Capítulo cuatro. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Narrador omnisciente.

— ¿Cómo? ¿Cómo se supone que deba reaccionar? —Chistó la morena tumbandose en el sofá.

— Nadie te juzga, Moa, relájate. —Dijo Robert con suavidad. Desde hace días de la boda, Moa no sacaba de su cabeza si realmente había hecho bien en decirle aquello al rubio, una parte de ella le decía que sí, que estaba bien, que mantenía su dignidad y que eso era bueno.

Pero esa parte no era ella.

Sus ojos se corrieron a los azules de Pattinson quien solo atinó a reír por lo bajo enternecido y sintiendo pena.— Moa, ven. —Dijo abriendo sus brazos haciendo que la morena así tal cual se tumbó en el sofá, se levantara y caminara en dirección al de piel pálida.— Ven aquí, mi cielo...

La morena como si fuese una niña buscó consuelo en los brazos y pecho de aquel hombre, uno de sus brazos se posó en su nuca para dejar que la otra dejara caricias en su cabello con sutileza.— Nadie va a juzgarte...

— Yo sí, a mí misma.

— ¿Por qué deberías ser tan ruda contigo misma?

— Él me lastimó... Me usó, me hirió, me dijo todo eso, si después de ello vuelvo a él sin darle pelea... Mi sufrimiento habrá sido en vano. —La voz de la morena salía de sus labios con suavidad, de forma pausada pues entre esas palabras se dejaba ver su floja voz amenazada por el llanto.

Robert respiró profundamente mientras dejaba que su mentón tocara su cabeza, cerró sus ojos.

— No hay sufrimiento que sea en vano. —Hizo una pausa.— Lo bueno del sufrimiento es que te hace saber que sigues siendo auténtica, yo no te voy a juzgar si decides ir tras él, ni yo, ni Daniel, ni Erin, ni Emma, ni nadie...

La morena se reacomodó en el pecho de aquel mordiendo su lengua en su boca tratando de distraerse para no llorar.— ¿Dónde queda mi dignidad?

Robert soltó una risa enternecida.— Amor... —La llamó.— Nadie tiene dignidad cuando esta enamorado.

— Oh, eso me reconforta. —Dijo sarcástica.

— ¿Prefieres amor u orgullo?

— Orgullo.

— Ni tú te la crees, Moa, tremenda cara de Hufflepuff que te cargas. —Burló.

— Te recuerdo que también eres Hufflepuff, Diggory. —Amenazó la chica soltando una risa pequeña, misma risa que hizo a Robert sentir paz en su interior.

— Moa... Trata al menos de aceptar su disculpa, sé que se arrepiente... No estas obligada a nada, y sea la opción que elijas se te apoyara, no tienes porque tomar la decisión aquí y ahora, hay tiempo... Tienes toda una vida para pensarlo.

Él dijo que estaría para ella.

Él la quería ver feliz.

Sabía que solo lo sería de forma plena si estaba con Felton.


Un trago largo y profundo fue lo que dio aquel rubio mientras sentía como ese sabor amargo quemaba su garganta con menor intensidad que al principio, era la quinta cerveza que tomaba en ese día, amargamente se sumía en ese profundo y tortuoso mar de pensamientos que eran cada vez más acusadores.

Una mano sostenía la botella de cerveza mientras que con la otra acariciaba con lentitud a Willow, la cual, por instinto había ido hasta su padre para darle consuelo, la perrita lloriqueaba tratando de llamar la atención del mayor y cuando por fin obtuco que aquel varón la mirara, sus ojos oscuros grandes cual canica miraron suplicante. Tom se sintió miserable mientras negaba con la cabeza y siseaba a su cachorrita.— Tranquila mi amor, papá está bien.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora