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  Ardía, definitivamente...

-¡Aaaaah!- expresó chillando.

El agua recorría su cadera como un látigo a carne viva, justo allí donde arrastro su cuerpo en aquella estrepitosa caída, su piel había sido arrancada y solo lo sustituía un parche a carne viva tan roja como la sangre. José estaba en las duchas, por suerte no había nadie, prefirió esperar a estar a solas con su herida y gritar todo lo que quería.

Las lágrimas no se hicieron esperar, las ahogo con la regadera en cuanto paso el jabón, apretó tanto sus labios que sintió que también sangraban.

La agonía paró, José decidió salir de las duchas, el lugar era amplio tenía casilleros distribuidos en cuatro líneas que hacían perfectamente dos pasillos, José se sentó en un banco que reposaba sobre una pared espejo que reposaba en el fondo. Se reflejaban sus cabellos emparamados y su piel brillante, se colocó de perfil y vio como ese hueco rojo era lo único que resaltaba en su piel.

Segundos después escucho el clic de una puerta, instintivamente coloco su toalla en sus partes tapándolo, percibió una figura alta que poco a poco daba forma. Aquel rostro angular, esa mirada profunda, e innegablemente esa cabellera rosa lo delataba.

I want sex/ Quiero sexo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora