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—Buenas tardes, señorita —dice Sole al abrirme la puerta del coche.

Durante el trayecto me informa de que el Audi A3 ya ha sido entregado
en el hotel. Ahora solo me queda dárselo a Mónica, quién definitivamente no estará contenta. Sé que eso será
motivo de una discusión, y tal vez la cosa llegue a ponerse seria. Pero,
bueno, ha accedido a ser mi sumisa, así que quizá acepte el regalo sin
protestar demasiado.

¿A quién pretendes engañar, Vanesa?

Una chica tiene derecho a soñar. Espero que podamos vernos esta
noche; se lo daré como regalo de licenciatura.

Mi asistente me avisa que por la noche debo volver a Madrid, ya que tengo mi agenda bastante ocupada y ya había cancelado muchísimas cosas por estar detrás de Mónica.
Esta será mi última noche en Elche y Mónica también pronto se irá de
aquí… Sopeso la idea de llamarla, pero no tiene mucho sentido, ya que no
lleva el móvil. Además, está disfrutando de la compañía de su padre, sería de mala educación molestarlos.

Camino al hotel, observo a través de la ventanilla del coche a la
buena gente de allí con sus actividades vespertinas. En un semáforo
veo a una pareja discutir en la acera por el contenido de una bolsa de la
compra que se les ha caído al suelo. Otra pareja, más joven, pasa por su
lado de la mano, mirándose a los ojos y riéndose disimuladamente. La
chica se pone de puntillas y susurra algo al oído de su novio tatuado. Él se
ríe, se inclina y le da un beso rápido; luego abre la puerta de una cafetería
y se hace a un lado para dejarla pasar.

Mónica quiere «más». Dejo escapar un profundo suspiro y me paso los
dedos por el pelo. Siempre quieren más. Todas. ¿Acaso puedo impedirlo?

Esa pareja que pasea de la mano hasta la cafetería… Mónica y yo también
hemos hecho eso. Hemos comido juntas en dos restaurantes, y fue…
divertido. Quizá podría probarlo. Al fin y al cabo, ella me está dando
mucho.
Me aflojo la corbata porque me ahogo.

¿Podría ofrecerle más?

De vuelta en mi habitación, me desvisto, me pongo la ropa de deporte y
bajo a hacer un circuito rápido en el gimnasio. Tener que relacionarse con tanta gente ha puesto mi paciencia al límite y necesito quemar ese exceso
de energía.

También necesito pensar sobre ese «más» y ver si soy capaz de darlo, si soy capaz de dejar un poco más reglas atrás y ser ese más que ella espera.

50 sombras de Martín (v) Where stories live. Discover now