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De: Vanesa Martin
Para: Mónica carrillo
Asunto: Mi vida en cifras
Si vienes en coche, vas a necesitar este código de acceso para el garaje subterráneo: 146963.
Aparca en la plaza 5: es una de las mías. El código del ascensor: 1880.

Vanesita

Al cabo de un par de minutos llega la respuesta.

De: Mónica Carrillo
Para: Vanesa Martin
Asunto: Una añada excelente

Sí, Señorita. Entendido.

Gracias por el champán y el globo del Charlie Tango, que tengo atado a mi cama.

Moni

Me viene a la mente la imagen de Mónica atada a la cama con mi corbata.
Me remuevo inquieta en la silla. Espero que se haya traído esa misma
cama a Madrid.

De: Vanesa Martin
Para: Mónica Carrillo
Asunto: Envidia

De nada.
No llegues tarde.
Afortunado Charlie Tango.

Vm

No me responde, así que inspecciono la nevera en busca de algo para
desayunar. Gail me ha dejado unos cruasanes, y para el almuerzo, una
ensalada César con pollo, suficiente para dos personas. Espero que a Mónica le guste, aunque no me importa tener que comérmela dos días seguidos.

Sole aparece mientras estoy desayunando.

—Buenos días, señorita Martin. Aquí tiene la prensa dominical.

—Gracias. Mónica vendrá hoy a la una, y también vendrá mi ginecóloga  a la una y media.

—Muy bien, señorita. ¿Hay algo más en la agenda para hoy?

—Sí. Mónica y yo iremos a casa de mis padres a cenar esta noche.

Sole ladea la cabeza, con un gesto de sorpresa, pero se repone
enseguida y abandona la habitación. Yo vuelvo a centrarme en mi cruasán
con mermelada de albaricoque.

Sí, voy a presentársela a mis padres; ¿algún problema?

No logro concentrarme; estoy nerviosa e impaciente. Son las doce y
cuarto. Hoy las horas se me están haciendo eternas. Desisto de seguir
trabajando, recojo los periódicos del domingo y vuelvo a la sala de estar,
donde pongo un poco de música y me siento a leer.

Para mi sorpresa, veo una foto de Mónica y de mí en la sección de noticias
locales, de la ceremonia de graduación en la universidad . Está preciosa, aunque parece un poco asustada.

Oigo el ruido de la puerta doble y ahí está ella… Lleva el pelo suelto,
un poco salvaje y sexy, y ha escogido el mismo vestido color morado que
se puso para nuestra cena en el hotel. Está espectacular.

Bravo, señorita Carrillo.

—Mmm… ese vestido. —Mi voz está impregnada de admiración
mientras me acerco con aire despreocupado hacia ella—. Bienvenida de
nuevo, señorita Carrillo —susurro y, sujetándola de la barbilla, le doy un
beso tierno en los labios.

—Hola —dice, con las mejillas teñidas de un leve rubor.

—Llegas puntual. Me gusta la puntualidad. Ven. —La cojo de la mano y
la llevo al sofá—. Quiero enseñarte algo.

Nos sentamos y le paso el periódico. La fotografía la hace reír. No
es exactamente la reacción que yo esperaba.

—Así que ahora soy tu «amiga» —bromea.

—Eso parece. Y sale en el periódico, así que será cierto.

Me siento más tranquila ahora que ya está aquí, tal vez por el hecho de
que sí ha venido; no ha salido huyendo. Le coloco un mechón de pelo
suave y sedoso por detrás de la oreja y siento un hormigueo en los dedos,
ansiosos por trenzarle esa melena.

50 sombras de Martín (v) Where stories live. Discover now