La historia de Raizo y Midoriko.

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Los personajes y las imágenes utilizadas en la historia no son de mi propiedad. Todos los derechos a sus creadores.

Lenguaje y contenido fuerte.

Agradezco las portadas de yan_skiblue y de Mónica tadakatsu.
Una disculpa por la redacción.

©® Historia con derecho de autor.
No se permite, copiar, adaptar ni tomar prestada.

<<>>, " ": Son pensamientos del personaje.

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" Lo que pudiera parecerse a un monstruo, es lo que te mantiene a salvo."













Midoriko Mckay, esposa del petrolero texano Mckay, mujer fuerte, inteligente para llevar los negocios de su esposo enfermo de cáncer desde hace algunos años. Preocupada había hecho de todo para salvarlo pero su salud se deterioraba día con día, ella procedía de una comarca de Japón donde había curanderas y brujas excepciónales con mucha sabiduría en plantas medicinales y conjuros, pero también llena de rufianes y burdeles. Planeaba visitar el lugar para buscar algo que pudiera ayudar a su esposo.

Caminaba por un sendero nevlinoso entre el bosque acompañada de su escolta, esto debido a que los coches no podían transitar por ahí, hiban en busca de una curandera que tenía gran conocimiento herbolario.
A lo lejos divisaron a unos hombres que transportaban un misterioso bulto dentro de un costal, chorreando sangre. Un presentimiento me hizo darles la orden a mis hombres, sin titubear rodearon a los individuos que al verse descubiertos, corrieron abandonando su cargamento, lentamente y cuidando que no hubiera nadie más, me acerque a abrirlo, con horror, distingui el cuerpo de un niño lleno de sangre, lo revise para ver de dónde sangraba, un grito se ahogó en mi garganta, le habían cortado sus partes nobles, al sacarlo lo tomé para colocarlo en mi regazo percibí que respiraba, aún vivía. Abrió sus ojos, se veían muertos . . .no había ninguna luz en ellos, como si su cuerpo respirara pero su alma lo hubiera abandonado, ni si quiera se quejaba.
Midoriko lo acomodo entre sus brazos con sumo cuidado, le limpió las mejillas, él, percibiendo las cálidas y tiernas caricias, trato de enfocar su mirada en mí, mientras lo acariciaba hablándole con voz, quebrada por el llanto, al ver el grado del daño que le habían infringido, a un niño, un pequeño niño . . . esas hienas sin alma lo habían dejado casi inservible, medio muerto . . . para morir en ese desolado lugar.
Mis hombres volvieron esperando mis órdenes, yo acunaba su cuerpecito mientras lo tapaba con la capa que me cubría, con voz tranquila llena de dolor, le cantaba una canción de cuna que aprendí de niña.

Volvió a habrir sus ojos fríos, un pequeño quejido salió de su boca, levantó una de sus manitas buscando mi rostro, llenandolo de mis lágrimas, entonces se iluminaron sus ojos, y por un instante, una sonrisa se dibujo en su rostro, yo seguía cantando y mis lágrimas corriendo, no podían detenerse.

Los días pasaron, el cuerpo del pequeño aguantó y casi estaba curado, pero no hablaba, no dejaba que nadie lo tocará o lo alimentará , sólo yo, sólo a mí me permitía curarlo, bañarlo, alimentarlo, descubrí que al cantarle se tranquilizaba y lograba dormir. Salí en silencio para no despertarlo, mi esposo me alcanzó en las escaleras, se veía demacrado su viaje a Tokio le resultó agotador, estaba desesperada, no había encontrado nada que pudiera ayudarlo, sólo paliativos para calmar su dolor y mejorar su calidad de vida. La curandera pudo cerrarle las heridas al niño, había una pequeña posibilidad de ayudarlo pero eso sería hasta que llegara a su adolescencia, fue un verdadero milagro que sobreviviera y que esa mujer tuviera los conocimientos necesarios, lamentablemente para mí esposo no hay esperanzas.

💔 En Lo Profundo Del Corazón. 💞Where stories live. Discover now