Capítulo cuarenta y tres. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Narrador omnisciente.

La mañana comenzaba con sentir la frialdad del lugar vecino donde Moa había dormido, sus manos buscaron en medio de su estado somnoliento al hombre de sus sueños llevandose aquella sorpresa de que no se encontraba con él y en su lugar un cuerpo peludo y pequeño estaba sustituyendole, mismo cuerpo que identificó rápido, abrió sus ojos parpadeando para poder ser consciente de su al rededor.

Con calma se sentó al filo de la cama enfocando su mirada en aquel peluche que resutlababser el juguete favorito de la cachorra que ahora estaba en su cama durmiendo plácidamente.

Sus párpados pesaban, tenía tantas ganas de seguir durmiendo pero la incertidumbre de saber donde estaba su novio se lo impedía aunque sin darse cuenta, la morena cerró sus ojos sucumbiendo al sueño en una posición poco común.

No fue hasta que una risa divertida ajena la sacó de sus sueños, sus ojos se abrieron de golpe encontrándose con Tom quien se encontraba tranquilo buscando las prendas que ponerse, parecía recién salir del baño debido a la toalla sujeta a su cadera así como su cabello húmedo.

— Deberías dormirte o levantarte, estar así solo te traera dolor en la espalda.—Evidenció con burla, Moa gruñó mientras se ponía de pie respirando profundamente para ir directo al baño.

Las náuseas matutinas eran algo que ella sin duda detestaba, no terminaba de acostumbrarse y estaba segura de que jamás lo haría. El agua fría avivó su estado alejando esa somnolencia que seguía teniendo encima, suspiró con pesar al sentir como es que su estómago le daba una sensación de entumecimiento que internamente rogaba por equivocarse, a veces el distinguir esa sensación era señal de que a lo largo del día sería propensa a vomitar.

Salió del baño una vez que terminó de hacer todo lo que su mente en ese momento le permitió recordar, aventurandose con más fluidez por aquella casa caminó hasta la cocina guiandose hasta el aroma delicioso de lo que parecía ser el desayuno y efectivamente, en la barra yacía un gran plato con tocino exquisitamente frito así como pan francés y semillas junto a la granola. Rió para ella misma al distinguir que todo había sido preparado por su pareja.

Tom solía recibirla en las mañanas con algunos postres o desayunos que él mismo preparaba, todo, siguiendo estrictamente lo que había leído en Internet lo que se suponía era algo dañino para una embarazada. Como si fuese una niña robando un dulce tomó una almendra para llevarla a su boca antes de ir nuevamente a la habitación del hogar de aquel rubio encontrándose con su amado sentando en la cama vestido de un pantalón de ositos así como una camisa gris cualquiera, Moa no pudo evitar reír enternecida llamando la atención de aquel varón que estaba sumido en su celular. El escuchar su risa lo hizo alzar esos zafiros soltando una risilla nerviosa.

— ¿Cómo amaneció la madre más hermosa que puede existir? —Preguntó extendiendo su diestra como invitación a aquella mujer embarazada de acercarse a él cosa que consiguió, a pasos cortos y torpes Moa se acercó a él tomandole de la mano sintiendo como es que Tom le daba un pequeño jalón regalandole un beso tierno.

— Bien, amanecí bien amor ¿Tú que tal? —Su pequeña mano jugaba con los cabellos largos de aquel hombre.— Gracias por el desayuno.~—Susurró con diversión y ternura.

— No es nada, debes de comer bien ¿Ya lo hiciste? —La mujer negó con la cabeza consiguiendo que aquel frunciera el ceño en desaprobación.— ¿Qué haces aquí? Vete a comer, no debes malpasarte.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now