💔 En Lo Profundo Del Corazón. 💞

Amor de padre.

Personajes y las imágenes utilizadas en la historia no son de mi propiedad. Todos los derechos a sus creadores.

Lenguaje y contenido fuerte y explícito.

Agradezco las portadas de yans_kiblue y de Mónica tadakatsu.
Una disculpa por la redacción.

©® Historia con derecho de autor.
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<<>>, " ": Son pensamientos del personaje.

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" Trae el pasado, sólo si lo vas a mejorar"

Naraku se encontraba pensativo desde hace varios días, la plática con Midoriko lo había comisionado. ¿Hasta que punto se había desentendido de sus obligaciones como padre, en que momento comenzó a culpar a su hija de los pecados de la madre? Cuando comenzó a suplir su amor y atenciones con dinero y propiedades, dinero que su hija jamás acepto, ella calladamente sólo aceptaba las migajas de atención qué le había dado durante tantos años. Kagome era ya una mujer, y jamás había sabido de algún pretendiente o novio. Era dedicada en su trabajo y lo había suplido muy bien en los negocios, era una joven educada, inteligente y muy entregada a su trabajo y tenía tiempo de ayudar en organizaciones benéficas y en su antiguo colegio.

Tomando su copa de brandy apuro el contenido, con cansancio se pasó las manos por el rostro hasta dejarlas en sus sienes. En qué momento se olvidó de que era padre? Era culpable, culpable de todos y cada uno de los traumas que pudiera tener su hija, y para coronar su fracaso, había tenido la osadía de golpearla y de arruinarle lo único bueno que había construido para ella. La mentira de venerar a una madre muerta al nacer ella, ni siquiera pudo hacer más creíble esa mentira. Estaba tan ocupado regodeandose en la miseria de haber sido traicionado por la única mujer que había amado en su vida, revolcándose en el dolor, la soledad y la angustia, se sentía un hombre castrado. La madre de kagome lo considero siempre poco hombre, su lujuria jamás la pudo satisfacer, fue una mujer vulgar, una zorra, pero él la adoraba, por eso su traición le apuñaló no sólo el corazón, sino el alma.

Sin darse cuenta, gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas, el hombre duro al fin, desahogaba la ira, el dolor y la sensación de haber sido considerado muy poca cosa por una mala y puta mujer.

Esa noche lloró y tomó, las lágrimas limpiaron su alma y el vino obnubilo su conciencia, aletargando y durmiendo su dolor. Era al fin y alcabo un hombre.

En la sala su fiel guardaespaldas escuchaba en silencio los estallidos de dolor de un alma atormentada durante tantos años, su jefe al fin había tocado fondo, pero estaría atento por si llegaba al extremo de quitarse la vida o su corazón colapsaba. Se imaginó que todo esto se debía a que su hija no lo visitaba ya, ni siquiera una llamada para saber de él. Su jefe era un hombre despiadado que no le importaba pisotear la dignidad de una mujer, por eso él sentía lastima por Kikio, por eso él la consolaba y ayudaba a levantar su maltrecho orgullo, Naraku casi acaba con ella. El siempre fue su fiel sirviente, si alguien sabía de las andanzas de su jefe era él, y sólo él era el único que gozaba de la confianza de Naraku.  Se levantó y prendió un cigarrillo, le dió una fumada y su mirada se perdió en el paisaje nevado que se percibía por el ventanal. Su mente viajo y lo llevo al pasado, un pasado plagado de pesadillas y vejaciones causadas por un hombre, un maldito que se llevó su honra y su hombría, todo por qué huyó después de la cruel violación de un mal llamado hombre Santo considerado como la presencia de Dios en la tierra por la maldita congregación dónde su madre fue a parar. Un escalofrío recorrió su espalda y un frío se apoderó de todo su cuerpo, jamás olvidaría al infeliz que lo violó y después castro, el Maldito apóstol William, padre de toga.

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Midoriko aguardaba y fumaba un cigarrillo, hace años lo había dejado pero sus nervios eran tantos que, no le importaba volver a caer en ese mal visio, sus niños estaban en esa habitación que les devolvería  o podía terminar con su vida, una vida que sería plena de salir todo con bien. Eran ya muchas horas que llevaba la intervención, ella confiaba en la juventud y fortaleza de sus niños sobre todo de Raizo pues si operación era la más delicada. Había rezado a todos los santos del cielo incluso había ofrecido su pobre alma corrompida para que pudieran devolverle a su hijo lo que injustamente le había sido arrebatado siendo un niño. Sí, esa mujer se había convertido en madre sin haber albergado jamás, a un niño en su vientre, después de haber sido una de las prostitutas más conocidas y renombradas, la mujer experta en los placeres de la carne, no quedaba nada de aquella a quien llamaron, Mesalina,  como la mejor prostituta de la antigua Grecia.

Las puertas se habrieron dejando salir al cirujano, que con un fuerte acento le daba los pormenores de la operación.

— La niña está perfectamente bien, le extraje una porción de la mejilla para reconstruir sus labios vaginales y así volviera la sensibilidad, fue un éxito su recuperación deberá ser sin complicaciones.

-— Y mi hijo? Cómo está?

Al ver la cara de preocupación de la hermosa mujer, sonrió tomándole de las manos.

— Es un joven muy fuerte, se hizo la reconstrucción total, tomamos partes de la piel del muslo para suplir la que faltaba, no quedará mucha cicatriz, está estable y despierto, la felicito en verdad despertó al terminar la cirugía y aún que debe estar muy adolorido no quiso que lo sedaramos no ha emitido ningún grito de dolor, es a mi ver un chico increíblemente fuerte.

Midoriko Suspiró, el doctor no tenía ni la menor idea de lo fuerte que era su niño.
El médico no dejaba de admirar a la bella y fuerte mujer, le había gustado desde que lo había visitado por primera vez. El era un hombre viudo con tres hijos ya casados, no se había preocupado por rehacer su vida y se había refugiado en su profesión, especializándose y ganando la mejor reputación en su campo. Tenía la esperanza de ganarse una salida con esta preciosidad y quizás, algo más.

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Otro enlace, corto. Pero importante.