62

454 32 5
                                    

—Porque les das demasiadas vueltas a las cosas y eres tan reticente como tu padrastro. Con una gota de alcohol ya estás hablando por los codos, y yo necesito que seas sincera conmigo. De lo contrario, te cierras
como una ostra y no tengo ni idea de lo que piensas.

—¿Y crees que tú eres siempre sincera conmigo?

—Me esfuerzo por serlo. Esto solo saldrá bien si somos sinceras la una
con la otra.

—Quiero que te quedes y uses esto.— acerca su mano a las mías y pasa uno de sus dedos por los míos.

Sé perfectamente a lo que se refería.
Controla sus expectativas, Vane.

— Mónica, esta noche me he pasado mucho de la raya. Tengo que irme. Te veo el domingo. —Me pongo de pie—. Tendré listo el contrato revisado y entonces podremos empezar a jugar de verdad.

—¿A jugar? —exclama.

—Me gustaría tener una sesión contigo, pero no lo haré hasta que hayas
firmado, para asegurarme de que estás lista.

—Ah. ¿O sea que si no firmo podría alargar esto?

Mierda. No lo había pensado.

Alza la barbilla con aire desafiante.
Vaya, vuelve a sobrepasarme. Siempre encuentra el modo de hacerlo.

—Supongo que sí, pero igual reviento de la tensión.

—¿Reventar? ¿Cómo? —pregunta, y su mirada chispea de curiosidad.

—La cosa podría ponerse muy fea —bromeo entornando los ojos.

—¿Cómo… fea? —Corresponde con una sonrisa a la mía.

—Ah, ya sabes, explosiones, persecuciones en coche, secuestro,cárcel…

—¿Me vas a secuestrar?

—Desde luego.

—¿A retenerme en contra de mi voluntad?

—Por supuesto. —Una idea interesante…—. Y luego viene el IPA 24/7.

—Me he perdido —dice, perpleja y con voz sofocada.

—Intercambio de Poder Absoluto, las veinticuatro horas. —Mi mente
gira a toda velocidad cuando pienso en las posibilidades. Ella siente
curiosidad—. Así que no tienes elección —añado en un tono mordaz.

—Claro. —Lo dice con voz sarcástica, y mira al techo, tal vez buscando en el cielo inspiración divina para entender mi sentido del humor.

Dulce dicha…

—Ay, Mónica carrillo, ¿me acabas de poner los ojos en blanco?

—¡No!

—Me parece que sí. ¿Qué te he dicho que haría si volvías a poner los
ojos en blanco?

Mis palabras quedan suspendidas entre ambas, y vuelvo a sentarme en la
cama.

—Ven aquí.

Se me queda mirando y palidece.

—Aún no he firmado —susurra.

—Te he dicho lo que haría. Soy una mujer de palabra. Te voy a dar
unos azotes, y luego te voy a follar muy rápido y muy duro. Me parece que si tendré que usar lo que me pides.

¿Aceptará? ¿No? Ha llegado el momento; veamos si es capaz de hacerlo
o no. La miro, impasible, esperando a que decida. Una negativa significaría que no se ha tomado en serio la posibilidad de ser mi sumisa.
Y ahí acabaría todo.

Elige bien, Moni.
Tiene una expresión seria, los ojos muy abiertos, y creo que está
sopesando su decisión.

—Estoy esperando —murmuro—. No soy una chica paciente.

Respira hondo, despliega las piernas y gatea hacia mí. Intento ocultar el
alivio que me invade.

—Buena chica. Ahora ponte de pie.

Hace lo que le digo y le ofrezco una mano, la miro a los ojos y llevo dos de mis dedos a su boca, cuando los quito de allí, tiro de ella de golpe y la tumbo sobre mi rodilla izquierda de modo que su cabeza, sus hombros y su pecho descansan sobre la cama. Le paso
la pierna derecha por encima de las suyas para inmovilizarla. Deseaba
hacer esto desde que entró a pasos torpes a mi oficina.

—Sube las manos y colócalas a ambos lados de la cabeza —le ordeno,
y ella obedece de inmediato—. ¿Por qué hago esto, Mónica?

—Porque he puesto los ojos en blanco —contesta en un susurro ronco.

—¿Te parece que eso es de buena educación?

—No.

—¿Vas a volver a hacerlo?

—No.

—Te daré unos azotes cada vez que lo hagas, ¿me has entendido?

50 sombras de Martín (v) Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon