Samuel y Andrea están en el mejor momento de sus vidas, son recién casados, felices y se aman intensamente. Tienen muchos planes para el futuro y ya piensan en formar su propia familia, pero por ahora, están empeñados en recuperar el Rancho Del Junc...
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En la casa de la señora María
Andrea aún tenía mucha fiebre, la señora María no logró bajarle la temperatura corporal de ella. Andrea estaba sudada, se veía muy pálida... Y empezó a tener desvaríos.
Andrea: Sa... Samu... Samuel... Mi amor. - Susurró.
Gabrielito: ¿Se siente mejor? – Preguntó el niño.
Andrea: Samu no me dejes... Yo tengo frío. - Dijo.
María: Ella no te puede escuchar. - Dijo.
Gabrielito: Hace mucho que está llamando por él. - Dijo el niño.
María: Yo creo que Samuel es el muchacho de la foto. - Dijo la señora.
Andrea: ¿Por qué las cosas tenían que ser así, mi amor? Yo te amo tanto, Samuel. - Decía. Andrea tenía una expresión de dolor en su rostro mientras las lágrimas deslizaban por sus mejillas.
María: Ay, tranquila muchacha! No te angusties. - Dijo la señora, mientras acariciaba el cabello de Andrea.
Andrea: Solo quiero dormir un ratito... Tengo mucho frío... Me siento tan cansada Samu... Solo quiero dormir un ratito ¿Sí? ¡Un ratito y nada más! - Dijo , volviendo a quedarse inconsciente.
Gabrielito: ¿Pero cómo es que la señora bonita tiene frío, si ella está sudando? – Preguntó, el niño.
María: Es por la fiebre. Ven, ayúdame. Tenemos que hacer algo por ella. - Dijo la señora. Se veía muy preocupada.
Dallas, Texas.
Flavio estacionó el auto cuando Samuel empezó a gritar, se veía muy agitado. Estaba teniendo algún tipo de pesadilla.
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Andrea: ¿Por qué me hiciste eso, Samuel? ¿Por qué me engañaste? – Preguntó con los ojos llenos de lágrimas, podía sentir el dolor en su mirada.
Samuel: Mi amor, te lo juro que... - Intentaba explicarle pero ella me interrumpió.
Andrea: Ya no me llames así... Ya no soy tu amor, ¡Ya no soy nada tuya! – Gritó enojada.
Samuel: Por favor, no me digas eso. - Dijo, tenía lágrimas en mis ojos. – ¡Yo te amo! Eres el amor de mi vida... – Dijo, con sinceridad.
Andrea: ¡Vaya! Pero que bella manera de demostrarme! - Dijo, con ironía.
Samuel: Te estoy diciendo la verdad... Brujita, eres todo para mí. - Dijo, intentando acercarme pero ella me apartó. – Por favor, no hagas eso... - Supliqué.
