Capítulo treinta y cuatro.

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L U N E S.


La mañana del Lunes fue recibida de buena manera y con ánimos de ser disfrutada pues después de todo, era el inicio a los últimos días que disfrutarían de estar en un lugar como lo era aquello. Moa no le dirigía la palabra a Tom lo que ponía mal chico pero no era algo que demostraría al menos no frente a la mujer que había lastimado. La morena parecía recibir de forma gustosa los cortejos por parte de Robert permitiéndole abrazarla y sumirla en tantos besos llenos de cariño y amor como fuese posible.

Robert era consciente de que se arriesgaba a mucho, comenzaba a dar rienda suelta a sus sentimientos y sabía que en cualquier momento, en el que la morena decidiera no corresponder después de todo, terminaría herido pero como lo dijo, estaba, está y estará para aquella mujer que le robaba el aliento.

Había comenzado a disfrutar de darle pequeños besos en la punta de la nariz que era cuando secuestraba su rostro y sus ojos veían los suyos.

Esos ojos grandes marrones lo enamoraban.

El grupo de amigos había comenzado a decidir que hacer, no solo con referencia a la fogata que querían hacer como despedida al lugar sino que también hablaban de que debían reunirse para Navidad, tal vez no exactamente ese mismo día sino que otro, quizá el 25, 26, o 27. Todos se habían ofrecido a querer acoger a la morena al ser la primera navidad que pasaría sola, no tenía a sus padres, no tenía hermanos pero tenía amigos y eso se notaba.

— ¿Irás conmigo?  —Preguntó el británico mientras que su mirada estaba puesta en las manos de la morena con las cuales jugaba y llevaba de besos en los nudillos.

— Ya me habías apartado para esas fechas. —Respondió con gracia la morena recordando el comentario del hombre frente a él hace semanas.

— Que bueno porque mi madre está esperanzada en que te lleve.—La morena soltó una risa.

— Clare es un amor, hace tanto que no la veo será lindo. —Ahora fue Robert quien soltó una risa suave y le sonrió, sus ojos se alzaron para admirar el rostro de la chica siendo iluminada por los rayos de sol que se filtraban entre las hojas de los grandes árboles bajo los cuales estaban sentados en las bancas.

— ¿Ya le has avisado a Daniel? ¿Él que hará?

— Probablemente este con sus padres en la cena que hagan los padres de Erin.

Y la calma reinó en ellos dos, no era necesario hablar, ambos estaban en silencio disfrutando de la compañía del otro. Los ojos azules del varón veían con detenimiento el rostro de la chica, era sin duda hermosa, la morena sintió la mirada encima del varón con el que estaba y barrió sus ojos curiosa.

— ¿Te he dicho ya que estás hermosa?

— Ya pero necesito que me lo digas cada que sea necesario. —Dijo con ternura.

— Te lo diré las veces que sean necesarias, e incluso cuando no lo sea.

Si había algo de lo que siempre estaría agradecida la chica es que aquel hombre frente a ella siempre había alimentado su autoestima, siempre buscaba animarla a hacer las cosas que esta quería, siempre había sido desde que se conocieron su "alcahuete" para algunas cosas, esa era una de las razones por las que él terminaba regañado por la madre de la morena y no solo él pues entre Daniel y este cubrían a la morena y la mimaban.

No muy lejos de donde estaban aquellos dos, Tom apreciaba como es que estos parecían tan embelasados.

— ¿Cuándo nos vamos? —Preguntó Tom tratando de sacar de su mente a aquella pareja.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora