Capítulo 37

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En la mañana siguiente

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En la mañana siguiente

Samuel se despierta y se queda mirándola, los rayos del sol de la mañana la molestan, haciéndola mover sus cejas, sintió como Andrea empezó a moverse en sus brazos, sonrió cuando la vio abrir sus ojitos hermosos.

Samuel: Buenos días. – Dijo con una pequeña sonrisa. - ¿Cómo te sientes? – Preguntó preocupado.

Andrea: Estoy bien, gracias a ti. - Dijo mirándolo. Pero me duele un poco la cabeza... Y también tengo hambre. – Dijo mirándolo apenada.

Samuel: Pronto ya no te va a doler nada. He mirado en la cocina y no tiene nada de comer. – Dijo. – Lo siento. – Dijo.

Andrea: Debí suponer, hacer mucho desde la última vez que estuvimos aquí... Ya no hay ni vino ni chocolates. – Dijo con una sonrisa.

Samuel: ¿Compartimos vino y chocolates? – Preguntó divertido.

Andrea: Sí, y otras cositas más... - Dijo mirándolo a los ojos. Samuel sonrió intentando imaginar lo que más habría pasado entre ellos. – Nos atrapó una tormenta y nos quedamos aquí toda la noche. – Dijo.

Samuel: ¿Ah sí? – Preguntó sonriendo.

Andrea:  Sí... - Dijo mirándolo a los ojos, cuando se acordó de su familia. – Samuel mi familia debe estar muy preocupada, tenemos que volver. – Dijo. Se levantó de golpe lo que le provocó un dolor agudo en la cabeza. Andrea casi pierde el equilibrio, pero Samuel la cogió de la cintura. Andrea tenía las manos en el pecho de Samuel. Sentía su respiración tan cerca, anoche ella se dejó llevar por el momento, pero no podía volver a estar con él sin antes saber lo que había entre Samuel y Patricia. Aunque, se moría por besarlo y entregarse a él. – Tenemos que ir... - Dijo.

Samuel: Lo sé... Pero también tenemos que hablar, Andrea. – Dijo, mirándola.

Andrea: Sí, tenemos muchas cosas que aclarar Samuel... Ya hemos adiado esta conversación muchas veces, ¿No te parece? Pero ahora no es el momento. – Dijo.

Samuel: Sí... Tienes razón. – Dijo. Andrea caminó hacia la chimenea y empezó a vestir su ropa. Samuel hizo lo mismo. Un rato después, salieron de la cabaña.

Samuel se subió en el caballo y la ayudó en su montaría, sentía las manos de Andrea en su abdomen, sonrió disfrutando de la agradable sensación de tenerla aferrada a él, mientras cabalgaba hacia el rancho sin prisa.

Rancho Del Junco

Toda la familia se había quedado en el rancho Del Junco esperando por noticias de Andrea y Samuel. Nadie pudo dormirse, incluso Irina.

Irina: ¡Espérenme! No me puedo mover más rápido. – Dijo quejándose, mientras intentaba caminar deprisa, pero los últimos días de su embarazo, no estaban siendo muy agradables por así decir, tenía los pies hinchados, le dolían las piernas y la espalda.

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