Capítulo 102

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Mientras tanto, cerca de los jardines del rancho

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Mientras tanto, cerca de los jardines del rancho.

Mientras Fernández, José Antonio, Cabrera, Arturo, Flavio y Cayetana, intentaban llegar hacia los jardines del rancho Del Junco. Matías luchaba para mantenerse vivo por unos cuantos minutos más, él necesitaba llegar hacia la familia Del Junco.

Pero el joven vaquero no tuvo fuerzas para seguir adelante, y tumbó casi sin vida. Él ya empezaba a aceptar su destino, estaba pidiendo perdón a Dios por sus pecados, cuando escuchó la voz de Arturo.

Arturo: ¡Deprisa! Hay alguien herido. – Dijo, acercándose hacia el hombre. Arturo lo reconoció. – ¡Es Matías! – Dijo.

Cayetana: Dios mío... - Dijo asombrada, por la situación del vaquero. – ¿Quién te hizo eso? – Preguntó.

Fernández: Cabrera, hay que llamar a emergencias. – Dijo.

Cabrera: ¡Ahora mismo, jefe! – Dijo sacando el teléfono y llamando a emergencias.

Matías: Me voy a morir... - Susurró con dificultad. – Pero antes necesito confesar todo lo que hice. - Dijo.

Arturo: Tranquilo, no te esfuerces, la ayuda ya está por llegar. – Dijo.

Matías: Perdón... Perdón, yo fallé con ustedes... - Dijo. – Yo fui el cómplice de Patricia, la ayudé todo el tiempo...Y me arrepiento mucho de eso. - Confesó, tenía lágrimas en sus ojos. – Intenté detenerla... Pero no pude, y ahora ella está con la señora Andrea... Tienen que salvarla... Patricia la quiere matar... Ella no va a desistir... - Dijo, Matías empezó a decirles todo lo que había pasado, confesó su participación en todos los atentados del rancho, incluso el de Flavio y Irina en la carretera. – Ojalá, puedan perdonarme algún día. – Dijo.

Arturo: Cometiste muchos errores, Matías. Pero te diste cuenta y reaccionaste a tiempo, intentaste hacer lo correcto... No tengo rancor de ti. Quédate en paz, que Dios te perdone. – Dijo, apretando su mano.

Matías: Gracias... Eres un hombre honorable Arturo Gallardo. – Dijo.

Cayetana: Lo mismo digo yo, intentaste salvar a mi hija, que Dios te reciba. – Dijo.

Matías: Gracias... Ustedes son muy buenos... Sé que no puedo pedirles eso... Pero mi familia no sabe lo que hice... Yo no... No tuve la intención de decepcionarlos. Ellos dependían de mí, de mi trabajo... Ahora los voy a dejar sin nada... – Dijo con mucha dificultad. Su arrepentimiento era sincero, así como su sufrimiento.

Arturo: Te doy mi palabra, tu familia no va a quedar desamparada. Ellos van a saber que ayudaste a salvar cuatro vidas. – Dijo. Matías sonrió en agradecimiento, cerró los ojos y soltó la mano de Arturo.

Cabrera: Los paramédicos ya están llegando. – Dijo a Fernández.

Arturo: Matías ya no tiene pulsación. – Dijo, chequeando su pulsación.

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