Samuel y Andrea están en el mejor momento de sus vidas, son recién casados, felices y se aman intensamente. Tienen muchos planes para el futuro y ya piensan en formar su propia familia, pero por ahora, están empeñados en recuperar el Rancho Del Junc...
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Días después...
Andrea y Samuel seguían disfrutando cada segundo de este paraíso, hablaban todos los días con su familia, los extrañaban demasiado, pero se sentían en paz. Samuel cuidada a Andrea de tal forma que a veces ella hasta se sentía sofocada por tanto cariño y atención, pero no se quejaba. Le encantaba lo atento y tierno que era su marido.
Conocieron la isla y sus alrededores, salieron de compras y eligieron regalos para cada uno de sus seres queridos. Salieron a cenar, a bailar y a vivir la vida. Se amaban siempre que tenían ganas, o sea, casi todo el tiempo. No tenían pudores, ni restricciones para demonstrar su amor.
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Andrea cumplió cuatro meses de embarazo y la fecha coincidió justo con su bodas de papel. Hoy celebraban un año de su matrimonio. Samuel recordaba la fecha con nostalgia, cerraba los ojos y podía verla venir hacia él, con esa sonrisa que siempre le regalaba, esa sonrisa que le aceleraba el corazón.
Samuel se acercó hacia la orilla de la alberca y sonrió al verla nadar, se veía tan concentrada, Andrea aún no lo había notado.
Samuel: Ahora no sé si me casé con una brujita o una sirenita. – Dijo divertido.
Andrea: Mi amor... – Dijo sonriendo, mientras nadaba hacia la borda de la alberca. – Bueno, tú decides! – Dijo divertida.
Samuel: Que bien... Pero creo que tengo un problema. – Dijo mirándola.
Andrea: ¿Cuál? – Preguntó sonriendo.
Samuel: No puedo eligir, me encanta la brujita y la sirenita! Bueno, la verdad es que, me enamoré de todas las Andreas que hay en ti. – Dijo mirándola a los ojos.
Andrea: Ay bobito, pero eso no es ningún problema! – Dijo divertida. - ¿Me acompañas? – Preguntó mirándolo.
Samuel: Por supuesto que sí. – Dijo con una sonrisa pícara, mientras quitaba la playera y entraba en la alberca. – Hola, ¿Qué haces, sirenita bella? – Preguntó divertido, mientras la cogía por la cintura.