Samuel y Andrea están en el mejor momento de sus vidas, son recién casados, felices y se aman intensamente. Tienen muchos planes para el futuro y ya piensan en formar su propia familia, pero por ahora, están empeñados en recuperar el Rancho Del Junc...
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Samuel: Eres increíble mi brujita... Y me sorprendes más cada día. – Dijo sonriendo, con su mano derecha él acarició la barbilla de ella, haciéndola mirarlo a los ojos.
Andrea: ¿Ah sí? ¡Mira quién habla! Yo jamás pensé hacer algo así... Pero es que, ¡Tú me vuelves loca mugrosito! - Dijo sonriendo, mientras tomaba la barbilla de Samuel entre sus dedos, besándolo en los labios despacio. Samuel sonrió divertido, le encantaba oírla decir esas cosas.
Samuel: ¿Así que te dejo loquita, ¡Eh!? – Dijo alzando la ceja derecha divertido.
Andrea: No mi amor... Tú me dejas muy, pero muy loquita. - Dijo, sonriendo.
Samuel: Bueno, creo que los dos estamos loquitos... Pero, loquitos de amor. – Dijo divertido, mientras la besaba con suavidad. Después del beso, Andrea intentó levantarse, pero Samuel la rodeó por la cintura con sus manos, abrazándola por detrás. – Ey, ey... ¿A donde crees que vas, mi señora Gallardo? – Preguntó, mientras le apartaba un mechón de cabello de la mejilla a Andrea, besando su cuello despacio.
Andrea: Mmm... Mi amor, sé prudente... Por favor. Me daría mucha vergüenza si alguien llega y nos ve así.- Dijo girándose para encararlo, Samuel apoyó su frente a la de ella y suspiró.
Samuel: Sí, tienes razón, mi brujita. Pero, mirándote así... - Dijo apartándose un poco para mirarla de los pies a cabeza, Andrea sonrió divertida. – No puedo resistirme. - Dijo seductor, mirándola a los ojos.
Andrea: Bueno, entonces creo que debo vestirme. ¡Y tú deberías hacer lo mismo! – Ella dijo divertida, alejándose de él para recoger sus ropas del suelo.
Samuel: ¿Ah, sí? - Dijo divertido. - ¿Te molesta verme así? – Preguntó refiriéndose a su desnudez, mientras caminaba hacia ella con una sonrisa pícara en sus labios. Andrea empezaba a poner su ropa interior. Samuel la ayudó a abrochar el sujeitador.
Andrea: No bobito, ¡De ninguna manera! ¿Cómo puedo estar molesta con semejante bombón? Eres una verdadera tentación. – Ella dijo girándose para encararlo de frente, lo miró de pies a cabeza, admirando el cuerpo bien trabajado de su marido, mordió su labio inferior suavemente, intentando concentrarse en la mirada de él. Samuel sonrió divertido. – Eres tan hermoso, mi mugrosito. Y no lo digo solo por tu aparencia ¡Eh! Te lo digo, por lo que llevas aquí... - Dijo acortando la distancia y poniendo su mano derecha sobre el pecho desnudo de su marido. – Tienes un corazón de oro, amor. Eres tan noble, tan bueno, ni te lo imaginas lo mucho que te amo y lo afortunada que soy por ser tu esposa. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Samuel Gallardo. Y yo te amo...¡Te amo, mi amor! Y nunca, escúchame bien, nunca te olvides de eso. - Dijo emocionada. Samuel sentía como su corazón latía aún más fuerte a cada nueva palabra que Andrea le decía, no resistió y la besó despacio en los labios, como a ella le gustaba.