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¿Qué ocurre?

—¿Tienes algo que contarme? —le pregunto.

Ella duda unos segundos y sus ojos delatan los nervios que tenía.

—He soñado algo esta mañana... Algo contigo... Bueno, tu estabas en mi sueño... Sin ropa, pero estabas.

—¿Ah, sí?

—Me he corrido en sueños. —Se tapa la cara con un brazo ocultándose
de mí, avergonzada.

Su confesión me deja atónita pero también me excita y me conmueve.
Ha tenido sueños húmedos conmigo, soy dueña de sus pensamientos y de su cuerpo.

Qué criatura tan sensual…

Asoma su cabeza por encima del brazo. ¿Cree que estoy enfadada?

—¿En sueños? —quiero aclarar.

—Y me he despertado —susurra.

—Apuesto a que sí. —Estoy fascinada—. ¿Qué soñabas?

—Contigo, algo como lo de hoy...—responde con un hilo de voz.

¡Conmigo! ¡Algo como lo de hoy!

—¿Y qué hacía yo?

Vuelve a esconderse tras el brazo.

— Mónica, ¿qué hacía yo? No te lo voy a volver a preguntar. —¿Por
qué le da tanta vergüenza? Que haya soñado conmigo es… conmovedor.

—me dejabas quitarte el arnés... tenías una fusta en las manos—musita.

Le aparto el brazo para poder verle la cara. Me encantaba verla tan nerviosa.

—¿En serio?

—Sí. —Se ha ruborizado.

La investigación debe de estar afectándola, en el buen sentido.

Sonrío.

—Vaya, aún me queda esperanza contigo. Tengo varias fustas.

—¿Marrón, de cuero trenzado? —En su voz hay una nota de discreto optimismo.

Río.

—No, pero seguro que puedo hacerme con una.

Le doy un beso rápido y me levanto para vestirme. Mónica hace lo mismo y
se pone los pantalones de chándal y la camiseta de tirantes. Recojo mi tanga y me la pongo.

En mi móvil hay una llamada perdida de mi ginecóloga y recuerdo que Mónica ha accedido a ser mía, tendrá que tomar anticonceptivos.

Ella está vestida y sentada en la cama con las piernas cruzadas mirándome mientras yo dejo el móvil a mi lado.

—¿Cuándo te toca la regla? —le pregunto—. Tenemos que ser precavidas con nuestras prácticas —Sostengo mi vestido y me lo bajo hasta que me tapó totalmente.

Mi pregunta la ha pillado por sorpresa.

—¿Eh? — pregunto.

—La semana que viene —contesta con las mejillas sonrosadas.

—Vas a tener que buscar algún anticonceptivo.

Me siento en la cama para peinar mi cabello con mis dedos, nunca me quedaba en ningún lugar luego de follar, pero hoy es distinto, hoy estaba aquí con ella, en su cama, intentando entablar una conversación.

—¿Tienes médico? —le pregunto, y niega con la cabeza—. Puedo pedirle a la mía que pase a verte por tu piso. El domingo por la mañana, antes de que vengas a verme tú. O le puedo pedir que te visite en mi casa,
¿qué prefieres?

—En tu casa —contesta.

—Vale. Ya te diré a qué hora.

—¿Te vas?

Parece sorprendida de que me vaya.

—Sí.

—¿Cómo vas a volver? —me pregunta.

—Sole viene a recogerme.

—Te puedo llevar yo. Tengo un coche nuevo precioso.

Eso está mejor. Ha aceptado el coche, como correspondía, pero aun así
no debería conducir con todo el champán que ha tomado.

—Me parece que has bebido demasiado.

—¿Me has achispado a propósito?

—Sí.

—¿Por qué?

50 sombras de Martín (v) Where stories live. Discover now