46

754 29 1
                                    

—me gusta todo lo que puedo ver ahora mismo— habla sin despegar su vista de mi escote.

—Estás muy guapa, Mónica. Este vestido con la espalda descubierta te
sienta muy bien. Me dan ganas de acariciarte la espalda y sentir tu hermosa
piel y más cosas que ahora mismo no te puedo decir.

Sus labios se separan y su respiración se acelera, y siento la fuerza de la
atracción que nos une.
Es mía y yo totalmente suya.

—Sabes que irá bien, ¿verdad, nena? —Mi voz tenue delata mi deseo de
que así sea.

Ella cierra los ojos, traga saliva y respira hondo. Cuando vuelve a
abrirlos, su rostro refleja una gran ansiedad.

—Pero quiero más.

—¿Más?

Mierda. ¿De qué va esto?
Ella asiente.

—Más —vuelvo a susurrar. Su labio es suave bajo mi pulgar—. Quieres
flores y corazones.

Joder. Esto nunca funcionará con ella. ¿Cómo es posible que funcione?
No me interesan las historias de amor. Mis esperanzas y mis sueños
empiezan a desmoronarse.
Sus ojos, muy abiertos, son inocentes y suplicantes.

Maldita sea. Es tan cautivadora…

—moni, no sé mucho de ese tema.

—Yo tampoco.

Claro. Nunca antes había tenido una relación con nadie.

—Tú no sabes mucho de nada.

—Tú sabes todo lo malo —susurra.

—¿Lo malo? Para mí no lo es. Pruébalo —le suplico.

Por favor. Pruébalo a mi manera.

Su mirada intensa escruta mi cara en busca de señales que le desvelen
algo, y por un momento me pierdo en esos ojos  que todo lo ven.

—De acuerdo —susurra.

—¿Qué? —Hasta el último vello de mi cuerpo se eriza.

—De acuerdo. Lo intentaré.

—¿Estás de acuerdo? —Me cuesta creerlo.

—Dentro de los límites tolerables, sí. Lo intentaré.

Gracias al cielo. Tiro de ella, la estrecho contra mí, hundo la cara en su
pelo e inhalo su aroma embriagador. Y no me importa que nos encontremos en un lugar atestado de gente. Solo estamos ella y yo.

—moni, eres imprevisible. Me dejas sin aliento.

Instantes después advierto que su padre ha vuelto y se mira el reloj para ocultar su incomodidad. A mi pesar, suelto a Mónica. Me siento como si estuviera en la cima del mundo.

¡Trato hecho, vane!

—Moni, ¿vamos a comer algo? —pregunta su padre.

—Vamos —dice ella, y me sonríe con timidez.

—Vanesa, ¿quieres venir con nosotros?

Por un momento me siento tentada, pero la mirada ansiosa de Mónica dice:
«Por favor, no». Quiere pasar tiempo a solas con su padre. Lo capto.

—Gracias, señor Carrillo, pero tengo otros planes. Encantada de conocerlo.

Intenta controlar tu estúpida sonrisa, Vane.

—Lo mismo digo —contesta… Y creo que es sincero—. Cuida a mi niña.

—Esa es mi intención —respondo mientras le estrecho la mano.

De formas que jamás imaginaría.

Cojo una mano de Mónica y acerco los nudillos a mi boca.

—Nos vemos luego, señorita Carrillo —murmuro.

Me has hecho un mujer feliz, muy feliz.

Mónica y su padre se alejan de mi y cuando intento buscar la salida para irme, el padre de Patricia me obliga a quedarme unos minutos más. ¿Podría ser la familia más odiosa? Si, podría.

—¿Vanesa Martín?

50 sombras de Martín (v) Where stories live. Discover now