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Antes de comenzar con lo que todos esperan, quiero dedicarle este y los capítulos anteriores a mi nomesalves.

A la cumpleañera que me exigió que le dedicara un capítulo en especial y me obligó a adelantar muchos capítulos para llegar a lo que ella pedía (pero estamos para complacerla). Te quiero muchísimo, corazón y espero que con esta nueva vuelta al sol aprendas a escribir y a ser un poco más paciente.

Si bien me arrepiento de muchas cosas (escribirte una de ellas) aprendí a que ya no puedo sacarte de mi vida y me acostumbré a ti.

Tqm, bestie ✨

Feliz jubilación, el próximo año te felicito por la ouija.🩷

                          .................

—Bien. No titubees cuando te pida que hagas algo. Ahora te voy a quitar
el vestido, algo que hace días que vengo queriendo hacer, si no me falla la
memoria. —Hago una pausa para asegurarme de que todavía me escucha
—. Quiero que estés a gusto con tu cuerpo, Mónica. Tienes un cuerpo
que me gusta mirar. Es una gozada contemplarlo. De hecho, podría estar
mirándolo todo el día, y quiero que te desinhibas y no te avergüences de tu
desnudez. ¿Entendido?

—Sí.

—Sí, ¿qué? —Hablo en tono más severo.

—Sí, señorita.

—¿Lo dices en serio?

Quiero que te desinhibas, Mónica.

—Sí, señorita.

—Bien. Levanta los brazos por encima de la cabeza.

Alza los brazos despacio. Cojo el dobladillo y le subo el vestido por el cuerpo, dejándolo al descubierto centímetro a centímetro, solo para mis ojos. Cuando se lo he quitado, doy un paso atrás para poder contemplarla
a mi antojo.
Piernas, muslos, vientre, culo, tetas, hombros, cara, boca… es perfecta.
Doblo su vestido y lo dejo sobre la cómoda de los juguetes. Alargo la
mano y le subo la barbilla.

—Te estás mordiendo el labio. Sabes cómo me pone eso —la regaño—.Date la vuelta.

Obedece y se vuelve de cara a la puerta. Le desabrocho el sujetador y le
bajo los dos tirantes, rozándole la piel con las yemas de los dedos; su
cuerpo tiembla bajo mi tacto. Le quito la prenda y la lanzo encima de su
vestido. Me quedo a su lado, sin tocarla, escuchando su respiración
acelerada y percibiendo el calor que emana de su piel. Está excitada; yo
también Le recojo el pelo y dejo que le caiga en cascada por la espalda.

Tiene un tacto suave como la seda. Enrosco un mechón en mi mano y tiro
de él, obligándola a ladear la cabeza y dejando su cuello al descubierto, a
merced de mi boca.
Le recorro con la nariz la línea que va desde su oreja al hombro y de
vuelta otra vez, inhalando el delicioso aroma de su cuerpo.

Joder, qué bien huele…

—Hueles tan divinamente como siempre, Mónica.

Deposito un beso debajo de su oreja, justo encima de una vena palpitante.

Mónica gime, lo que causa una respuesta de mi cuerpo.

—Calla. No hagas ni un solo ruido.

Saco la goma para el pelo que llevo en el bolsillo, le recojo la melena y
empiezo a hacerle una trenza, despacio, disfrutando del movimiento de su
pelo al tensarse y retorcerse sobre la extensión de su espalda hermosa y
perfecta. Sujeto el extremo de la trenza hábilmente con la goma y doy un
tirón brusco que la obliga a echarse hacia atrás y a presionar su cuerpo
contra el mío.

50 sombras de Martín (v) Where stories live. Discover now