Samuel y Andrea están en el mejor momento de sus vidas, son recién casados, felices y se aman intensamente. Tienen muchos planes para el futuro y ya piensan en formar su propia familia, pero por ahora, están empeñados en recuperar el Rancho Del Junc...
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Samuel: Desgraciado! Si te veo cerca de mi mujer otra vez, yo no respondo! Te prohíbo que la toques, ¿Me oyes? – Gritó enojado, mientras agarraba el collarín de la camisa de Edward, veía la sangre escurrir por la barbilla de Edward. Yo no tenía reacción. Veo como Samuel lo suelta, y se voltea para mirarme. – Y tú, ¡Te vienes conmigo! – Dijo enfadado. Samuel me cogió del brazo con fuerza y me llevó hasta la entrada del Rancho, estábamos solos.
Andrea: Suéltame bruto... ¡Me haces daño! – Gritó, empujándolo. Él miró mi brazo y soltó su agarre.
Samuel: Ay, claro! ¡Estás loca para ir a buscar a tu amante! Verdad? – Gritó enojado.
Andrea: ¿Qué? – Dijo confundida.
Samuel: No te hagas, ¡Te vi besándote con este tipo! ¿O lo vas a negar? – Dijo histérico.
Andrea: Yo no lo besé... - Dijo, pero Samuel no me dejaba hablar, él estaba como loco.
Samuel: Ay no... ¡Pero claro! Esto todo fue un espejismo. – Dijo con ironía. - Te estabas besándote con él! - Gritó.
Andrea: Edward me besó de sorpresa... Estoy tan confundida cómo tú. No sé porque lo hizo. – Dijo, de verdad, no sé lo que le pasó por la cabeza para besarme así de la nada.
Samuel: No me vengas con el cuento! Te haces la mujer digna, pero... ¡Te encuentras, te bailas y te besas con tu amante, en la casa de tu madre y en la presencia de tu MARIDO! – Gritó enfadado. – A ver, dime, ¿Dónde iba a terminar ese bailecito? No, no me lo digas... Ya sé, en la cama, ¿Verdad? – Dijo. Una vez más Samuel me estaba ofendiendo. Pero yo no iba a permitir que él siguiera con sus insultos. Le di una cachetada con todas mis fuerzas.
Andrea: ¡Estúpido! No voy a permitir que me vuelvas a ofender, ¿Me oyes? ¡A mí tú me respetas, Samuel Gallardo! – Dije mirándolo a los ojos con intensidad.
Samuel: La verdad duele... - Dijo dolido, mientras pasaba la mano por la mejilla.
Andrea: ¿Quién te crees que eres para hablarme así? – Dijo enojada. Veo como él se acerca y me agarra de la cintura, puedo sentir su respiración en mi rostro, su mirada intensa, siento como mis piernas empiezan a flaquear y mi cuerpo tiembla en sus brazos.
Samuel: Te guste o no, ¡Soy tu marido! – Dijo mirando a los labios de Andrea.
Andrea: ¡Suéltame bruto! – Dijo intentando zafarme de las manos Samuel.
Samuel: ¡No, no te voy a soltar! – Dijo agitado.
Andrea: ¿Por qué no? Déjame ir... - Dijo mirándolo a los ojos.
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