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Me pongo mi pantalón en la oscuridad.

—Idiota. Ahora andaré sin bragas.

Busco mi blusa y chaqueta.

Una idea me asalta. Me inquieta.

—¿Después de esto… Sigo siendo virgen?

Matt sale a toda prisa. Sin responderme.

Salgo de la habitación y en los pasillos hay agentes corriendo como locos.

—¿Qué pasa? —pregunto.

—¡La horda de manifestantes está quemando todo a su paso!

—Se dirigen al Palacio Legislativo.

¡Quemarán el Palacio Legislativo!

Suena mi móvil. Es Geena. Contesto.

—Pase lo que pase no te acerques a la violenta multitud.

—Pero no podemos permitir que quemen un símbolo nacional.

—Ya estamos tomando cartas en el asunto. No quiero hacer uso excesivo de la fuerza.

—¿Cuál es el plan A?

Silencio.

—¿Geena, cuál es el plan A? —grito al tener una sospecha en mi cabeza.

—Deja todo en nuestras manos. No te acer…

Cuelgo. Y me vuelvo otro agente loco corriendo por los pasillos.

Estacionamiento. Mi auto. Acelero. Autopista. Una marcha tras otra. Corto curvas a toda velocidad. Hasta que quedo embotellada en el tráfico.

Bajo del auto. Le muestro mi placa a un motociclista. Le digo que el estado necesita de su vehículo. Se niega. No me deja otra opción. Lo noqueo de un puñetazo. Y dejo las llaves del auto de la AIE en sus bolsillos.

Hago zigzag a toda marcha con la motocicleta. Y en breve estoy ante aquella monstruosidad.

Una enorme multitud cargada de odio. Gritos. Insultos. Piedras. Bombas Molotov. Destruyen todo a su paso como un enjambre de langostas.

Destruirán la ciudad. Destruirán el Palacio Legislativo.

Frenos. Bocina. Clutch. Acelerador. Mis manos juegan con estas partes de la moto. La multitud se abre ante mí.

Debo llegar a la infantería.

Bocina. Un idiota me insulta.  Molesto al casi ser  atropellado. Otros se unen a su odio por mí. Cinco. Seis.

Mierda. Puedo morir aquí. 

Vienen todos hacia mí.

Bajo de la moto. Llevo mi mano a mi arma. ¿La desenfundo?

Por lo que sé estos seis contagiaran a seis más. Y así sucesivamente. No debo permitir que ganen compañeros a su causa. O tendré una multitud dispuesta a despedazarme.

Pero si les disparo… Solo aceleraré mi muerte.

Mierda. ¿Qué maldita cosa hago?

Helicópteros.

—Tranquilos. Ningún caballero debe golpear a una mujer. Más cuando es tan bella.

Esa voz en los altavoces. Él está a mi izquierda. Sonriente. Elegante e impecable. Lleva unos audífonos con micrófono, como un locutor.

Su voz se reproduce en los altavoces en los helicópteros.

La multitud guarda silencio ante la novedad.

Matt viene a mí. Y me besa. Frente a todo el mundo.

La música pop suena alta en los altavoces. 

Matt tapa el micrófono para hablar.

—Esta es la parte de la historia donde la cámara da una vuelta épica alrededor de los protagonistas mientras se besan.

Sonrío.

Puedo imaginar a Geena viendo la transmisión. A punto de sufrir un infarto.

Me toma de la mano y me  hace seguirlo. Hacia adelante.

La multitud se abre paso como el mar rojo.

—Detente. ¿Adónde vamos?

—Subiré a las gradas del Palacio. Gritaré con todas mis fuerzas. Romperé su hechizo.

—No voy a dejarte ir. Te matarán. Tú mismo has dicho que es prácticamente imposible romper su hipnosis —digo preocupada.

Sonríe.

—Diana… Este es el momento de la historia donde el héroe se enfrenta a la adversidad y demuestra una fortaleza que ni él mismo sabía que tenía.

—Pero… No quiero que te pase nada malo… Quiero pasar más tiempo contigo.

Miénteme A Ver Qué  Te PasaWhere stories live. Discover now