Capítulo 109

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En la casa de Samuel y Andrea

Los mellizos dormían tranquilamente en su habitación, Andrea los miraba con una sonrisa en los labios, cuando sintió los brazos de Samuel alrededor de su cuerpo.

Samuel: Pensé que no iban a dormir. – Susurró mientras besaba el cuello de su mujer. Andrea sonrió mientras acariciaba la nuca de su marido con la yema de sus dedos.

Andrea: No seas malito, nuestros hijos tienen mucha energía, mi amor. – Dijo divertida.

Samuel: Sus papás también. – Dijo con una sonrisa pícara.

Andrea: ¿Ah, sí? – Dijo divertida mientras alzaba la ceja derecha.

Samuel: Sí, mucha energia. – Dijo. – ¿Sabes qué? Creo que tenemos algo pendiente, mi brujita. ¿O ya se te olvidó? – Susurró en su oído. Andrea apoyó su espalda en el pecho de su marido. Samuel empieza a besar el hombro de su mujer.

Andrea: ¿Seguro? – Preguntó con una sonrisa.

Samuel: Sí, me dijiste que ibamos a terminar lo que empezamos en el rancho. – Dijo, Andrea sonrió.

Andrea: ¿Y no tienes sueño? – Preguntó pícaramente.

Samuel: Lo único que tengo, son ganas de amarte, mi brujita. – Dijo. Andrea sonrió y volteó para mirarlo a los ojos. Samuel la cargó en sus brazos y la llevó hacia la habitación que compartían, mientras escuchaba la risa de su mujer.

Andrea: Bueno, todavía no me acuerdo de haber... - Decía, cuando Samuel atrapó sus labios en un beso intenso y lleno de pasión, mientras cerraba la puerta de la habitación con su pie.

Siento sus manos recorriendo mi espalda, sus caricias y sus besos me vuelven loca, yo amo a este hombre, mi hombre, con cada fibra de mi cuerpo... Él es mi marido, el padre de mis hijos y es el amor de mi vida. Sus labios reivindican los míos con extrema necesidad, siento su pasión en cada caricia y en cada beso. No puedo evitar soltar uno que otro gemido de placer, Samuel conoce cada rincón de mi cuerpo perfectamente.

Samuel: Entonces déjame recordarte... Por toda la noche. – Susurró, mirando a los labios de ella. Antes que pueda decirle algo, siento sus labios en los míos, besándome con intensidad. Rodeé mis piernas por su cintura, mientras correspondo  el beso con las mismas ganas. Nos acostamos en la cama, Samuel no deja de besarme.

Nos desnudamos entre besos y caricias, mientras nuestras manos recorren nuestros cuerpos con extrema necesidad. Siguió besándome hasta que nuestros cuerpos se fundieron ávidamente. Siento sus labios en mi cuello, mientras mis dedos acarician con su pelo, nuestros cuerpos están unidos en la oscuridad de nuestra habitación, moviéndose con la misma sincronía, mis uñas en su espalda, sus labios en los míos...

Samuel me besa lento profundizando nuestro beso. La pasión tomó el control de nuestros cuerpos, hicimos el amor con intensidad, entregando todo lo que tenemos, amándonos sin restricciones y tocando el cielo con las manos.

Una semana después...

Irlanda, Castillo de Ashford.

Irlanda, Castillo de Ashford

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