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Cojo una bomba de humo de mi cinto. Y la arrojo a quienes nos disparan.

Doblamos en el pasillo. Solo tres compañeros regresan. Mierda.

-¡Dijiste que los habías des-hipnotizado!

-Así debió ser. No sé qué pasó.

-Voy a matarte, idiota -dice el cara de trasero mientras le apunta a Matt con su rifle.

Yo le apuntó con el mío.

-Geena lo quiere vivo.

El cara de trasero baja su arma.

-Debemos rescatar a los caídos -digo.

-Ya deben estar muertos. No hacen ningún ruido.

-Quizá se les rompieron las máscaras. Y el gas los dejó inconcientes.

-Diana, -dice McGill por el auricular- saca a Matt de ahí. Deja que los otros salven a los caídos.

-Bien cojo a Matt de la mano y hecho a correr.

-Oye...

Matt se detiene y me tira de la mano.

-Dame un arma. Tengo que tener con qué defenderme.

-¿Sabes usarlas?

-Por supuesto.

Tomo una pistola de mi tobillo y se la entrego.

-Dispara solo si es necesario y procura que no sean a puntos mortales.

-Pero si es diminuta.

La arroja lejos.

-Imbécil.

Más disparos tras nosotros. No paran.

-¿Cómo es que no los hiciste entrar en razón?

-Son reos. Y ustedes policías. Son enemigos naturales. No necesitan hipnosis para odiarlos.

Matt arrebata mis dos pistolas del cinto.

Le doy un derechazo a la cara. Pero no hay tiempo para discutir. Echo a correr y le digo que me siga.

Llegamos a una fuente que conecta múltiples pasillos. Una especie de quiosco. Con un tejado con tragaluces.

Los veo justo a tiempo.

-Cúbrete.

Empujo a Matt detrás de un pilar. Y me tiró al suelo. Abren fuego contra nosotros. Tres guardias.

Echada en el piso. La fuente me protege.

Miro a Matt cubierto tras el pilar. Listo para atacar.

-No vayas a dispararles.

Matt baja las armas.

-AIE. Alto al fuego.

Se detienen los disparos.

Me pongo de pie. Y los policías contraatacan. Me arrojo al piso por instinto. Y las balas despedazan la fuente.

Uno de ellos tiene un rifle. Los otros dos disparan pistolas.

-Creo que siguen hipnotizados -dice Matt.

Hablamos a gritos.

-¿Pero cómo es posible?

-No tengo idea.

-Diana, -McGill al habla- no pierdas el tiempo. Arroja una bomba de gas.

-Pero si quedan inconcientes no podrán salvarse.

-Diana, no sabemos cuánto tiempo queda antes de la explosión. Tus compañeros están muertos. Una horda de reos armados viene por ti. Sal de ahí y saca a Matt.

-¡Sí!

Les arrojo la bomba. Explota. El gas se expande rápidamente. Los escucho toser.

-No vayas a respirar -digo a Matt-. Corramos.

Echamos a correr.

Los guardias ya están en el piso adormecidos. Todo es una nube blanca, apenas y se mira algo. Matt tropieza. Lo ayudo a levantarse. Y seguimos corriendo. Salimos de la prisión.

Estamos al frente. El estacionamiento. La última frontera.

Hay mucha distancia hasta la playa.

Y aquí hay unas cuantas motocicletas que sirven para rondar la isla. Veo una moto montañesa. Y me apresuro a hacerle un "puente". Me monto y la enciendo.

-Eso es tan sexy -dice Matt.

-Sube, idiota.

Aborda. Y me abraza el torso.

Está detrás de mí. Siento escalofríos. Escalofríos. Calor. ¿Qué me pasa?

-Esto lo vas a disfrutar más tú qué yo -dice.

Arranco. Furiosa. Y Matt se escapa de caer.

-¿Cómo puedes decir estupideces en un momento como este?

-Oye, ve más lento. No traigo casco y yo vivo por mi cara.

Aceleró más. Se lo merece.

-¿Qué es eso?

En el portón. Un último guardián. Un tipo de dos metros y medio.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now