen  refuerzos. Una vez distraídos irrumpimos con explosivos por la entrada principal. Debe ser un ataque rápido  y masacrador. Como un rayo. O todos estaremos muertos en cinco minutos, como mucho.
—Los del sur tendrán  una desventaja de treinta a uno —dice El Insecto—. Y el número  de enemigos seguirá  creciendo.  Básicamente  una estampida se dirigirá a ellos.
—Sus muertes no serán  en vano —dice La Rata.
—¿Por qué  me miras a mí? —pregunto.
Es El Insecto el que responde.
—Porqué los tres mejores tiradores de todos nosotros  son Fiera, Halcón  y tú.  Y Halcón no está. 
—¿Cómo  saben que soy buena tiradora? 
—Te investigamos.
Genial.
Riu se prepara. Chaleco. Casco. Armas. Cuchillos.
—Date prisa —dice.
Cojo un chaleco de una mochila.
—¿Adónde  vas? —pregunto a La Rata—. ¿Abandonas el barco?
Silencio.
—Ve, Rata, apresúrate —dice Riu.
Y él se marcha con una sonrisa.
—Él siempre hace eso. Se marcha antes del inicio de la batalla  y regresa con una carta de triunfo —dice Insecto.
—Se parece un poco a Matt —dice Fiera—. Es divertido, arrogante, ingenioso. No es tan malo en la cama. Puedes quedarte con él  cuando te quite a Matt.
—No me provoques cuando tengo armas en las manos, idiota.
Una vez equipados, vamos a nuestros puestos.
Riu roba un auto. Y nos dirigimos a la entrada sur.
Una vez en posición, preparamos el auto con explosivos.
—Diana…
Me llamó por mi nombre.
—¿Qué?
Riu fija el timón con el cinturón de seguridad.
—Tienes potencial.
Termino de ajustar el temporizador del detonador. Los explosivos están listos.
—¿De qué hablas?
Riu coloca una roca en el acelerador y el auto se marcha. A su destino.
—No digo que estés a mi altura. Pero tienes potencial.
Los vigías disparan al auto pero es muy tarde.
El vehículo explota en mil pedazos. 
—Date prisa.
Ponemos los pies en polvorosa.
Corremos al descubierto  si hubieran sobrevivientes sería nuestro fin. Pero nadie puede sobrevivir a eso.
Llegamos a la entrada con los rifles en alto. Aseguramos el área. 
Hay algo que no me cuadra. Bajo la guardia.
—¿Qué haces, idiota? Nunca bajes el arma en el campo de batalla.

—Grupo dos, los peces picaron el anzuelo —dice Insecto por el intercomunicador. 
Es señal de que vienen refuerzos a asaltarnos.
Un segundo después las llamas se apoderan de la entrada norte.
Otro auto kamikaze. 
—Levanta ese rifle y busca dónde cubrirte.
Pero algo no cuadra.
—Riu. Deberían haber más restos humanos, ¿no crees? Se suponía que habrían sesenta personas.
Riu abre los ojos. Consternada.
—Solo ví a dos dispararle al auto —dice—. Grupo dos…
Los rayos de pólvora se apoderan del norte. Una fuerza atronadora. 
—Esos son rifles enemigos… Alguien conteste.
No hay respuesta.
—Están muertos —digo.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora