💔 En Lo Profundo Del Corazón. 💞

★ Puede ser . . . Amor?★

Los personajes y las imágenes utilizadas en la historia no son de mi propiedad. Todos los derechos a sus creadores.

Lenguaje y contenido fuerte.

Agradezco las portadas de yan_skiblue y de Mónica tadakatsu.
Una disculpa por la redacción.

©® Historia con derecho de autor.
No se permite, copiar, adaptar ni tomar prestada.

<<>>, " ": Son pensamientos del personaje.

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"Tan sólo necesito que me quieras . . . Con eso ya me basta."

De camino a la salida de los camerinos, Bankotsu pensaba en la posibilidad de comprar un departamento, no quería seguir abusando de la hospitalidad de Ayame. Sabía que se entendía con Cassandra, él era un obstáculo para que vivieran libremente, Bankotsu sonrió con sarcasmo, como si les importara que él estuviera presente, recordaba perfectamente un día que regreso después de tres días, encontró a las dos mujeres desnudas cubiertas de crema Chantilly comiéndose literalmente frente a la chimenea, fue bastante bizarro, pues recordó las cosas peores de las que había sido testigo en la casa de placer de Midoriko, de hecho fue vergonzoso eran dos mujeres bellas pero, Cassandra era la más loca prácticamente le trato de arrancar la ropa para invitarlo a participar en un trío. El salió huyendo, pidió asilo a Jack que se burló de él al platicarle la odisea, finalmente pudo quedarse , pues koga estaba de viaje.

Ahora mismo estaba bastante cabreado por haber visto al desgraciado de Miroku, poniéndole con una de las modelos en un closet del set, cuando momento antes con lágrimas de cocodrilo había pedido perdón a Sango y la había besado en una aparente reconciliación. Este pendejo no se la merecía, ni él ni nadie. La rabia ante los recuerdos de su pasado le hicieron rechinar los dientes, mientras imágenes de los castigos propinados por el padre de Sesshomaru venían a su memoria.

Con un suspiro, metió las manos en los bolsillos y siguió andando por los pasillos hacía la salida del edificio.
Ni siquiera sabía por qué seguía, realmente no tenía ningún razón que lo impulsará, bien podría dejar todo, ¿qué más daba? El problema era que llevaba toda la vida luchando; era lo único que conocía y comprendía. No podía seguir a Sesshomaru por siempre, y menos ahora que sospechaba que su hermano tenía
" algo" con la dueña de la compañía, estaba conciente de que probablemente al fin, Sesshomaru, había encontrado su camino. Pero . . . debía haber algo para él, lo que fuera, que lo siguiera impulsando a seguír , a vivir.

Se detuvo al acercarse al área de diseño de ropa, era una habitación henorme, de ladrillo rojo con molduras en color negro y rojo, ventanales grandes y cortinas que se encontraban corridas, dejando ver al interior.
Había un montón de prendas colgadas de ganchos, cajas y cajas de joyería y accesorios. Pero no fueron esas cosas lo que llamaron su atención, fue ella . . . Sango.

Aunque trabajaban dónde mismo, casi no se cruzaban, sólo firma de documentos, fráces de cortesía, él se limitaba cuando mucho a hacer inclinaciones de cabeza. No debía acercarse, fue siempre muy conciente de que no debía hacerlo, personas cómo ella y él, no se mezclaban, mucho menos si la persona en cuestión, estaba tan jodida, cómo él. Así que se quedó mirándola desde afuera, mientras su cuerpo le pedía a gritos que entrara.

Sango era lo más bello que sus ojos nunca hubieran visto, su madre era hermosa, pero el porte de Sango, simplemente era deslumbrante.
Tenía el pelo en un atado en forma de cebolla en la coronilla, algunos mechones se habían soltado y le caían por el rostro, con un vestido a la rodilla de color negro, arrojaba prenda trás prenda en un contenedor. Podía notar que se encontraba furiosa. Todos sus sentidos cobraron vida en cuanto la detalló, la sensación fué, electrizante, y muy apremiante. En contra de su buen juicio de mantener distancia, dió media vuelta hacia la entrada. No se dió cuenta de que lloraba, hasta que habrio la puerta. Una ira lo lleno de forma repentina, ya tenía bastante con el hecho de que su vida fuera un asco, no tenía por qué ir a peor al verla llorar.
Sango se detuvo y alzó la vista al escuchar que alguien entraba en el lugar, que pensaba, estaba vacío.