Capítulo dieciséis.

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Robert

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Robert.

Desde el momento en el que la vi recuerdo haber quedado flechado, no por su apariencia, sino por la personalidad que tenía.

Un interés genuino nació de mí para acercarme a ella, saber quién era, conocerla y así pasó. Para mi fortuna ambos congeniamos tan bien que pronto nos hicimos muy cercanos.

Mi relación con Kristen fue excelente, fue una de las mujeres a las que más amé pero justo ahora, cinco años después desde nuestra ruptura mis ojos solo se posaban en una persona que lo merecía todo.

Magdala, mejor conocida como Moa, era una de mis mejores amigas y aunque ignorara mis intenciones y atenciones hacia ella no me molestaba, me bastaba tenerla cerca y con su amistad tan franca.

Conocía a la misma Moa que Daniel conocía, fue tan transparente conmigo como alguna vez lo fue con su mejor amigo y casi hermano, Radcliffe.

Siempre buscaba demostrarle que ella era importante, que yo la amaba.

Que yo estaba enamorado.

Lamentablemente, a este punto, lo que yo creí que solo era un flechazo de adolescencia de Moa hacia Tom no terminó ahí.

Daniel y yo sabíamos que ella estaba más que enamorada de aquel chico de cabello rubio.

Ambos sabíamos que ella se desfallecia por Felton.

Cosa que a mí no me gustaba, me dolía.

Me daban simplemente ganas de decirle que si no estaba cansada de que los ojos por los que ella suspiraba siquiera la miraran.

Pero yo no era así.

Bailar jamás fue mi especialidad, no era mi fuerte pero justo ahora lo hacía.

¿Quién no hacía cosas por amor?

Cuando falleció la madre de Magdala, Daniel llegó a casa de ella para estar a su lado así como yo, ambos nos hospedamos en el hogar de la morena para procurarla y cuidarla.

Aunque no solo Daniel, Erin llegaba de vez en cuando y dormía en el mismo hogar.

Aquella chica con tal de levantar el ánimo de la hermana, vaya, de su novio buscaba entretenerla y una de esas cosas fue enseñarle a bailar.

El baile era medicina.

Es por eso, que cuando me percaté de que en las clases hogareñas que Erin le dio la vi sonreír de una forma que rara vez notaba, me propuse dar lo mejor para poder bailar con decencia.

Justo ahora en la fiesta, Moa y yo bailabamos con tantas ganas y emoción.

Algo que me enamoraba de ella es que a veces las palabras sobraban entre los dos.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora