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De: Vanesa Martín
Para: Mónica carrillo
Asunto: Sus objeciones

Querida señorita carrillo:
Tras revisar con más detalle sus objeciones, me permito recordarle la definición de sumisa.

sumiso: adjetivo
1. inclinado o dispuesto a someterse; que obedece humildemente:
sirvientes sumisos.
2. que indica sumisión: una respuesta sumisa.

Origen: 1580-1590; someterse, sumisión

Sinónimos: 1. obediente, complaciente, humilde. 2. pasivo, resignado, paciente, dócil,
contenido.

Antónimos: 1. rebelde, desobediente.

Por favor, téngalo en mente cuando nos reunamos el miércoles.

Vm

Ya está. Espero que le parezca ocurrente, pero el caso es que transmite lo que quiero decir, esperemos logre entenderlo.
Con ese pensamiento, apago la luz de la mesilla de noche, doy vueltas por la cama hasta que al fin logro quedarme dormida, pero vuelven los sueños.

Se llama Francis. Es mucho más grandote que yo. Se ríe. Y sonríe. Y grita. Y habla a todas horas. Habla todo el rato con mamá y papá. Es mi hermano. «¿Por qué no hablas?», dice Francis una y otra vez, y otra. «¿Es que eres tonta o qué?», dice una y otra vez, y otra. Yo me tiro encima de él y le pego en la cara, una y otra vez, y otra. Él llora. Llora un montón. Yo no lloro. Yo nunca lloro. Mamá se enfada conmigo. Tengo que sentarme al pie de la escalera. Tengo que quedarme allí sentada
mucho, muchísimo rato. Pero Francis ya no vuelve a preguntarme nunca
más por qué no hablo. Si cierro el puño, él echa a correr. A Francis le doy miedo. Sabe que doy miedo, sabe que soy lo más cercano a un monstruo.

A la mañana siguiente, cuando vuelvo de correr, compruebo el correo electrónico antes de ducharme. No veo ningún mensaje de Mónica, aunque solo son las siete y media de la mañana; tal vez sea algo temprano.

Martín, deja ya el tema. Céntrate un poco, anda.

Fulmino con la mirada a la chica de ojos verdes que me mira desde el
otro lado del espejo mientras me peino y por un momento mi ego me hace olvidarme de Mónica, solo por estar atenta a cuantos botones del traje desabrocharía hoy. Uno, no, no se ve nada. Dos, podría ser, pero no lograba convencerme. Tres... Definitivamente si. Busqué collares grandes de color dorado para que se llevaran toda la atención y cuando ya estaba lista decidí salir. Pero volví a mirar si tenía correos nuevos. Ninguno.

Ya vale. Olvídate de ella por hoy o aunque sea unos minutos.

Tengo trabajo que hacer y una reunión a la que asistir a la hora del desayuno, pero la chica de ojos bonitos sigue en mi cabeza, da vueltas y cada vez sus ojos me parecen más hermosos, cada vez su sonrisa me roba suspiros. Esto no debería estar pasando.

-Vanesa, ¿cuánto tiempo vas a estar en Portland? -Ros parece
bastante nerviosa mientras mira a la cámara-. ¿Se puede saber qué está pasando ahí abajo?

Mira primero a la webcam, pero inmediatamente desplaza la vista a la pantalla y la mira fijamente, en busca de alguna pista en la expresión de mi cara.

-Una fusión.

Trato de disimular mi sonrisa.

-¿Y Marco lo sabe?

Suelto un resoplido. Marco es el director de mi departamento de
adquisiciones y fusiones.

-No. No es esa clase de fusión.

-Ah.

Ros se queda callada un momento y, a juzgar por su expresión, parece
sorprendida.

Efectivamente. Es un asunto privado. Muy privado.

50 sombras de Martín (v) Where stories live. Discover now